Usted está aquí: martes 11 de octubre de 2005 Opinión El precio de las bombas

Pedro Miguel

El precio de las bombas

E l gobierno de Pervez Musharraf gasta un dineral en armas atómicas capaces de causar catástrofes mucho peores que un terremoto en las ciudades de los infieles. La CIA minimiza tales presupuestos de manera inquietante. La dependencia gringa afirma en su Factbook del presente año que el presupuesto militar de la nación asiática es, según las cifras de la misma fuente, de sólo 3 mil 848 millones de dólares, apenas dos tercios del de México, para poner una referencia conocida (6 mil 43 millones) y un tercio del gasto militar de Turquía (12 mil 155 millones), cuyo gobierno es harto belicoso. Muy productivos han de ser los militares de Islamabad para haberse hecho, con tan poco dinero, de un arsenal nuclear, por no hablar de unas fuerzas aéreas que no son lujo de fin de semana.

Tal vez la clave de tanta eficiencia se encuentre, también, en los pertinentes ahorros logrados por Pervez Musharraf en otras áreas. Por ejemplo, en el rubro de salud, México destina 550 dólares al año por habitante; Turquía, 420, en tanto que Pakistán cura a cada uno de sus enfermos, en promedio, con sólo 62 dólares anuales, a decir de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en cifras de 2002. Ciertamente tales números no dan pie para concluir que los niveles de atención médica en el país latinoamericano o en lo que queda del imperio otomano son excelentes, y ni siquiera satisfactorios, toda vez que una nación promedio del primer mundo, como Austria, realiza un gasto en salud de 2 mil 200 dólares por habitante.

En todo caso, la comparación permite imaginar lo fácil que ha de ser morirse para el grueso de los enfermos paquistaníes: por donde quiera que se le vea, esos 62 dólares -56 pesos mexicanos mensuales para cada uno- no dan para construir hospitales suficientes, adquirir ambulancias y ni siquiera cuadros básicos de medicamentos para una población de 162 millones de habitantes que se apretujan en una superficie de 804 mil kilómetros cuadrados, equivalente a menos de la mitad del territorio mexicano y que es, en su mayor parte, seca y desértica. Dice la CIA que en la nación asiática existe el "alto riesgo" de contraer infecciones intestinales, hepatitis A y E, tifoidea, dengue, malaria y leshmaniasis, entre otros padecimientos.

Lo anterior, a su vez, acaso permita entender la situación de los paquistaníes golpeados por el más reciente terremoto, ése sí de alta eficiencia, que sólo en la parte de Cachemira controlada por las tropas de Islamabad, pudo causar 30 mil muertes. Para qué hablar de los heridos, que en la cuenta del domingo pasado iban ya por encima de 42 mil, ni de los millones de damnificados. Y no: no hay ambulancias ni hospitales ni gasas ni suero ni antibióticos ni médicos ni camas ni guantes quirúrgicos ni aparatos de rayos x ni manuales de primeros auxilios ni albergues ni brigadas de rescate ni agua ni comida ni sombra.

Los bebés atómicos son caprichosos y requieren de cuidados caros y precisos. Los condenados de la tierra sabrán comprenderlo y excusarlo, para que el gorila Musharraf siga reinando y comprando juguetes nucleares por muchos, muchos años.

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