Usted está aquí: viernes 11 de noviembre de 2005 Opinión Premio Mata: primera fase

Juan Arturo Brennan

Premio Mata: primera fase

Obertura Egmont, de Beethoven. Variaciones Haydn, de Brahms. Sinfonía india, de Chávez. Tal fue el repertorio con el que 15 jóvenes directores (y directoras) enfrentaron la primera fase eliminatoria del segundo Premio Internacional Eduardo Mata de Dirección de Orquesta. La sede fue la Sala Nezahualcóyotl, y la orquesta residente, la Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM).

No está de más recordar que tanto la sala como la orquesta le deben mucho al trabajo y la visión de Mata. Esta fase del concurso se llevó a cabo de martes a jueves, con cinco participantes por día y, como bien lo mencionó uno de los integrantes del jurado, las sesiones fueron de menos a más.

El primer día, el venezolano Vladimir Prado convocó a la orquesta a interpretar las obras a partir de observaciones narrativas y descriptivas, siendo el único de los 15 concursantes que siguió ese camino. Por su parte, el emotivo y fogoso armenio Davit Terzyan interpoló algunas observaciones, también extramusicales, que pudieran resultar interesantes para calibrar su temperamento y su potencial como músico. Así, por ejemplo, el pedir a la orquesta en la Sinfonía india, ''que no se pierda la sal y la páprika".

Terzyan fue el único, además, que dirigió Beethoven sin batuta, atendiendo así a una visión con cierto rigor histórico. El australiano Benjamin Robert Northey y el ruso Viatcheslav Valeev mostraron sobriedad y rigor en su trabajo con la OFUNAM, más profundo y de mayor alcance en el caso de Valeev.

Por contraste, la peruana Zoila Elena Vega no pareció lograr con la orquesta la comunicación necesaria para el buen desarrollo de su trabajo.

El segundo día de competencia se inició con Ching-Ming Lu, nativo de Taiwán que concursa por Austria. Mostró buena técnica, buen control de los matices y una experiencia mayor que la de la mayoría de los concursantes. Lo mismo puede decirse del coreano Dongmin Kim, joven director de gran aplomo y tablas para presentarse ante una orquesta y un jurado.

La argentina Paloma Nogués demostró detalles de seguridad y conocimiento de causa respecto de las partituras, así como claridad en su comunicación con la orquesta. Ese día, fue especialmente interesante la presencia del español Carlos Domínguez Nieto, dueño de una eficaz y productiva técnica de ensayo, así como de la capacidad para aprovechar al máximo el reducido tiempo de su participación. Sus indicaciones para la orquesta fueron probablemente las más musicales entre los concursantes, es decir, las que fueron más allá de los asuntos técnicos y dinámicos para abordar temas estructurales y constructivos importantes.

La segunda sesión se cerró con la participación competente y no exenta de musicalidad del brasileño Rodrigo de Carvalho.

El tercer día, la única participante mexicana, Alondra de la Parra, se presentó evidentemente fortalecida en lo musical por su reciente debut con la Orquesta Sinfónica Nacional en el Palacio de Bellas Artes, y mostró claros progresos en este lapso muy corto de tiempo.

El sólido y correcto Brett Mitchell, de Estados Unidos, fue particularmente exigido por el jurado, mientras que otros dos competidores orientales, Darrell Ang, de Singapur, y Chungki Min, de Corea, refrendaron la impresión de concentración y disciplina que dejaron todos los competidores de aquella región del mundo.

Esta fase del concurso fue cerrada por el francés Sylvain Gasançon, director de técnica precisa, gesto nervioso pero claro y una sustancial capacidad de profundizar en el sentido de la música con unas cuantas indicaciones.

Junto con el armenio Terzyan, el francés Gasançon fue el que lució la mano izquierda más flexible y expresiva. Al final de la tercera jornada, el jurado presidido por el finlandés Jorma Panula (e integrado por Cecilia Rydinger Alin, Zuohuang Chen, Carlos Miguel Prieto y Jorge Rotter), anunció a los seis semifinalistas: Viatcheslav Valeev, Ching-Ming Lu, Dongmin Kim, Carlos Domínguez Nieto, Chungki Min y Sylvain Gasançon, quienes en la semifinal se enfrentarán a sendos conciertos para violonchelo de Dvorak, Saint-Saëns y Toussaint, con la colaboración del destacado violonchelista peruano Jesús Castro-Balbi.

Querría extenderme en el fascinante tema de la diferencia de percepción entre el público y el jurado, pero me lo impide el hecho de que en esta fase el público fue inexistente, con un promedio de ocho o 10 espectadores por día.

¿Y dónde estaban los alumnos de dirección de orquesta y otras materias análogas de nuestras escuelas de música? En la talacha del solfeo, sin duda. Qué poca imaginación.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.