Jornada Semanal, domingo 6 de noviembre  de 2005       núm. 557

MARCO ANTONIO CAMPOS
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ICONOGRAFÍA DE KAFKA

1. Veo en la extraordinaria iconografía, que preparó Klaus Wagenbach, fotografías en busto de Kafka de ocho momentos entre 1901 y 1923-1924. Es impresionante ver la primera imagen, cuando Kafka tiene dieciocho años: una cara normal y una mirada fresca que me hacen recordar las del adolescente Georg Trakl. A partir de las siguientes fotografías (1905, 1910, 1915-1916, 1917, 1920, 1921 y 1923-24), causa una profunda tristeza advertir cómo, por las enfermedades y el debilitamiento, la mirada se va empañando, alejándose, hundiéndose... La última, sacada a los cuarenta años, es casi imposible mirarla sin sentir la intensidad de sus atroces sufrimientos.

2. La letra K nunca me ha gustado. Kafka tenía dos. Tolero leerlo completo como apellido, pero cuando sólo pone K o el Señor K, siento como vértigo y horror.

Por cierto el apellido viene del checo havka que significa cuervo. Herman, su padre, tenía dibujado en la papelería de su negocio el logotipo de un cuervo. Pero el cuervo del apellido de Kafka es como el buitre y el Prometeo de la fábula que él mismo escribió. Leyéndola como una metáfora de su vida, el cuervo no es el yo, el hombre, sino el otro, el ave temible, que en un castigo inmisericorde lo pica todos los días, hasta que lo aniquila el 3 de junio de 1924.

Por cierto una mañana de mayo de 2003, en el Hotel Hyatt de Jerusalén, al asomarme por el ventanal de mi cuarto vi en la terraza una imagen escalofriante que me hizo asociar con la fábula: bajo el sol un cuervo picoteaba sin cesar –se comía– el cadáver de otro cuervo.

3. La fábula de "El buitre", me parece, es uno de varios textos de Kafka que prefiguran el Holocausto. Puede leerse también como una metáfora de lo que ocurrirá pocos lustros después. Un hombre que es, o puede ser, el pueblo judío, pese a querer defenderse, es invenciblemente picoteado en los pies. Al menos, en su lucha, ha evitado ser picoteado en la cara.

En este caso pensemos que el buitre es, o puede ser, la Alemania nazi. Un señor que es, o puede ser, las potencias occidentales, pasa por el lugar y el hombre que es picoteado (el pueblo judío) le explica su situación. El señor que pasa promete ir con rapidez a su casa por un fusil y matar al buitre. El buitre que ha oído y comprendido todo, se aleja un poco, toma impulso y encaja el pico en la boca del hombre y lo mata. La sangre se derrama y el buitre se ahoga en ella.

Cuando llega el hombre con el fusil, es decir cuando vencen al buitre las potencias occidentales, ya han muerto seis millones de judíos.

4. Dentro de lo más terrible y doloroso que significa el hecho Auschwitz una de las cosas que duelen hasta la médula del cuerpo y del alma es pensar que allí fueron calculadamente aniquiladas las tres hermanas de Kafka: Gabrielle, Valery y Ottla, la hermana favorita. Tendrían las tres en aquellos años terribles entre cincuenta y cincuenta y cinco años. Ya había muerto Franz en 1924 y ya habían muerto los padres, Herman (1931) y Julie (1934). Padres e hijo están enterrados juntos en el nuevo cementerio judío de Praga; las hermanas no merecieron ni yacer con ellos.

Veo las fotos de diversas épocas de las hermanas y las imagino después en el campo de concentración. ¿Sabría el comandante en jefe de Auschwitz, Rudolph Höss, quién era Kafka? ¿Sabría quiénes eran las hermanas? ¿Sabría que esas mujeres tenían la misma sangre de un genio? Antes de saber que morían ¿tuvo Höss algún titubeo para salvarlas, o no dudó nada, o lo hizo incluso con más saña pensándolas como trofeos de guerra, o sólo fueron tres números más en las heladas listas de ese hombre sin sangre que escribió un libro helado donde describe los hechos acaecidos en el campo de concentración más terrible?

Pero por más que Kafka haya imaginado la vida en el mundo como algo ofensivo y humillante, estos asesinatos lentos y fríos no habrían de ninguna manera cabido en su imaginación y en su escritura. 

¿Pero quién mandó degollar al señor K?

5. De joven y de adulto el padre de Kafka era grueso de cuerpo y en el rostro se le marcaba el carácter autoritario y arbitrario. Pero luego de 1924, luego de la muerte del único hijo varón (veo con asombro las fotos de 1926 y 1930) se ve delgado y con un rostro anguloso e increíblemente parecido al de Franz. Como si ya anciano Hermann hubiera querido ser su propio hijo, como si hubiera sido su propio hijo

6. Esos grandes débiles, esos grandes solitarios del siglo XX, esos hombres asustados frente a los misterios y terrores del mundo, esos hombres colmados de historias de humillaciones y fracasos, como Kafka, Borges, Kavafis y Pessoa, no sólo fueron extraordinarios creadores de imaginación múltiple, sino se volvieron de una manera natural personajes de ficción.