407 ° DOMINGO 9 DE OCTUBRE DE 2005
 

Elección en el PRI
La disputa de los herederos del profesor

Daniela Pastrana

La del PRI es una lucha entre clanes de una sola familia. Entre Roberto Madrazo y Arturo Montiel hay más coincidencias de las que quieren reconocer: ambos son herederos de una ancestral tradición de poder, ambos tuvieron los mismos maestros, ambos representan dinastías del viejo régimen y tienen aliados comunes. Su pugna no dejará muertos, juran en los corrillos priístas. El mexiquense llevará la competencia hasta la raya, pero no va arriesgar sus ganancias



¿Va en serio Arturo Montiel? "Sin duda", suelta de botepronto el exconsejero electoral del estado de México Edmundo Cancino, uno de los periodistas que mejor conoce a la clase política mexiquense.

"No es Montiel, sino el grupo que está detrás de él ­sigue Cancino. Es un grupo que ha ido sumando y ganando, ya tiene asegurado el segundo lugar y va por la Presidencia, por supuesto, pero no va a jugar a todos y nadas, sino a todo o lo que ya tengo".

En eso coinciden muchos de los actores de la batalla del PRI: la elección del candidato presidencial no pondrá en riesgo la posibilidad de recuperar la Presidencia de la República.

Por lo menos, no del lado de Arturo Montiel.

El exgobernador mexiquense, a quien la difusión de la convocatoria para la interna del PRI sorprendió entre apachurrones en el Metro, ya dejó claro que no piensa declinar "ni vivo ni muerto", pese a su enojo por el "agandalle" de Madrazo.

"Es un político institucional, conoce sus límites", evalúa un dirigente priísta del Distrito Federal.

Arturo Montiel y Roberto Madrazo, las dos "emes" priístas que ofrecen poner a México en marcha y en movimiento, respectivamente, tienen, en realidad, más coincidencias que la primera letra de sus apellidos: ambos, por ejemplo, son herederos de una cultura política que en México permitió al Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantenerse más de 70 años en el poder. Los dos representan a dinastías políticas del viejo régimen. Además fueron pupilos del extinto profesor Carlos Hank González (Montiel se integró a las filas del PRI invitado por Hank y a Madrazo lo cobijó en el gobierno del Distrito Federal cuando fue regente de la ciudad; su vínculo es tan fuerte que a la muerte del hijo menor del profesor, Madrazo se casó con la viuda, Alejandra de la Parra).

Tienen, también, aliados comunes: el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, por el lado más visible, y por el otro, el grupo político más poderoso del país que ha sobrevivido a todos los cambios y cuya última cabeza visible fue el propio Hank: el legendario grupo Atlacomulco.

"Es un grupo que está ávido de regresar al poder, y que está jugando con dos cartas: Montiel, hechura de la casa, y Madrazo, que es de otra rama de la familia. Ya hizo a un lado a quienes considera advenedizos (entiéndase Elba Esther Gordillo) y va por el resto", dice Cancino.

El pleito de las "emes"

La de Madrazo y Montiel es, en cierto modo, una contienda largamente anunciada.

En 2000, cuando el PRI perdió la Presidencia, la estructura política y social tejida durante siete décadas en el poder quedó a cargo de los gobernadores. El gobierno de Vicente Fox no quiso o no pudo desbaratar esas redes y poco a poco, después del impacto inicial, los poderes locales comenzaron a mover sus viejos engranajes.

Madrazo y Montiel habían comenzado a construir su candidatura casi por las mismas fechas. Uno, cuando demostró (por segunda ocasión) que en Tabasco sólo mandaba él y logró imponer a su sucesor contra los deseos del presidente saliente, Ernesto Zedillo. El otro, desde la gubernatura del estado de México.

En noviembre de 2001, durante la 18 Asamblea Nacional del PRI, se enfrentaron por primera vez.

El mexiquense y algunos otros gobernadores querían garantías para manejar sus procesos de sucesión y le ofrecieron a Madrazo el respaldo en su camino a la presidencia del PRI a cambio de que se flexibilizaran los candados para la elección de candidatos.

Madrazo, quién si no él, cambió la jugada: con el oaxaqueño José Murat, provocó lo que a los madracistas les gusta llamar "la rebelión de las bases" y los candados se endurecieron.

Tres meses después se volvieron a medir. En aquellos ­ya muy lejanos­ días de febrero de 2002 en los que la alianza Madrazo­Elba Esther Gordillo venció a Beatriz Paredes en la elección de la dirigencia nacional, Montiel apoyó sin rubor a la tlaxcalteca con toda la estructura estatal.

Ya entonces los priístas advertían que se estaba preparando una batalla mayor: la candidatura presidencial de 2006 (Masiosare 24/02/2002).

Madrazo y Montiel volvieron a cruzar espadas para las elecciones intermedias de 2003.

A través de Isidro Pastor, dirigente estatal del PRI en el estado de México, Montiel encabezó la "rebelión" por las listas de candidatos plurinominales (que Madrazo de todos modos impuso) y se enfrascó en una guerra mediática con el subsecretario de organización del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) madracista, Eduardo Bernal, a quien el procurador de justicia mexiquense metió unas horas a la cárcel.

