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UNA TORMENTA DE IMPROVISACION 7 de noviembre de 2005
Huracanes y tormentas han ocurrido desde siempre. Pero cada año son más destructivos. Expertos consideran que explicar los efectos de los meteoros como parte del cambio climático es desviar el debate. En las ciudades y pueblos devastados por las inundaciones se expresa la inequidad social y la falta de previsión.

María de la Luz González

4-5impactoLos hechos son similares en cada ocasión: comunidades enteras aisladas por las lluvias o sepultadas bajo el lodo, como Motozintla, Chiapas, que prácticamente desapareció durante las lluvias torrenciales de 1998. Semirrecuperada del desastre, fue cubierta nuevamente por el lodo hace unas semanas por el huracán Stan.

Para los expertos Jesús Manuel Macías, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), y Claus Siebe, del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, el fenómeno no es resultado del azar o del pregonado cambio climático, sino de factores sociales, económicos y políticos mal o insuficientemente atendidos.

El crecimiento demográfico, la desigualdad social y el desorden de los asentamientos humanos, que llevan a la gente más pobre a afincarse en las zonas de mayor inseguridad, sumados a un deficiente manejo de los riesgos, son factores que incrementan los efectos adversos de los fenómenos naturales y los convierten en desastres, aseguraron los especialistas.

Macías y Siebe sostuvieron que insistir en el cambio climático como explicación al aumento en número e intensidad de los desastres causados por fenómenos naturales desvía la atención del verdadero problema.

RECONSTRUCCION SEGURA

Mientras la población y los empresarios chiapanecos demandan el apoyo del gobierno federal para enfrentar los efectos del huracán Stan, los consorcios hoteleros, los grandes restaurantes y cadenas comerciales de Quintana Roo tendrán exenciones fiscales y el aval gubernamental para obtener créditos, además de las indemnizaciones por los daños que les causó el ciclón Wilma.

De acuerdo con la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), la mayoría de los grandes empresarios de esa región cuentan con seguro, y casi 90 por ciento está protegido con el esquema de daños consecuenciales que, además de las afectaciones físicas, cubre la pérdida de ingresos cuando se suspenden actividades.

A diferencia de Chiapas y otras regiones del país, la zona de la península de Yucatán, en especial Cancún y la Riviera Maya, registra una densidad de aseguramiento superior al promedio nacional, no sólo en los complejos turísticos, sino en infraestructura urbana, como aeropuertos, muelles, instalaciones eléctricas, telefónicas, así como en viviendas y automóviles.

Las pólizas pueden cubrir desde el edificio y sus contenidos hasta bienes que están a la intemperie, como albercas, jardines, terrazas, y aun playas que, como en Cancún, fueron "barridas" por Wilma, explicó Luis Alvarez Marsen, director de daños de AMIS.

Sin embargo, la cobertura por huracán es una de las más amplias que tienen las aseguradoras, pues hace tres años estas pólizas se modificaron para incluir una cobertura única que ampara los riesgos de huracán, inundación, inundación por lluvia, avalancha de lodo, granizo, helada, nevada, golpe de mar, tsunami.

El pago de los daños, que según AMIS superará los 2 mil 600 millones de dólares entregados en indemnizaciones tras el huracán Gilberto (1988), pero las aseguradoras están cubiertas, a su vez, por reaseguros mediante los cuales recuperarán una parte significativa de las sumas que desembolsen por las coberturas.

Aunque la valuación de daños apenas comienza, las aseguradoras tienen identificadas mil 500 pólizas afectadas en la región y una cuantificación inicial de las pérdidas por mil millones de dólares. El monto de las afectaciones directas se conocerá dentro de dos o tres semanas y el de pérdidas consecuenciales llevaría de cuatro a cinco meses, anticipó Alvarez Marsen.

Las aseguradoras, precisó, están a punto de liberar los primeros anticipos, y los créditos y apoyos adicionales que anunció el gobierno permitirán a los empresarios cubrir los coaseguros, algunos daños no incluidos en las pólizas, o avanzar en la reconstrucción hasta ser indemnizados.

En Chiapas, en cambio, el gobierno federal tardó casi un mes en anunciar apoyos fiscales para los empresarios afectados por Stan, inferiores a la ayuda sin precedentes que recibirá el sector turístico de Quintana Roo §

Planificación, la clave

"Huracanes de la magnitud de Wilma y Stan han ocurrido antes, pero lo que produce los desastres es una sociedad inequitativa y dividida, que no tiene instrumentos de planificación ni privilegia el desarrollo científico-técnico para mitigar los efectos de estos fenómenos", aseguró Macías.

