Usted está aquí: lunes 10 de octubre de 2005 Política Descarta Woldenberg que el dinero sea factor central en los comicios de 2006

El IFE difícilmente podrá ser rebasado por la polarizada situación política, confía

Descarta Woldenberg que el dinero sea factor central en los comicios de 2006

Bajo su conducción el organismo aplicó las multas más altas de la historia a PRI y PAN

Hay lagunas para regular precampañas y no se ha avanzado en las reformas, considera

ALONSO URRUTIA

Ampliar la imagen El ex consejero presidente del Instituto Federal Electoral, Jos�oldenberg, en imagen de archivo FOTO Carlos Ramos Mamahua Foto: Carlos Ramos Mamahua

Bajo su conducción al frente del Instituto Federal Electoral (IFE), el organismo aplicó las multas más elevadas de la historia por los malos manejos financieros del PRI y el PAN; ahora, dedicado a la academia y a dirigir la revista Nexos, José Woldenberg, ex consejero presidente del organismo, sostiene: ''Si bien en materia de gastos partidistas y acceso a los medios de comunicación falta mucho por legislar, no será el dinero el factor central que decida las elecciones de 2006; va a haber campañas disputadas con tres fuerzas consolidadas que impedirán una relación mecánica gasto-votos; esto es mucho más complejo''.

Con diez años de experiencia en el IFE -primero como consejero ciudadano y luego como consejero presidente-, Woldenberg habla en entrevista con ocasión de los 15 años que ese organismo cumple como institución fundamental de la democracia mexicana. Aun sin reformas en casi una década que apuntalen su fortaleza, la institución difícilmente podrá ser rebasada por la polarizada situación política, sostiene.

¿Cómo?, se pregunta. ''¿Quién elabora el padrón? ¿Quién elige los consejos estatales y distritales? ¿Quién elabora el Programa de Resultados Electorales Preliminares? ¿Quién capacita a los funcionarios? ¿Quién hace la fiscalización? El IFE'', responde, y lo ha hecho y lo seguirá haciendo bien, aun con la misma ley, que lo único que ha demostrado es que aquella reforma de 1996 fue realmente profunda.

-El prestigio del Instituto Federal Electoral siempre había ido creciendo, pero ahora existe la percepción de una autoridad débil -se le hace notar.

-No lo creo. El IFE tiene muchos recursos legales y seguramente los va a ejercer. Es una autoridad, no es ni débil ni fuerte, tiene una serie de facultades que va a ejercer, que lo van a convertir en el organizador y el árbitro de la contienda de los partidos. ¡Hombre! El Instituto Federal Electoral ha hecho ya cinco elecciones, ésta es la sexta, están dados todos los elementos normativos, institucionales y humanos para que cumpla bien su función otra vez.

La ambiciosa reforma electoral de 1996

Ese marco normativo deriva de una reforma ambiciosa de 1996, donde se revisó lo fundamental de la agenda electoral: se modificaron órganos y procedimientos para inyectarle mayor imparcialidad; cambiaron las normas para generar condiciones de mayor competitividad; se creó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), para que fuera a través de la vía jurisdiccional como se desahogaran todas las controversias; se modificó la fórmula de integración del Congreso; cambió el Gobierno del Distrito Federal.

''Esto no quiere decir que no haya algunas lagunas que por desgracia no se atendieron a tiempo. Hubiese sido conveniente regular precampañas y dotar al IFE de mayor capacidad de fiscalización. No se hizo. Si surgen nuevamente quejas similares a Amigos de Fox, seguramente el instituto va a tener que volver a recorrer todo el camino que en su momento hizo en ese caso.''

Los retos de la democracia ya no son electorales

-¿Las armas legales son suficientes para los nuevos retos de la democracia mexicana? -se le pregunta.

-Los retos de la democracia mexicana ya no están en la democracia electoral. No podemos dar de vueltas a la misma noria toda la vida. Las reformas electorales por supuesto que estuvieron en el centro, porque había que construir un sistema de partidos equilibrado y crear un sistema electoral que absorbiera cualquier resultado. Eso ya se logró.

''La nueva agenda de la democracia ya no está en la creación y recreación de la pluralidad. Una vez que la pluralidad invadió al Estado mexicano, se necesitan reformas de segunda generación y ahí no se ha avanzado prácticamente nada. El nuevo estatus del presidente de la República no está dado tanto por las reformas constitucionales en relación con el Poder Ejecutivo, sino por la nueva correlación de fuerzas en la que vive el mandatario. Eso es lo que ha cambiado en la naturaleza del presidente y del Congreso de la Unión, una relación donde este último ha pasado de tener una institución subordinada a una totalmente autónoma. Ahora lo que hay que pensar es en fórmulas que no perpetúen la parálisis.''

-¿Es una relación que operaba sólo con un partido hegemónico?

-Hay que pensar si el sistema presidencial, con un multipartidismo competitivo, es el mejor diseño, porque le cuesta mucho trabajo construir mayorías legislativas. Yo he pensado en que es mejor un sistema semipresidencial.

''Independientemente de quién gane las elecciones -añade-, lo más probable es que el próximo presidente otra vez no tenga mayoría en el Congreso y deba coexistir con gobernadores de todos los partidos. El presidente (Ernesto) Zedillo vivió sus últimos tres años de mandato sin mayoría en la Cámara de Diputados, y Vicente Fox Quesada lo ha hecho sin mayoría en ninguna de las dos cámaras. Se puede convertir en un rasgo permanente de la democracia mexicana y eso no es una especulación demasiado desorbitada. Si un presidente no tiene mayoría en el Congreso, tiene que construirla. ¿Y cómo se construye? Negociando.''

Negociar o no, ése es el dilema

-Negociación tiene una connotación peyorativa en nuestro sistema.

-Es una de nuestras taras, porque la negociación se impone cuando nadie tiene mayoría. Si no se da, nadie puede prosperar. La negociación en sí misma es virtuosa, porque incorpora distintos puntos de vista, pero en el caso mexicano es algo más que virtuosa: es obligada en el sentido democrático. Las reformas que han prosperado sólo se han logrado negociando. Ya llegamos a esa estación que ahora es inexcusable.

-¿Hay decepción con el saldo de la democracia mexicana?

-No me gusta hablar por grandes conjuntos humanos. No sé si hay decepción, pero de que hay problemas los hay. Las encuestas reflejan que la sociedad mexicana quiere vivir en democracia, las formas autoritarias no son bien vistas. ¿Cuál es el problema? Que la gente califica muy mal al político, los políticos y al Congreso. Es una enorme paradoja, porque no hay democracia sin estos actores. Eso se ve no solamente en México, sino en toda América Latina, y es una situación que nos debería preocupar y llamar la atención. Los instrumentos de la política democrática al parecer están muy valuados por franjas muy grandes de la población, pero esa percepción de los políticos no puede ser un buen caldo de cultivo para la reproducción del sistema democrático mexicano.

 
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