Usted está aquí: domingo 30 de octubre de 2005 Opinión ANDANZAS

ANDANZAS

Colombia Moya

La fusión de Antonio Najarro

LA NOCHE DEL 26 de octubre, rodeado de espectacular publicidad, alfombra roja y conocidos personajes de la televisión y la sociedad mexicana, el joven Antonio Najarro al frente de su compañía Talent Danza se presentó en el teatro Pedregal con la obra Tango Flamenco, auspiciado por la Fundación Cultural Integrus, con la franca intención de conquistar al público mexicano.

SIN DUDA ALGUNA los atributos y antecedentes formativos y profesionales de este joven moreno claro, con ojos verdes de aguda mirada y pelo negro ensortijado que denotan en sí mismo interesante mezcla de razas y culturas, no sólo posee una larga lista de éxitos e interesantes experiencias en los foros de Europa y América, sino una audacia, valor e imaginación exorbitantes al proponer una fusión de la danza flamenca y el tango que, por mucho, no es nada fácil, aunque sí lo es en el sentido apasionado y arrebatador, por su fuerza y espíritu, que denotan cada una de estas dos importantes corrientes o expresiones de dos pueblos bravíos como son Argentina y España. La fusión parece casi lógica y fluye como anillo al dedo entre el océano inmenso de la música de Astor Piazzola, que es como agua para la danza; la creatividad de Najarro en el lenguaje corporal y diseño escénico es rica, equilibrada y muy trabajada en acentos y efectos precisos.

APOYADO EN UN grupo de 24 excelentes bailarines, amén de sí mismo, la compañía hermosa, fogosa y en absoluta entrega, denota como en su director las raíces del ballet y la danza contemporánea con especial énfasis, muy del estilo Graham, lo que abre toda posibilidad de lograr unidad y precisión, basados en estas férreas disciplinas, así como trabajo grupal que roba el corazón de la gente.

CON ELLOS ESCUCHAMOS los más complicados zapateados de algunos palos flamencos, también limpísimos palillos o castañuelas, brazos y torsos dúctiles y elásticos moviéndose como serpientes, enfundados los unos en traje negro formal y ellas ya de rojo al corte de los años 20 o faldas de colores suaves y olanes volátiles en texturas contrastantes que en un momento dado van quitándose y dejando en el foro.

A LO LARGO del espectáculo, Najarro hace patente su creatividad al incluir el movimiento de las telas como parte de la danza, ya sea usándolas en larga extensión, como cubre cabeza, capa, cola, rebozo, o enrrollándose en ella por los suelos para darnos el efecto de una gran membrana, parte del cuerpo en movimiento de donde surge la bailarina estupenda.

ASI, LAS DIFERENTES danzas van desarrollándose con intervalos musicales interpretados en la parte flamenca por el grupo Jarcamora, ampliamente ovacionado, y en la argentina por el ensamble Nuevo Tango, quienes también se lanzan con singular entusiasmo a diversas libertades rítmicas instrumentales en su importante participación en la llamada fusión tango-flamenco que Antonio Najarro ha decidido abordar.

ES TANTA SU pasión, inspiración y entusiasmo al sumergirse en algo tan avasallador como es el tango y el flamenco, así como su indiscutible talento y preparación, que no dudamos que en algún momento estas dos inmensas corrientes se desprendieran poco a poco del exceso de referencias técnicas que no son tan necesarias en realidad, pues una vez que estén bien fundidas unas con otras, el cruce de caminos, el sincretismo cultural por sí mismo nos lo dirá todo y propiciará un sólido estilo personal.

ESTE CAMINO DE Najarro, arduo pero muy interesante y excitante de transitar, promete mucho más que el aplauso enorme y espontáneo de un público agradecido y seducido, incondicionalmente, sino toda una serie de promesas esbozadas en su obra como la corriente mora o árabe y la vorágine de ritmos modernos con su profunda raíz africana y carga de sensualidad, donde el erotismo incomparable del tango no necesita el reflejo lírico de un pas de deux.

EL ENORME APLAUSO final demostró que hay un público dispuesto a saborear todas las virtudes y aciertos de este valioso grupo de músicos y bailarines con la pasión desatada del gran artista Antonio Najarro, poseído hasta el tuétano por el embrujo prodigioso de la danza.

VAYA A VERLO en el Teatro Pedregal, en Iglesia 270, esquina Eje 10 Sur, colonia Tizapán. Hoy es el último día para ver algo que gusta a todos: el tango y el flamenco.

 
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