Usted está aquí: domingo 30 de octubre de 2005 Espectáculos El Live 8, un embuste que no allegó fondos frescos a Africa

La gente no debe dejarse engañar por las celebridades, advierte economista senegalés

El Live 8, un embuste que no allegó fondos frescos a Africa

Para muchos, la organización del acto simboliza la dañina conducta de Geldof y Bono

El músico se robó la campaña para una causa diferente, comprometida con el libre mercado, dicen

STUART HODKINSON THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen La ciudad de Londres fue la sede principal del Live8. En la imagen, el Big Ben reflejado en un estanque con hojas oto�s en la Plaza del Parlamento FOTO Ap Foto: Ap

¿Alguien recuerda que la pobreza iba a pasar a la historia? Parece que fue hace mucho tiempo cuando 200 mil personas se lanzaron a Edimburgo para manifestarse ante los líderes del G-8 como parte de una campaña sin precedente por la justicia global. Ese mismo 2 de julio, Bob Geldof organizó conciertos musicales en nueve países con el título genérico de Live8.

Las demandas eran claves y razonables: los países ricos debían canalizar ayuda conforme a sus promesas de 35 años; cancelar las deudas de las 62 naciones más pobres, fijar fechas para la abolición de subsidios y otros apoyos proteccionistas a los agricultores occidentales, y dejar de imponer la liberalización y la privatización a países pobres, ya fuera en negociaciones comerciales o como condición para ayuda humanitaria o condonación de deuda.

Seis días después, a la sombra de los bombazos del 7 de julio en el centro de Londres, la reunión de Gleneagles concluyó con aplausos de las estrellas del rock. "Ha sido la cumbre más importante que se haya dado para Africa", declaró Bob Geldof en conferencia de prensa. "No hay equivocaciones: Africa y los pobres de ese continente han recibido más en los pasados tres días que en todas las cumbres anteriores: en ayuda, 10 de 10; en deuda, ocho de 10; en comercio, está claro que esta reunión decidió que ya no debe haber liberalización forzada. Es un resultado serio y excelente".

Bono, con voz quebrada por la emoción, estuvo de acuerdo. "Hablamos de 25 mil millones de dólares frescos... el mundo habló y los políticos escucharon". Periodistas y participantes en la campaña estallaron en espontáneo aplauso; los medios encabezaron sus notas del día siguiente con el veredicto de "misión cumplida" de Geldof.

"Nos fastidiaron"

Pero en tanto los millones de adherentes a la campaña Que la pobreza pase a la historia (MPH, por sus siglas en inglés) y organizadores del Live8 festejaban, en los más altos estratos de la campaña se desataba el pandemonio. "Nos fastidiaron", gritó al teléfono un funcionario de prensa de una organización británica de desarrollo.

Y vaya que sí. Momentos antes, Kumi Naidoo, veterano activista anti apartheid y actual presidente de la organización internacional que cobija al MPH, Llamado Global a la Acción contra la Pobreza (conocida como G-Cap), había dado la respuesta oficial de la coalición. "La gente gritó, pero el G-8 susurró. La promesa de entregar más ayuda para 2010 es como esperar cinco años para responder al tsunami", dijo.

Funcionarios de MPH sabían que los anuncios del G-8 sobre ayuda, comercio y deuda no sólo eran del todo inadecuados para ayudar a los países pobres a alcanzar las metas de desarrollo de la ONU hacia 2015, sino también falsos. Más de la mitad de la prometida ayuda por 50 mil millones de dólares -que no se entregaría hasta 2010- no era dinero fresco, sino una deshonesta amalgama de viejas promesas, futuros presupuestos de ayuda y condonación de deuda. Y pese a la declaración de que "los países pobres deben sentirse libres para decidir sus políticas económicas", sólo Gran Bretaña anunció que no volvería a condicionar la ayuda a reformas de libre mercado... promesa que más tarde rompería en el acuerdo sobre deuda del G-8.

Estados Unidos, en contraste, dejó en claro en Gleneagles que los aumentos requerirían "liberalización en reciprocidad" en los países en desarrollo. Peor aún, como explica Yifat Susskind, directora asociada de la organización de derechos humanos de la mujer, Madre, radicada en Estados Unidos, la "cuenta del desafío del milenio" de Bush, elogiada por Bono y Geldof, "expresamente condiciona la ayuda a cooperar con la 'guerra al terror' de Washington".

El muy elogiado acuerdo de reducción de deuda del G-7 (G-8 menos Rusia) por "55 mil millones de dólares", en el cual 18 países -14 africanos- recibirían "cancelación multilateral de 100 por ciento de su deuda" y serían seguidos en breve por otros 20, resultó un engaño similar velado por las estrellas del pop. En realidad, el G-7 sólo acordó asumir los pagos de deuda de esos países con tres de los 19 acreedores multilaterales del planeta: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Africano de Desarrollo (BAD), lo cual significa que continuarán cargando con las deudas paralizantes que tienen con los otros 16.

