Usted está aquí: viernes 11 de noviembre de 2005 Opinión La UAM: una encrucijada en la oscuridad

Edur Arregui Koba*

La UAM: una encrucijada en la oscuridad

Ampliar la imagen En el bioterio de la UAM-Xochimilco; imagen de archivo FOTO Carlos Ramos Mamahua Foto: Carlos Ramos Mamahua

Una paradoja envuelve a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). En el transcurso de los próximos días se designará a su próximo rector general, en medio de una crisis de identidad y de profundos desequilibrios institucionales. La inminente decisión de la junta directiva determinará la suerte de la Metropolitana por un largo periodo. La vocación de todo un proyecto está en juego. La paradoja reside en que la UAM llega a su propia encrucijada a través de un proceso poco propicio para la participación de estudiantes, profesores-investigadores y trabajadores universitarios no docentes.

La sucesión en la UAM comenzó con un hecho irregular: sin explicación alguna de la junta directiva, la convocatoria para la designación de rector se pospuso casi un mes, faltando ya poco para el día de los Fieles Difuntos. Al abreviar a tal grado el proceso, casi perdió su sentido. En las cuatro unidades y 12 divisiones académicas de la UAM no habrá habido tiempo suficiente para que los candidatos presenten sus propuestas y debatan los acuciantes problemas. Tampoco para que la junta directiva realice una auscultación responsable. Existe el temor en muchos profesores de que los espacios de participación que otorga la actual Ley Orgánica, de por sí reducidos, se conviertan en el presente proceso en un triste remedo, sin contenido académico y con fuerte carga autoritaria y corporativa. Un pequeño ensayo de la vieja cultura política que amenaza con regresar al país sin que nadie tuviera nostalgia por ella. Así la UAM puede convertirse en una casa que retrocede en el tiempo.

Académicos de la UAM Xochimilco advierten en el documento Crisis de conducción en la UAM (reseñado por José Galán en La Jornada del 5 de noviembre) cómo la comunidad vive un periodo de desinformación y desconcierto sobre problemas fundamentales. La universidad sufre profundas contradicciones que, como ha demostrado Gilberto Guevara, se encuentran en su propio origen y circunstancia. Esto no sería necesariamente negativo si la institución no estuviera en riesgo por falta de recursos y crisis de identidad; si el orden institucional no estuviera en entredicho por los intereses políticos de los grupos que han monopolizado la conducción de la universidad; si el trabajo académico no estuviera desquiciado como consecuencia de los supuestos programas de productividad ligados a los estímulos individuales.

El nuevo orden laboral en las universidades ha puesto a La academia en jaque, recuperando el incisivo título de un libro reciente de Imanol Ordorika. La cooperación en proyectos de largo plazo ha sido sustituida por una feroz competencia. Los cacicazgos distorsionan la gestión universitaria y la asignación de recursos en detrimento de los "pequeños productores académicos". La docencia languidece y los profesores investigadores envejecemos inexorablemente sin expectativas de futuro digno, y sin que se haya previsto cómo renovar la planta académica. La UAM corre el riesgo real de extinguirse junto con quienes la fundaron y le dieron vida por más de tres décadas.

Estos temas parecen estar fuera del debate actual. La inmensa mayoría de los universitarios asumen que han sido excluidos de la discusión y la decisión sucesoria. ¿Cómo participar en un proceso fugaz y sin que nadie presente un análisis del estado que guarda la institución? Por ahora, ninguno de los candidatos ha presentado un documento en que formule su diagnóstico y su programa de trabajo. En una comunidad universitaria de 50 mil almas, parece que sólo una pequeña fracción de los académicos hablará con la junta directiva. Su participación quedará reducida a un "plebiscito de cartas de apoyo" y a las desconcertantes entrevistas con un grupo de notables, sin poder discutir los problemas actuales de la universidad.

La UAM se dirige de manera inexorable hacia una encrucijada en medio de la desinformación, sin discutir los problemas de fondo y desconociendo los proyectos de los candidatos a rector. Se encamina a su propia encrucijada en la oscuridad.

Entre toda la comunidad debemos elaborar una agenda distinta a la del "gerencialismo universitario" y eludir sus tanáticas profecías hacia los académicos: "nadie hablará de ustedes cuando hayan muerto". Por mero instinto de supervivencia, tenemos que regresar al ajedrez universitario con tres piezas: generosidad para reconstruir el patrimonio común, imaginación para restituir una imprescindible identidad compartida, y sabiduría para recrear la unidad de lo diverso. Pertrechados con ellas, cuando en un futuro no muy lejano la UAM cumpla su primer medio siglo de existencia, invocando a los ausentes podremos decir: valió la pena. Sólo así volveremos a ser una Casa Abierta al Tiempo.

* Profesor titular C de la UAM-Azcapotzalco, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I (1990-2008)

 
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