Usted está aquí: viernes 11 de noviembre de 2005 Opinión De aborto, muerte y Halloween

Gabriela Rodríguez

De aborto, muerte y Halloween

Una muy visible diferencia entre México y Estados Unidos radica en la atención que cobra el aborto en el debate político desde los años ochentas, cuando la nueva derecha republicana descubrió que los valores religiosos y la regulación sobre los cuerpos es un arma de poder muy efectiva.

Mientras en nuestro país el tema nos confronta a feministas con obispos y algunos funcionarios conservadores, entre los estadunidenses la posición ante el aborto juega un papel crucial en los asuntos electorales y en designaciones al más alto nivel. En semanas recientes esto ha sido más evidente. La confirmación del ultraderechista John Roberts como jefe de la Suprema Corte de Justicia concentra enorme poder en quien, desde tiempos de Reagan, es reconocido como uno de los estrategas que llevaron a colocar la salud reproductiva en el terreno político-ideológico, donde hoy se encuentra.

Otra importante postulación de George W. Bush fue la de la antifeminista Harriet Miers para sustituir a la progresista Sandra Day O'Connor, después de su retiro como juez de la corte suprema. Ante el rechazo de los senadores de esa candidata, y en lo que podríamos confundir con una expresión del desfile ritual de los monstruos, Bush anunció la mañana del día de Halloween la postulación de un nuevo contendiente para sentarse en la silla de O'Connor: Samuel Alito.

Alito adquirió visibilidad pública desde 1990, cuando como juez federal quiso impulsar una regulación que exigía a las esposas notificar a sus maridos antes de acceder a un aborto, proposición que el Congreso consideró inconstitucional y contraria al derecho a la privacidad de las mujeres. Por si fuera poco, está también la designación de Ellen Sauerbrey para coordinar, en el Departamento de Estado, los asuntos relacionados con Refugiados, Extranjeros y Desastres Naturales, lo cual es preocupante para todos aquellos que caigan en estos rubros, incluyéndome a mí, que estoy viviendo en la ciudad de Seattle por un año.

A Sauerbrey la conocemos bien las feministas, toda vez que como representante de Estados Unidos ante Naciones Unidas intentó echar atrás la Plataforma de Acción de Pekín, y apenas en marzo pasado puso en riesgo nada menos que la agenda mundial de los derechos de las mujeres.

Con el viraje a la extrema derecha en la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, el desequilibrio (cinco contra cuatro jueces) podría vulnerar los derechos de las mujeres y, sobre todo, los de las más pobres. Las acciones previas de estos jueces abren la posibilidad de que la corte ponga a revisión, inclusive, el histórico fallo judicial Roe vs. Wade, que abrió en 1973 el derecho para acceder a un aborto seguro, legal y sin la interferencia del Estado.

Las estadísticas de Planned Parenhood of America señalan que de los 6.3 millones de embarazos que ocurren cada año en este país, cerca de la mitad son no deseados, un millón y medio de ésos terminan en nacimientos y otro tanto en abortos legales, con una tasa muy alta de seguridad (seis a 12 muertes por cada 100 mil procedimientos, según el mes de intervención). Del total de quienes abortan, 41 por ciento son mujeres blancas, 36 afroestadunidenses y 17 por ciento hispanas; 37 por ciento son protestantes, 31 católicas, uno por ciento judías y 24 no reportan religión.

Hoy es importante recordar que fue una mexicano-estadunidense, Rosie Jiménez (joven de 27 años, hija de campesinos mexicanos y madre de una niña de cuatro años), la primera víctima que murió en Estados Unidos por tener que recurrir a un aborto ilegal después de la enmienda Hyde, con la cual el Congreso decidió, en agosto de 1977, suspender la utilización de fondos federales en los servicios de aborto legal.

El 3 de octubre de 1977, dos meses después de esa enmienda, murió Rosie en MacAllen, Texas, al tener que recurrir a una partera sin entrenamiento, después de que le negaron el aborto legal en los servicios públicos. Este caso evidenció que el apoyo gubernamental a los servicios de aborto es un factor determinante para que las mujeres de escasos recursos no mueran. Ahora cada 3 de octubre se conmemora el Día Nacional de Acción por las Mujeres Jóvenes (NYWDA, por sus siglas en inglés.

Estos intensos movimientos políticos dejan ver en estos días la fuerza simbólica y la poderosa tensión que circula entre el ritual del Día de Muertos y el Halloween, particularmente en una ciudad con tanta migración de mexicanos como Seattle. Como expresiones de cohesión, de identidad y reproducción de la política comunitaria, la celebración del nuevo ciclo agrícola ha cobrado entre los paisanos un sentido de competencia cultural donde la muerte se confirma como regeneración de la vida y emula las visitas de parientes que van y vienen, lo mismo que de muertos que nos visitan como almas circulantes y sobrenaturales. Igual que en el grito trick or treat de los niños y adultos escondidos detrás de máscaras monstruosas, en la noche de Halloween, subyace la idea de una negociación concreta, de un intercambio de bienes, así como de una amenaza, muy peligrosa, para quienes no se alineen.

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