Y esos 55 mil millones valdrían menos de mil millones al año, suma de los pagos anuales de intereses al BM, el FMI y el BAD por los 18 países juntos. Para ponerlo en contexto, las naciones africanas tienen deudas por 295 mil millones de dólares, después de haber pagado 550 mil millones en intereses sobre préstamos por 540 mil millones entre 1970 y 2002. En 2003 los países en desarrollo pagaron 23 mil 600 millones de dólares en servicio de su deuda.

Pese a la promesa del G-8 de que el alivio de deuda sería "incondicional", los 18 países seleccionados acababan de completar nueve años de ajuste estructural neoliberal conforme al esquema de Países Pobres Altamente Endeudados del FMI y el BM. También, las 20 naciones elegidas para cancelación de deuda tendrían que someterse a ese proceso. Por cada dólar recibido para alivio de deuda, los países pobres perderán un dólar en ayuda.

Un silencio ensordecedor

Como dice Eric Toussaint, del Comité para la Abolición de la Deuda del Tercer Mundo, con sede en Bélgica: "Este precioso financiamiento sólo se entregará si los países cumplen 'criterios políticos específicos': más largos años de privatización y liberalización... Geldof mintió al decir que los condicionamientos habían terminado". Lo mismo ocurre con el comercio: al contrario de lo que anunció Geldof, el G-8 no decidió que los países ricos dejarían de obligar a adoptar medidas neoliberales de comercio.

Pese a casi un año de cabildeos para que los países del G-8 cambiaran de rumbo para cumplir las metas de desarrollo del milenio de la ONU, la reunión de Gleneagles, según Claire Melamed, de Ayuda Cristiana, fue "una grave desilusión". El economista senegalés Demba Moussa Dembele, del Foro Africano sobre Alternativas, lo expresa con más fuerza: "La gente no debe dejarse engañar por las celebridades: Africa no recibió nada".

El respaldo de Geldof y Bono al acuerdo del G-8 representó un golpe para muchos de la campaña Que la pobreza pase a la historia, pues aseguró que los temas de Africa, la pobreza y el desarrollo desaparecieran de la luz pública pocos días después del fin de la cumbre. Ahora, cuatro meses después, el silencio de MPH es ensordecedor.

El debate es más intenso sobre la organización del Live8, que para muchos ha venido a simbolizar la dañina conducta de Geldof y Bono. "Había millones de espectadores, pero, ¿cuál fue el análisis?, ¿cuál fue el mensaje?", pregunta Charles Abugre. "Sólo se habló de donativos y caridad".

Poco se ha informado de la amarga reacción de la mayoría de miembros de la campaña MPH hacia los conciertos, organizados por separado por Geldof, no sólo porque hicieron sombra a la manifestación del 2 de julio en Edimburgo, sino porque sienten que el Live8 y Geldof se robaron la campaña para una causa diferente. Su énfasis no fue en la pobreza global, sino en Africa. Y sus demandas no eran las de MPH, sino las de la Comisión para Africa, grupo de trabajo patrocinado por el gobierno, comprometido con el capitalismo de libre mercado.

La indignación de la coalición se ha intensificado por revelaciones sobre el trato paternalista dado por los de la campaña pro Africa y su relación con trasnacionales que operan en ese continente. Firoze Manji, codirector de Fahamu, red africana de justicia social y miembro de G-Cap, recuerda que la coalición africana había planeado un concierto en Johannesburgo a principios de julio. Según Manji, Geldof lo canceló para dar preferencia al Live8.

Después de excluir a artistas africanos del concierto de Londres, Geldof dio luz verde al concierto llamado Africa Llama, que se organizó de prisa en Cornwall. Entre los patrocinadores estaban Nestlé, acusada de beneficiarse de la epidemia de VIH/sida en Africa al vender más sustitutos de leche; Río Tinto, la mayor corporación minera del mundo, condenada por presuntos abusos de los derechos humanos y por daños al medio ambiente, y la mayor fabricante británica de armas, BAE Systems, la cual, según Mike Lewis, de la Campaña Contra el Comercio de Armas en Gran Bretaña, está "instigando conflictos en toda Africa".

Sin embargo, el fracaso de la campaña MPH en lograr sus demandas políticas no debe atribuirse únicamente a Geldof y compañía. Al confiar más de la cuenta en el cabildeo, las celebridades y los medios; al diluir las demandas acordadas por grupos activistas en el Foro Social Mundial y legitimar la cumbre del G-8, la campaña estaba condenada desde el principio.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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