Usted está aquí: jueves 13 de octubre de 2005 Mundo Se suicida el ministro del Interior sirio

Rumor de que sería acusado de la muerte de Hariri

Se suicida el ministro del Interior sirio

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Imagen de archivo de Ghazi Kenaan, ministro del Interior sirio que se suicid�er, mientras era investigado por el asesinato del ex primer ministro liban�Rafiq Hariri FOTO Ap Foto: Ap

"Sólo piénselo", me había dicho Ghazi Kenaan con su sonrisa sin alegría. "Terry Waite vino aquí a rescatar a los rehenes, ¡nada más logró que lo secuestraran!" La sonrisa se desvaneció. El brigadier general, Ghazi Kenaan, con su cara de boxeador y sus pequeños puños apretados, realmente creía que era chistoso que en 1987 el enviado del arzobispado de Canterbury fuera secuestrado cuando trataba de asegurar la liberación de occidentales en Líbano.

El manejaba la ironía. Y también la brutalidad. En el sótano del hotel Beau Rivage, que él convirtió en su cuartel como jefe de la inteligencia militar siria en Líbano, había celdas, conexiones eléctricas y otros hombres que eran más evidentemente brutales.

Tenía poder y lo usaba. Cuando combatientes de Hezbollah atacaron a una compañía de tropas sirias en Beirut, envió a sus hombres a arrasar uno de sus salones sociales y a matar a todo el que se encontrara ahí, incluidas dos mujeres libanesas.

Los cadáveres fueron amontonados en un camión del ejército sirio que se dedicó a circular lentamente por las calles del suburbio de Basta, en Beirut, para que la población los viera. Con Ghazi Kenaan no se juega. No parecía el tipo de hombre que se suicidaría, que es lo que los sirios afirmaron el miércoles.

La agencia noticiosa siria afirmó que Kenaan, hoy ministro del Interior, se mató en su oficina de Damasco a las 11 de la mañana, horas después de haber hablado para una estación de radio de Beirut sobre el asesinato, el 14 de febrero pasado, del ex primer ministro libanés, Rafiq Hariri.

El mayor general Kenaan -ese era su rango actual- también fue interrogado hace tres semanas por la comisión de la ONU que investiga el ataque con bomba contra el convoy de Hariri. Por lo pronto, cuatro generales libaneses pro sirios que trabajaron estrechamente con Kenaan, han sido arrestados por los investigadores de Naciones Unidas.

"Creo que esta podría ser la última declaración que daré", dijo proféticamente a la estación La Voz de Líbano, horas antes de su muerte. "Mi testimonio (a la ONU) tenía como fin arrojar luz sobre una era en la que servimos a Líbano. Quiero dejar claro que nuestra relación con nuestros hermanos en Líbano se basa en el amor y el mutuo respeto. Hemos servido a Líbano con honor y honestidad". Los libaneses podrían disentir.

Antes de salir de Bierut rumbo a Damasco, Kenaan se vio envuelto en un escándalo de corrupción de bienes raíces. Se acusa a funcionarios de la inteligencia siria mujabarat, de hacerse ricos en Líbano. Este tipo de acusaciones vergonzosas en su contra ya existían antes de ser nombrado ministro del Interior.

Desde luego, habrá muchos libaneses y sirios que estarán esperando ver si su sucesor como comandante de la inteligencia, el general Ghazali Rustum, también se suicidará sorpresivamente. Ghazali encabezaba el aparato sirio de inteligencia cuando Hariri fue asesinado.

¿Se suicidó Kenaan, o la inteligencia del partido Baaz decidió que era muy peligroso dejarlo con vida? El Kenaan que yo conocí nunca me pareció suicida. Cuando los secuestradores dominaban las calles de Beirut, cazando a los pocos occidentales que quedaban en la ciudad, Kenaan me ofreció que ambos saliéramos a correr juntos, del hotel Beau Rivage al Bain Militaire, en el oeste de Beirut. Así los secuestradores me verían con él y ninguno se atrevería a lastimar al "amigo" de tan poderoso agente sirio. El mismo Kenaan salía a correr todas las maanas durante la guerra civil en Beirut, solo. Porque era demasiado peligroso atravesársele.

Una vez le pregunté si tenía contacto directo con el presidente sirio, Hafez Assad. "Claro", respondió. ¿Y cómo? "Con este teléfono que está detrás de mí". Le pregunté qué tan seguido llamaba al presidente. Kenaan sonrió ampliamente. "Es teléfono de una sola vía", se rió. "El puede llamarme ¡yo no puedo llamarlo!"

Así termina una era, pero de la manera más sensacionalista. Que un hombre de tanto poder se quite la vida en Damasco demuestra su culpa por la muerte de Hariri, o bien, el temor del partido Baaz ante la investigación de la ONU.

Detlev Mehlis, el investigador alemán en jefe, interrogó personalmente a Kenaan en un hotel cercano a la frontera siria y durante tres semanas; se rumoró que el ministro del Interior de Siria sería acusado del crimen.

¿Debemos esperar más arrestos? ¿O más misteriosos suicidios en los pasillos sirios del poder?

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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