Jornada Semanal, domingo 30 de octubre de 2005        núm. 556

HUGO GUTIÉRREZ VEGA

ENTREVISTAS CON POETAS

Como dice Marco Antonio Campos, estos dos libros titulados Versos comunicantes son parte esencial de uno de los proyectos más interesantes que se han dado en nuestro idioma. Se trata de historiar la poesía moderna, pero sobre todo de escuchar las voces de los propios poetas hablando de su visión del mundo, de las complejidades de su oficio, de sus compañeros y de sus cultos y admiraciones. En suma, apuntando los datos necesarios para enunciar una poética personal y para ubicarse en un tiempo, una tendencia, una idea de la creación poética y, en muchos casos, para establecer su posición frente a la realidad sociopolítica y la propia e irreductible sustantividad de su ocupación de la palabra.

Para José Ángel Leyva un libro de entrevistas con poetas es "una caja de curiosidades que muestra sus contenidos en el momento que la abrimos". Su trabajo especialmente arduo, riguroso y ecuánime (en estos tiempos de banderías desplegadas se agradece la ecuanimidad) es, en efecto, una caja de Pandora de la que salen toda clase de fantasmas, obsesiones, dudas, certezas, alegrías y momentos de desaliento. No olvidemos que los entrevistadores no se limitan a inquirir sobre la superficie del poema sino que buscan sus orígenes y motivaciones más recónditas.

Leyva recuerda la frase de Montale, "no hay muerte posible para la poesía", para iniciar su exposición de motivos para las entrevistas. Se queja de la pedantería de algunos compañeros y de la proliferación de las capillas y círculos autorreferenciales, pero sigue adelante con su proyecto y consigue reunir un conjunto de voces "capaces de entregarnos los distintos rumbos que, en nuestra lengua y en el portugués, ha tomado la palabra poética". En el segundo volumen se entrevista a los siguientes poetas: Cintio Vitier habla de la revolución juanramoniana y de su influencia en todos los territorios del idioma y recuerda a Lezama Lima y a Eliseo Diego reconociendo su magisterio.

Elizabeth Shoón asegura que no se puede desligar el amor del proceso expresivo.

Carilda Oliver glosa su gran soneto "Me desordeno amor, me desordeno/ cuando voy en tu boca demorada/ y casi sin porqué, casi por nada/ te toco con la punta de mi seno."

Para Amanda Berenguer su iniciación a la poesía se da gracias a la presencia de Juan Ramón Jiménez, cuyo magisterio resalta en una buena parte de las entrevistas. Enzia Verducchi logra hacer a la poeta uruguaya un inteligente interrogatorio. (El hecho de que se unan a Leyva otros entrevistadores asegura una variedad de enfoques y de técnicas periodísticas.)

Ledo Ivo describe los rasgos principales del modernismo brasileño y recuerda la visita de Juan Rulfo a Brasil (Juan era un experto en literatura brasileña).

Ramos Rosa reconoce las influencias griegas en su poesía.

Cardenal en su Solentiname habla de Granada, León y los poetas de la vanguardia nicaragüense, Pasos, Coronel, Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Alfonso Cortés...

Rogelio Echavarria señala las ataduras que el periodismo cultural impone a sus hacedores y nos presenta las obras de Aurelio Arturo, Charry Lara, Mutis, Gaytán Durán y Arbelaéz.

Jorge Enrique Adoum piensa en voz alta cuando menciona a León de Greiff, Miguel Hernández y Maiakovski y deja constancia de su tarea al lado de Pablo Neruda.

Américo Ferrari reconoce el magisterio de Novalis y hace un recuerdo entrañable de Vallejo de Martín Adán.

En el poema "fracaso" encuentra Rafael Cadenas los claros vestigios de la lucidez... "lo demás es vanidad de vanidades, soledad de soledades que dijo el Eclesiastés", Decía Machado.

Donoso Pareja sabe que la infancia con todas sus imaginaciones es el territorio que alimenta al poema y navega por su río Guayas.

El asturiano Gamoneda, tan cercano a Rimbaud, Tzara, Saint-John Perse y René Char, confiesa que el poema nace "de una interiorización de vivencias en una subjetivación".

Jaime Jaramillo busca esas respuestas perfectas que tienen el carácter de un enigma. Su poética circula por esos sueños.

Isabel Fraire hace memoria de la Revista Mexicana de Literatura y cita con afecto a Juan García Ponce y a Sergio Mondragón. Su imagen de José Carlos Becerra es inteligente y emocionada.

Jaime Augusto Shelley tomó su propio camino después de la experiencia de "La espiga amotinada"... Su figura tulelar en la juventud fue Rimbaud.

Manuel Silva glosa a Carson McCullers ("the heart is a lonely hunter") cuando nos dice que el poeta es un cazador de imágenes, de figuras, de realidades y de deseos, mientras que Jaime Quezada testimonia su admiración por San Juan de la Cruz, alfa y omega de nuestra poesía, y nos habla de las profundidades de la poesía mapuche.

Manuel Antonio Pina trata el complejo tema de las relaciones entre la poesía brasileña y la portuguesa.

Francisco Hernández rememora su infancia en tierras veracruzanas y sus lecturas de Díaz Mirón, Nervo, Darío y Julio Verne. Nos hace pensar en el pedagogo de la española Institución Libre de Enseñanza, Patricio Redondo y de su magisterio inspirador. Por su parte, Juan Manuel Roca piensa en voz alta en novelas de Gabriel García Márquez y de Héctor Rojas Herazo que sirvieron de base a su quehacer poético.

José Vicente Anaya es un poeta caminante y observador del mundo, sus ruidos y silencios; Darío Jaramillo, según Leyva, hace que confluyan en sus versos "la energía de lo mundano, el rigor de la escritura, la oralidad y la reflexión".

Marco Antonio Campos viaja por el mundo, recorre las calles de la ciudad y pasea por los bosques y desiertos de su luminoso cuarto para vivir. Su entrevista se asoma a los mundos de nuestra literatura.

Nuno Judice nos habla de su primer libro publicado en México, Teoría general del sentimiento, de sus días lisboetas y de la constante presencia de Fernando Pessoa.

Este es un libro de entrevistas capaz de darnos un panorama contrastado de la vida poética iberoamericana.