Usted está aquí: lunes 10 de octubre de 2005 Opinión Proyecto Valsequillo

Iván Restrepo

Proyecto Valsequillo

El grave problema de salud pública creado por la contaminación de la presa Manuel Avila Camacho, mejor conocida como Valsequillo, quedó resumido en este espacio el pasado lunes. Ese deterioro se origina en las aguas negras que generan casi 3 millones de habitantes de los estados de Puebla y Tlaxcala que viven en su cuenca. Además, al embalse van a dar las de miles de familias que han levantado en sus orillas sus precarias viviendas. Luego de muchas promesas para sanear Valsequillo, hoy existe un proyecto integral que permitiría, entre otras cosas, limpiar las aguas de sus dos ríos alimentadores -Atoyac y Alseseca-, controlar las descargas de los asentamientos irregulares cercanos y alentar un desarrollo socioeconómico sostenible en el que destacan los beneficios para las familias que ahora sufren el agotamiento productivo de sus tierras debido al profundo daño causado al medio.

En esa región se registra desde hace por lo menos 20 años un proceso de industrialización y urbanización cada vez más disperso que demanda más agua y más suelo para uso habitacional y comercial. Así desaparecen extensas áreas antes de uso agrícola y que permitían la recarga de los acuíferos locales.

El organismo "metropolitano" que opera el sistema de agua y saneamiento es el Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado de Puebla (SOAPAP), no tiene recursos para hacer llegar sus servicios a los nuevos "desarrollos urbanos" por lo que los fraccionadores recurren al viejo expediente de construir pozos para proveerles de agua. Además, instalan fosas sépticas como drenaje que al llenarse se derraman directamente en el acuífero contaminándolo con coliformes fecales. Ante la falta de planeación y control, la mancha urbana se ampliará más los próximos años, agudizando los severos problemas citadinos existentes y desajustes socioeconómicos y ambientales. Mientras, los funcionarios estatales responsables de evitar que suceda parecen estar dedicados a otros negocios.

La capital poblana funciona como polo de atracción que integra a la población rural expulsada del campo por pobreza. Muchos de estos inmigrantes se han ido posesionando de los terrenos aledaños a la presa mientras en la zona sur y oriente la agricultura de temporal sobre suelos muy delgados y pendientes pronunciadas origina erosión y baja productividad. La cría de caprino colabora a la desertización de la zona. No en vano Valsequillo es destacado exportador internacional: la mitad de sus habitantes jóvenes son trabajadores ilegales en Estados Unidos. Sin embargo, si la abundante agua de la presa estuviera limpia, serviría para fortalecer una agricultura de riego que rescataría de la pobreza a miles de familias campesinas.

Una de las novedades de este proyecto es que aprovecha la belleza natural del embalse y la majestuosidad de los volcanes cercanos, el Popocatépetl y el Iztaccihuatl, para establecer una infraestructura hotelera, marinas, áreas deportivas, restaurantes, comercios y zonas residenciales. La plusvalía generada permitiría crear miles de empleos locales y dotar de servicios a otras zonas que hoy carecen hasta de lo elemental. Pero ello exige la abierta y transparente participación de las instancias oficiales estatales, federales y locales, la iniciativa privada, la población que vive en las áreas que circundan el embalse, y del equipo técnico que preparó el proyecto, ahora apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo.

El proyecto, elaborado por decisión de la anterior administración estatal, que la actual hizo suya, ha creado polémica en la entidad poblana. También ha dejado ver las intenciones de algunos funcionarios por convertirlo en palanca de apoyo para sus aspiraciones políticas y obtener otro tipo de beneficios vía la compra y venta de terrenos destinados a los programas turísticos e inmobiliarios.

Lo cierto es que, si se quiere sacar adelante la recuperación ambiental, económica y social de la región, debe existir la participación efectiva de los actores involucrados y anteponer los intereses generales a los personales o de grupo. De lo contrario, el proyecto Valsequillo será otro fallido intento de resolver un problema que requiere atención urgente.

 
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