El investigador del CIESAS consideró que el crecimiento poblacional no sería problema si existieran mecanismos de planificación de los asentamientos y un esquema adecuado de manejo de riesgos, pues el modelo de protección civil en México es un concepto militar que no funciona, porque opera cuando la catástrofe ya ocurrió.

Cada año hay ciclones y la zona sísmica del país es muy grande, además existen los riesgos de accidentes, por lo que se debería contar con una organización que permitiera reducir sus impactos, similar al modelo estadunidense de administración de desastres, afirmó.

Explicó que ése es un sistema planificador por excelencia, que privilegia la prevención y contempla las etapas de un desastre: desde sistemas de alerta y planes de emergencia, para amortiguar los efectos de los fenómenos naturales, hasta acciones de respuesta y el proceso de recuperación, todo previsto antes de que ocurra el fenómeno.

En México las devastaciones se repiten por falta de planeación, como en Chiapas, donde Stan reprodujo la destrucción causada por las lluvias de 1998, "lo cual significa que se hizo poco o nada después de lo que sucedió hace siete años y eso es inaceptable". Además, durante este sexenio se hizo un mal manejo de los recursos del Fondo Nacional de Desastres (Fonden) y, después de Wilma, se llega a un punto intolerable, pues los procesos de recuperación de estos eventos son muy largos y al final se regresa al punto de partida, sostuvo Macías.

WILMA54Por ello, consideró que se requiere de una evaluación independiente de expertos, que exponga las deficiencias en la planeación de emergencias y la recuperación tras los desastres, así como el papel de la ciencia en el conocimiento de las amenazas. Así, se podrá exigir al gobierno que actúe para reducir los efectos adversos de los fenómenos naturales sobre la sociedad.

Claus Siebe, por su parte, afirmó que los fenómenos naturales se presentan con igual frecuencia que en el pasado, pero el aumento de la población asentada en zonas vulnerables, por el crecimiento económico desigual, multiplica sus efectos destructivos y aumenta las pérdidas materiales y de vidas humanas.

"Los terrenos más baratos son aquellos que tienen alguna desventaja, como el riesgo de inundación. Se requiere, por un lado, mejorar las posibilidades de acceso de la población a terrenos ubicados en sitios más seguros y, por otro, una legislación del uso del suelo que identifique todas las zonas de riesgo", planteó.

Corredor Cancún-Riviera Maya en cifras
  • Aporta 10.5% del PIB turístico nacional
  • 40% de las divisas por turismo
  • Tiene 10% de los cuartos de hotel del país
  • Recibe 38% del turismo internacional
  • Cuatro mil mdd es su derrama turística anual
  • 15 mdd diarios de ingresos turísticos
  • 750 mil habitantes viven del turismo
Fuente: Sectur y Felipe Ochoa y Asociados  

El país, aseguró, carece de este tipo de ordenamientos del territorio y, en el mejor de los casos, algunos municipios han elaborado mapas de riesgos que mantienen archivados sin aplicarlos en la regulación del uso del suelo. "Se hacen de la vista gorda" ante el surgimiento de asentamientos irregulares, pues desalojar a sus habitantes conlleva problemas sociales y políticos que prefieren no enfrentar.

Advirtió, sin embargo, que es necesario ordenar el crecimiento de los asentamientos y aplicar planes de reubicación progresiva de la población ubicada en zonas de riesgo que, de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social, son 15 millones de personas, 15 por ciento de la población del país.

Siebe afirmó que el gobierno federal ha descuidado la prevención. Por ejemplo, en este sexenio la Dirección General de Protección Civil prácticamente ha suspendido las reuniones de los Comités Científicos Asesores, creados en la administración anterior, que identificaban problemas potenciales y emitían sugerencias para disminuir los riesgos.

"¿Cuántos damnificados más tiene que haber para que se tomen medidas?", se preguntó, y destacó que los recursos que los gobiernos federal y locales gastan en paliar los efectos de los desastres sobrepasan, por mucho, los montos que invierten en prevención.

Recuento de los daños

REORIENTAR EL DESARROLLO

Los efectos del huracán Wilma en Cancún hacen necesario replantear el desarrollo de la Riviera Maya, ordenar el rápido crecimiento de la zona en los 30 últimos años y atender los grandes rezagos sociales acumulados antes de la emergencia, sostuvo Reyes Juárez del Angel, director general de la consultora en turismo Felipe Ochoa y Asociados.

