Usted está aquí: viernes 28 de octubre de 2005 Opinión ECONOMIA MORAL

ECONOMIA MORAL

Julio Boltvinik

En el país de las maravillas

El INEGI construyó un mundo rural de fantasía

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente

LA REALIDAD SOCIAL de conglomerados tan amplios como un país rebasa las capacidades de observación de cualquier persona. Sólo el esfuerzo colectivo permite recopilar (mediante registros administrativos, censos y encuestas) suficiente (y sistemática) información para proveer las bases de una visión del estado de la nación, a la que podemos llamar la autoconciencia nacional. Ni los individuos ni las naciones pueden orientar su vida si no tienen autoconciencia de su situación. Si su autoconciencia es falsa orientarán su vida de manera errónea.

POR LA IMPORTANCIA que ello reviste, en México se creó, desde el siglo XIX, una institución centralmente responsable de la estadística nacional, lo que culminó 101 años después, con la creación y desarrollo del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), el cual cumple la invaluable función de proveer a la nación de los elementos primarios para que ésta alcance una autoconciencia verdadera.

LA EVOLUCION DE esta importantísima institución no ha concluido. Recientemente (4 de octubre pasado) en la Cámara de Diputados aprobamos con cambios, y por tanto devolvimos al Senado, una minuta que había aprobado, la cual contiene una reforma el artículo 26 de la Constitución, para otorgar la autonomía plena al INEGI. Aunque el proceso de esta reforma puede empantanarse en los detalles, lo claro en este momento es que la autonomía plena del INEGI, similar a la del IFE, tiene el consenso de todos los partidos políticos. La nación está consciente de que el organismo que provee las observaciones básicas para su autoconciencia no puede estar encabezado por un empleado del presidente de la República que le deba su puesto y su lealtad, porque eventualmente puede entrar en conflicto la función de espejo fiel (indispensable para la veracidad de la autoconciencia) con la de em-pleado fiel.

DESDE QUE SE DIERON a conocer los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del 2002 (ENIGH 2002), la opinión pública los recibió con escepticismo. Mostraban un incremento (respecto a la ENIGH 2000) en los ingresos por persona en 90 por ciento de los hogares del país con menores niveles de ingresos en un periodo de recesión económica, lo que significaba la disminución de la pobreza y de la desigualdad (porque arrojaba que, por el contrario, el ingreso por persona disminuía en el 10 por ciento de los hogares más rico).

CONJUNTAMENTE CON LA profesora Araceli Damián, de El Colegio de México, he venido mostrando, desde 2003, que el diseño de la ENIGH 2002 y de la ENIGH 2004 (las dos que se han dado a conocer durante la presente administración), no es comparable con el de las ENIGH previas, en particular con la de 2000. Esto puede verse en varias entregas de Economía Moral y en diversas publicaciones mías y de la mencionada profesora (especialmente en sus artículos en El Financiero). Igualmente, la Comisión para América Latina de las Naciones Unidas (Cepal), en su Panorama social de América Latina, expresó, mediante un recuadro específicamente referido al tema, sus dudas sobre dicha comparabilidad. Debe señalarse que el aumento en los ingresos por persona, según las ENIGH 2002 y 2004, ocurre sobre todo en el medio rural, área en la cual la Cepal ubica los mayores problemas de la ENIGH 2002. Dados estos severos problemas, nos habíamos abstenido de calcular la pobreza en México mediante el Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP), que desarrollé en 1992 y que he venido usando desde entonces para conocer la evolución de la pobreza en el país.

SIN EMBARGO, RECIENTEMENTE emprendimos dicha tarea para comparar la pobreza en el país en 2004 con la prevaleciente en 2000. Al hacerlo, los resultados para el medio rural (localidades menores de 2 mil 500 habitantes) resultaron muy extraños, por lo que empezamos a mirar con mayor detalle cada uno de los numerosos indicadores del nivel de vida que se utilizan en el MMIP para medir la pobreza. Con esta mirada cercana el panorama rural resultante es tan inverosímil que es difícil encontrar calificativos adecuados. De ahí el título y subtítulo de esta entrega de Economía Moral.

