Usted está aquí: jueves 3 de noviembre de 2005 Mundo Renuncia por escándalo el ministro de Trabajo y Pensiones británico

Retira Blair propuesta para la lucha antiterrorista

Renuncia por escándalo el ministro de Trabajo y Pensiones británico

AFP Y REUTERS

Londres, 2 de noviembre. Menos de seis meses después de su triunfal regreso al gobierno de Tony Blair, el ministro de Trabajo y Pensiones, David Blunkett, ciego de nacimiento, renunció al gabinete laborista -por segunda vez en menos de un año- en medio de una controversia sobre sus negocios.

Blunkett -cuya agitada vida amorosa ha sido objeto de un telefilme, e incluso de una obra teatral- dimitió en esta ocasión por acusaciones de conflicto de interés por su relación con la firma DNA Bioscience.

El ahora ex funcionario de 57 años afirmó que renunció para "proteger" a Blair de la controversia por su relación con una firma de biotecnología: "Dimití para proteger al gobierno de ser distraído de las políticas que está impulsando, de las reformas que está emprendiendo".

Blunkett será remplazado por John Hutton, de 50 años, una de las estrellas ascendentes del Partido Laborista, hasta ahora canciller del ducado de Lancaster, oscuro cargo que tiene rango de ministro.

Blunkett abandonó en la anterior ocasión su cargo como ministro de Interior tras acusaciones de haber facilitado la obtención de un visado a la niñera filipina de su amante, Kimberly Quinn, directora del semanario político conservador Spectator.

Y hoy renunció una vez más, tras haber estado varios días bajo el fuego de los conservadores, que lo acusaron de haber transgredido el Código Ministerial de Conducta al haber aceptado un puesto directivo en la firma de biotecnología DNA Bioscience.

La renuncia de Blunkett fue saludada por el líder conservador (saliente), Michael Howard, quien afirmó que debilita a Blair.

Mientras, Blair se echó atrás hoy respecto de una propuesta clave en la lucha antiterrorista para no arriesgarse a su primera gran derrota en el Parlamento desde 1997.

Los parlamentarios, incluyendo a los laboristas, estaban listos para rechazar un plan de gobierno para permitir a la policía detener sospechosos por hasta 90 días sin que hubiera cargos en su contra.

 
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