Usted está aquí: domingo 6 de noviembre de 2005 Cultura Peligra el arte huichol, dice el maestro José Benítez; "hay que rescatarlo"

Plasma en sus cuadros su visión sobre la creación del mundo y la llegada de los dioses

Peligra el arte huichol, dice el maestro José Benítez; "hay que rescatarlo"

Las creaciones de ese pueblo indio, más reconocidas en el extranjero que aquí

ERICKAMONTAÑO GARFIAS

Ampliar la imagen Jos�en�z, premio Nacional de Ciencias y Artes 2003, en el rubro de artes y tradiciones populares. De su sombrero penden peque�figuras de chaquira FOTO Ericka Monta�arfias Foto: Ericka Monta�arfias

José Benítez pinta con hilos de estambre muy delgaditos. Sus cuadros hablan de la creación del mundo, de la llegada de los dioses, de dónde vinieron, de rituales y sacrificios. Es huichol, chamán y artista. Su labor se encamina a evitar que se pierda el arte de su comunidad.

"Ya llevo 40 años en esto, empecé casi de 20 años y hasta ahorita me he sentido bien. No me ha fallado la vista para hacer las pinturas y tengo ánimos de trabajar, de seguir haciéndolos", expresa Benítez Sánchez, quien en 2003 compartió el Premio Nacional de Ciencias y Artes con el caricaturista Gabriel Vargas en el rubro de artes y tradiciones populares.

En entrevista con La Jornada el maestro Benítez reconoce el peligro de desaparición que enfrenta el arte, no artesanía, de los huicholes.

"Los que elaboramos este arte en México somos pocos, muy pocos, lo que sí hay muchos son artesanos.

"El arte se puede perder cuando nosotros nos acabemos porque nuestros hijos parece que ya no les importa, se dedican a otras cosas. Hay otros que han dejado de hacer arte, ya sea por la edad o porque de plano ya no tienen ánimos de hacerlo. Por eso hay que rescatarlo, que se exhiba" en distintas partes del país.

José Benítez usa lentes, viste ropa bordada, lleva pulseras de chaquira y algodón y un sombrero del que cuelgan pequeñas figuritas elaboradas también con chaquira. Nació hace 67 años en San Pablito, un ranchito de la sierra huichola de Nayarit. Se hizo chamán (mara'arakame) cuando era niño y se le dio el nombre de Yucaye Kukame, que significa Caminante Silencioso.

Se diferencia de los artesanos huicholes porque en su trabajo importa el significado de cada figura y color, los cuales son el reflejo de los conocimientos, la energía y el poder que adquiere en cada uno de sus viajes al desierto, a los lugares sagrados de los huicholes.

Desde hace cinco lustros camina todos los años a Wirikuta (Real de Catorce), en un viaje que toma 33 días para llegar, otros 33 de regreso, más los días que se queda ahí. De esas experiencias nacen sus pinturas, que llegan a cotizarse en cien mil pesos o más y han sido exhibidas en distintos países del mundo, entre ellos Estados Unidos, Japón o Canadá.

Algunos de sus cuadros sirvieron para ilustrar el número más reciente de la revista Artes de México, dedicado al arte huichol, coordinado por Johannes Neurath, curador de la sala del Gran Nayar del Museo Nacional de Antropología. Benítez realizó además casi 50 cuadros que se exhiben en la sede de la revista, ubicada en Córdoba 69, colonia Roma.

El fenómeno más interesante que se está dando en este momento es que maestros como Benítez Sánchez se están haciendo famosos en México, afirma Neurath. "Han tenido mucho reconocimiento en el extranjero desde hace más de 20 o 30 años, pero aquí es muy reciente. Hasta hace poco se le consideraba una artesanía anónima, no arte moderno".

Hay más tradición de reconocer a artistas de otras etnias; por ejemplo, de Oaxaca, "pero entre los huicholes ha sido muy dominante el mercado de la artesanía, ellos están más presionados a producir cosas más bien baratas, bonitas, pero sin una mayor profundidad religiosa; además la gente no está dispuesta a pagar grandes cantidades por un cuadro. Los mismos huicholes reconocen que la artesanía es algo bonito, pero es sólo una copia, no tiene significado, nada más son dibujos y no tienen un valor espiritual y religioso".

De acuerdo con Benítez, una pieza es artesanía cuando se hace una copia de un cuadro, o éste se elabora de oídas.

"Si eres muy listo para copiar o para hacer las cosas, o sea por la necesidad, también se abaratan las cosas. Eso se llama artesanía. Otros repiten tal o cual cuadro. Les dicen hágame diez y ellos hacen las copias por ganar el dinero o por la necesidad. Entonces sí los hacen. Se abaratan las cosas.

"Un artesano no te dice cuál es el inicio del mundo, cuál es la llegada de los dioses al mundo, dicen qué es el peyote y qué es el venado sin haber ido al desierto, y entonces ahí es donde baja la calidad y el precio. El arte viene significando cómo llegaron los dioses, de dónde vinieron, qué hicieron al llegar aquí, antes de salir qué pasó, cuáles fueron y cómo se llamaban los primeros dioses, quién trajo el agua, quién representa el cuerpo del mundo.

"Eso es lo que yo represento en mis cuadros. He estudiado, he buscado, he ido al desierto para poder conocer, no mentir, para decir la verdad, la neta, la realidad, en qué parte viene la energía, dónde se consigue el poder.

"Los que hacemos el arte, la pintura, los cuadros, lo llenamos de energía, de respiración, de fe en lo que hacemos."

Mi misión, finaliza, "es seguir haciendo cuadros, ser chamán y a donde pidan mi obra voy".

 
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