Usted está aquí: sábado 5 de noviembre de 2005 Economía Después de Dios y el Papa está El Pelusa, consideran fanáticos

4A. CUMBRE DE LAS AMERICAS

Después de Dios y el Papa está El Pelusa, consideran fanáticos

ROSA ELVIRA VARGAS CORRESPONSAL

Mar del Plata, Arg., 4 de noviembre. "A mí no me importó nunca que Maradona consumiera drogas; así como lo amo yo, millones aquí lo amamos. ¡Es un monstruo único en el mundo, un extraterrestre! Nunca volverá a haber otro igual. El tiene ese don de Dios que le dio esas dos piernas y esa agilidad, esa mentalidad para definir, para jugar. Y cuando la gente lo divide como persona y como futbolista yo no coincido. ¡Yo lo quiero como todo!''

Desde las dos de la mañana, Diego Huertos ya no pudo dormir. Vive a cuatro cuadras de la estación del ferrocarril, adonde desde Buenos Aires llegó el Tren del Alba y ahí venía su ídolo para encabezar las protestas contra el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en el contexto de la cuarta Cumbre de las Américas.

Pero muchos tuvieron esa misma idea, lo cual frustró su ilusión, pues ante el temor de no poder controlar a la muchedumbre, El 10 debió descender casi clandestinamente. Y así, de nada le valió a su tocayo haber llegado a las cuatro de la mañana.

"¡Mirá el poder que tiene!", señaló ufano hacia el atiborrado estadio Polideportivo (irónicamete construido por la junta militar golpista para el Mundial de 1972). "Si esto lo hubiese convocado otra persona, no viene la gente. El cien por ciento viene por él y no tanto por protestar contra Bush."

Diego Huertos tiene 39 años y un hijo. Es un "porteño típico'', si bien desde hace algunos años vive en Mar del Plata. Pero ante todo, es uno más de esos miles de argentinos para los cuales Diego Armando Maradona es simplemente todo. "Yo lo veo a Maradona y lloro; soy un enfermo de Maradona.

"Si amás el futbol y tenés una edad más o menos donde lo viste jugar, es algo inexplicable. El primer Mundial donde lo vi fue en el de 1978 en Japón. Yo tenía 12 años y me levantaba a las cuatro de la mañana. ¡Una cosa de locos! No te importan los horarios, no te importa viajar ni ver a tu esposa. ¡No te importa nada! Es tratar de verlo aunque un minutito, saludarlo, gritar. Llorar. Todo eso me transporta a mí''.

Y todo es en serio. El asombro de su interlocutora no lo cohíbe. "Yo lo veo a Diego y me da una sensación de llorar, me trae emoción y más ahora que más de uno lo daba por muerto.''

Porque el genio del futbolista fue apenas el elemento para dar rienda suelta al culto a El Pelusa: "Cuando lo ves en el programa (de televisión) que está simpático, que se ríe, que no tartamudea más, que está flaco, que está bien pintón...¡bueno! Porque cuando estaba gordo, en los vicios, era una sensación horrible ver a tu ídolo en decadencia. Y los que alguna vez hemos probado algo, también sabemos del tema''.

Hay que entender a Maradona, expresa. "Es el tercer ser humano más famoso del planeta, después de Jesucristo y el Papa. Y no lo digo yo, lo dice la vida, los libros''.

 
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