Creado hace poco más de tres décadas con recursos de organismos internacionales y el impulso del gobierno federal, Cancún se convirtió en pocos años en uno de los centros turísticos más importantes del país, atrayendo a inversionistas y visitantes de gran poder económico, pero generando, al mismo tiempo, fuerte dependencia de esa actividad.

Para Juárez del Angel, Wilma hizo evidente la vulnerabilidad de una región en la que 90 por ciento de los ingresos se derivan del turismo ­paralizado tras el paso del meteoro­ y hace urgente diversificar la economía, que podría reorientarse hacia actividades vinculadas con el turismo, pero también con los servicios financieros y de telecomunicaciones.

Explicó que antes de la emergencia las autoridades del sector habían delineado una serie de acciones para la zona, distribuidas en diversos programas. Uno, de tipo emergente para atender rezagos, que incluye el mejoramiento de más de 50 mil viviendas en Playa del Carmen, dotación de agua potable para otras 20 mil, construcción de fosas sépticas, clínicas hospitales y rellenos sanitarios.

El proyecto considera un programa para nuevas ciudades, que contempla a Tulum, Akumal y Puerto Morelos, con la adquisición de más de 5 mil hectáreas para asentamientos. Un tercer elemento abarca ordenar el crecimiento de las ciudades existentes, como Cancún, Isla Mujeres, Playa del Carmen y Cozumel.

"El problema no es regresar la zona al estado en que se encontraba antes de Wilma, porque eso significa retroceso; eso ocurrió tras el paso de Gilberto. Hay que pensar cómo reorientarla con una diversificación de las actividades que generen valor y bajen el riesgo social y económico ante los fenómenos naturales", consideró.

Esa diversificación, explicó, podría incluir actividades complementarias al turismo, como industria ligera no contaminante, ensambles, servicios financieros y la creación de un puerto de distribución aéreo y marítimo, para así reducir la dependencia de la actividad de hoteles y restaurantes.

Por ahora el gobierno federal está concentrado en la recuperación de la infraestructura dañada, tarea a cargo del Fondo Nacional de Fomento al Turismo, cuyo papel en el crecimiento de la zona y el tratamiento de las áreas naturales protegidas de la región ha sido duramente cuestionado por ambientalistas y organizaciones sociales §

MLG

Cada año, en el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), un equipo de no más de 100 investigadores evalúa el impacto de los desastres causados por fenómenos naturales y otros riesgos, y formula recomendaciones para prevenirlos en la temporada siguiente, que casi nunca se cumplen.

Con metodología de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Cenapred ha calculado en 12 mil 768 millones de dólares el monto de los daños ocasionados entre 1980 y 2004 por desastres relacionados tanto con fenómenos naturales como accidentes químicos, sanitarios y sociorganizativos (concentraciones masivas, accidentes terrestres, aéreos y marítimos).

De esa cifra, 6 mil 359 millones de dólares, corresponden a los daños directos e indirectos ocasionados por fenómenos hidrometeorológicos, como lluvias torrenciales y huracanes. De acuerdo con el gobierno federal, los huracanes Stan y Wilma causaron daños por cerca de 3 mil millones de dólares.

El paso que no se ha dado, reconoció Martín Jiménez Espinosa, subdirector del área de Riesgos Hidrometeorológicos del Cenapred, es llevar las experiencias descritas en los informes anuales a medidas efectivas de prevención, que ayuden a disminuir las pérdidas en vidas humanas y materiales.

El funcionario lamentó que a siete años del desastre por lluvias en Chiapas, la dependencia tenga que emitir en unos meses un informe similar como resultado de los daños causados por Stan en la misma zona.

"Estos informes tendrían como objetivo guiar las políticas tanto de desarrollo urbano como de atención y prevención de desastres de los gobiernos estatales y locales. Tenemos que delimitar las zonas de riesgo, saber qué tan vulnerables son, no sólo para reubicar a la gente, sino para mejorar las viviendas, hospitales, puentes y, en general, elevar la calidad de vida de la población", admitó.

Explicó, sin embargo, que ésta es una tarea que deben cumplir básicamente los gobiernos municipales y estatales, pues su magnitud rebasa la capacidad del Cenapred, además de que ellos tienen el conocimiento directo de sus zonas de riesgo.

El Cenapred, explicó, trabaja en el diseño de una metodología para la elaboración de mapas de peligro y atlas de riesgo, que consideren la dinámica demográfica y su relación con las condiciones de vulnerabilidad que producen las situaciones de desastre y emergencia. La complejidad del problema se ilustra, por ejemplo, con las intensas lluvias en Córdoba, Veracruz, donde un escurrimiento de lodo causó una explosión en ductos de Petróleos Méxicanos que derivó en contaminación ambiental §


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