Usted está aquí: viernes 28 de octubre de 2005 Opinión Orígenes del Quijote

José Cueli

Orígenes del Quijote

Expresaba en mi artículo anterior los ''gestos" que le dan el escenario al Quijote y me refería a las veces que aparecen los verdes en la obra. Llama la atención en la misma forma las comidas, la vestimenta, de figuras producto de sus delirios, las ''armas", etcétera.

Paul Groussac, director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires a finales del siglo XVIII, tuvo interesantes intuiciones sobre la concepción del Quijote por su autor.

''¿Cómo vino a Cervantes la idea y qué primer elemento originario o real fue la simiente de que debía brotar el árbol robusto, porque en la literatura nada hay que nazca y no existe la generación espontánea?"

No es posible que hubiera guardado en el fondo de su memoria en estado ''inconsciente", el raro recuerdo de cierta -caballería cristiana- publicada hacia 1570, en su villa natal; presentado la contraposición de los desvaríos y ficciones de Amadís y sus semejantes. Esta impresión perdida se reavivó de repente como suele ocurrir al choque de otra impresión (¿la escritura interna a la que me he referido?) reciente y análoga.

''Por mi parte -dijo Groussac-, creo tan poco en la creación que me inclino a suponer alguna sugestión externa; el discurso de un maniático, la vista de un tipo grotesco, capaz de producir el impulso inicial.''

Más ''nadie ha puesto -dice Rodríguez Marín- en tela de juicio que todas o las más novelas ejemplares, se fundan en hechos ciertamente acaecidos, si bien Cervantes mezclaba de tal manera lo imaginario con lo real que hoy, a largo trecho de aquella época, haya de ser harto difícil e imposible a veces, separar un elemento de otro y reconstruir sobre sólidas pruebas los documentos humanos de que se sirvió para pintar sus lindísimos cuadros, todavía y perdurablemente asombro del mundo".

Cervantes halla, junto con el lenguaje de la vida misma, el habla anterior de las palabras. Añade al lenguaje hablado otro y procura darle a éste, cuyas misteriosas posibilidades se han olvidado, su vieja eficacia mágica, su eficacia hechizadora integral.

No en balde Sigmund Freud había leído a Miguel de Cervantes Saavedra al escribir su díficil Proyecto de una psicología para neurólogos, una de las bases del pensamiento del filósofo francés Jacques Derrida, que da paso a revivir el mundo de la ''grafía", la escritura interna, desplazada por la racionalidad occidental.

 
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