EN EL CUADRO se presentan algunos de los indicadores que muestran el sorprendente cambio (a velocidad de la luz) que habría ocurrido en el medio rural del país entre 2000 y 2004. Como se aprecia, los hogares rurales (localidades menores a 2 mil 500 habitantes) habrían observado incrementos fantásticos en sólo cuatro años en nueve indicadores de logro en el nivel de vida: uno mayor a 280 por ciento, en conexión al drenaje público; tres mayores a 100 por ciento: excusado con conexión de agua, servicio de recolección de basura y agua entubada dentro de la vivienda; uno mayor a 80 por ciento: lavadora en el hogar; uno mayor de 60 por ciento: utilizan gas para cocinar; y tres mayores de 40 por ciento: asegurados en el IMSS, cuartos totales en la vivienda y refrigerador en el hogar.

NOTESE QUE, EN cuatro casos, todos asociados a las condiciones sanitarias de la vivienda (los indicadores de drenaje, excusado, agua entubada y basura), "los avances" en sólo cuatro años son mayores a los logros acumulados en la historia previa del país y, en el caso de la conexión a drenaje público, lo logrado, dotar del servicio a 26 por ciento de las viviendas del medio rural, equivale a casi el triple del logro previo acumulado (9.1 por ciento).

SI HUBIESE HABIDO un viraje en la política social que se hubiese volcado a mejorar la infraestructura social rural, que explicase este brusco cambio en las condiciones de vida del medio rural, podría quizás considerarse la verosimilitud de las cifras. Pero no ha ocurrido nada de este carácter ni remotamente. Por el contrario, la política social federal se ha orientado cada vez más al otorgamiento de transferencias monetarias a los hogares, sin cubrir la dotación de infraestructura social, en particular en el medio rural.

LAS ENCUESTAS SON procedimientos estadísticos para estimar, a través de la observación de una muestra, ciertos rasgos del universo. Una manera de evaluar una encuesta es contrastando sus resultados contra datos observados en el universo de hogares, cuando se cuenta con ellos. En ocho de los nueve indicadores anotados en el cuadro no se cuenta con observaciones del universo (que en este caso son todos los hogares del medio rural), ya que esta observación sólo se puede hacer mediante censos o conteos de población. En este momento se está terminando el levantamiento del Conteo de Población 2005, de tal manera que cuando se cuente con los resultados podremos evaluar, con datos externos, estos ocho indicadores. Ojalá no se haya malogrado dicho levantamiento como resultado de la inaccesibilidad (y la huida de la población) en las zonas afectadas por los terribles huracanes recientes.

PARA EL INDICADOR de asegurados en el IMSS, en contraste, sí contamos con datos del universo provenientes de los registros administrativos de la institución, pero carecemos del desglose urbano y rural. De esta manera, sólo podemos hacer el contraste en el total nacional. Veamos si, a pesar de ello, nos otorga un elemento de juicio para evaluar la calidad de la ENIGH 2004 (y/o su comparabilidad con la de 2000). En primer lugar, según las ENIGH de 2000 y de 2004, la población asegurada en el IMSS a nivel nacional pasó de 10.474 millones en el año 2000 a 11.926 millones en 2004, un incremento de 1.45 millones que significan un crecimiento de 13.9 por ciento, que podríamos juzgar acelerado.

DE ACUERDO CON las cifras del portal electrónico del IMSS (que permite observar el universo), los asegurados temporales y permanentes pasaron de agosto de 2000 a agosto de 2004 de 12.736 millones a 12.504 millones, una disminución de 1.8 por ciento. La primera conclusión, como se aprecia, es que las ENIGH ni siquiera estiman correctamente el signo de la evolución de la variable. Si no tuviésemos otra fuente para estimar la evolución de la población asegurada en el IMSS (concepto que no incluye a los familiares asegurados, sino sólo a los trabajadores asegurados), las ENIGH de 2000 y 2004 nos llevarían a concluir que habría habido sustancial aumento en dicha población.

EL OBSERVADOR INSTITUCIONAL que hemos designado los nacionales para formar nuestra autoconciencia, el INEGI, nos lleva, con las ENIGH 2000 y 2004, al engaño: nos muestra un país que progresa en su cobertura de la seguridad social, cuando la realidad es exactamente la opuesta. Según las ENIGH, el aumento de la población asegurada habría ocurrido tanto en el medio rural como en el urbano. Pero el aumento rural es, como se muestra en el cuadro, espectacular. En sólo cuatro años habríamos cubierto una población rural adicional (356 mil) igual a la mitad de todo lo logrado en la historia previa (731 mil). La evidencia del universo, escasa como es, confirma que las ENIGH no son comparables. Lo absurdo de las cifras rurales lo comprueba.

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