Empero, la gran victoria de Montiel llegó a finales de 2004, cuando se definió el candidato del PRI para la gubernatura del estado de México.

Contra los deseos de Madrazo, que impulsaba a Carlos Hank Rohn, Montiel consiguió lo que pretendía desde la 18 Asamblea Nacional e impuso a su sucesor, Enrique Peña Nieto.

La definición fue clave en la posterior selección del hombre que competirá contra Madrazo por la candidatura del PRI, y ambos lo sabían.

En febrero de este año, cuando ya estaba bien constituido el bloque antimadrazo (Tucom, para más señas), Montiel lanzó críticas directas a la dirigencia nacional: "El PRI va a la baja en las preferencias electorales, como en el caso de Guerrero, por culpa de los cacicazgos y las maniobras del pasado ", dijo.

La respuesta del tabasqueño, desmedida según los propios priístas, no tardó: un día antes de la toma de protesta del candidato Peña Nieto, a la cual no llegó, retiró a los delegados del CEN en el estado, incluido Manuel El Meme Garza, quien hacía las veces de presidente estatal del partido.

Pero en familia todo se arregla con un tequila, tal y como les sugirió Hank Rohn.

Y nada de lo anterior, juran los priístas, da para una ruptura.

"Están peleados pero no tanto ­dice con sorna el dirigente del DF consultado. Los dos son políticos profesionales y tienen entre ellos demasiados puentes".

La "eme" de Madrazo

"Nunca ha sido fácil para mí la vida. Desde que quedé huérfano a los 15 años he tenido que luchar. Y lo he hecho con convicciones", dice un espot de Roberto Madrazo.

Su semblanza agrega otros datos: conserva amigos de su infancia, desde la primaria hasta la universidad. Prefiere conocer a las personas en sus fortalezas más que en sus debilidades. El deporte le ha permitido ser un hombre disciplinado y de gran fortaleza mental. Las enseñanzas democráticas de su padre siempre están presentes en su ideología. Le obsesionan sus hijos, su familia, el deporte, la lectura y la música.

Así se presenta el tabasqueño, "símbolo y causa de las fuerzas vivas del PRI" desde que en 1994, cuando le ganó a Andrés Manuel López Obrador la gubernatura de Tabasco y Ernesto Zedillo quiso forzar, sin éxito, su renuncia alegando una "razón de Estado".

Es el Roberto Madrazo vencedor de mil y una batallas, que se burló de Santiago Creel cuando éste, siendo diputado federal, quiso someterlo a juicio político; y que años después impuso de nuevo su voluntad en el relevo de la gubernatura (el damnificado fue el ex coordinador de los diputados federales del PRI, Arturo Núñez, entonces zedillista y ahora lopezobradorista).

El que a Francisco Labastida le endilgó el célebre mote de "perfecto fracasado" en la pelea por la candidatura presidencial de 1999 y que llegó a la presidencia nacional del PRI, gracias a las dotes alquimistas del exgobernador de Oaxaca, José Murat. El que armó a modo las listas de candidatos a diputados por la vía plurinominal y poco le importaron los reclamos por haber incluido a su hijo como suplente de Addy García (actualmente Federico Madrazo es diputado).

Madrazo tiene por costumbre lo que cada uno de sus adversarios dentro del PRI ha denunciado con "sorpresa": mentir, agandallar, incumplir los compromisos.

En cada batalla interna, Madrazo ha impuesto sus condiciones poniendo en riesgo la unidad del partido.

Pero, ¿por qué lo consigue?

"Madrazo tiene el control de la estructura del partido. Desde el Consejo Político hasta los comités estatales. Y eso significa el voto duro", explica el dirigente capitalino.

En enero de 2005, en el cumpleaños de su secretario de Organización, José Ramón Martell, Madrazo demostró su fuerza al reunir a más de 200 priístas de primera línea, entre ellos cuatro ex presidentes del PRI ligados a tres sexenios.

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Madrazo se las arregló incluso para beneficiarse del desafuero de López Obrador. Obligados a evitar las fracturas, sus opositores tuvieron que aceptar una tregua y el tabasqueño extendió todo lo que pudo su salida de la dirigencia.

Pero en su pecado ha llevado la penitencia.

Su alianza con Elba Esther Gordillo, a quien conoció operando el "fraude patriótico" de Chihuahua en 1986, se ha convertido en la piedrita en el zapato del tabasqueño.

En el tema de La Maestra, admiten en su equipo, ha ido de error en error.

En 2000, ella se vendió como el "puente" con el gobierno de Vicente Fox y en la elección de la dirigencia nacional aportó el control que ejerce sobre los maestros del SNTE al triunfo de su fórmula (ganaron por 50 mil votos).


Las dos "emes" del PRI, de la misma sangre Fotografía: Francisco Olvera

Los enfrentamientos entre ambos por el control del partido en los últimos dos años, sin embargo, con acuartelamientos, denuncias de amenazas de muerte y reuniones con Carlos Salinas incluidas, han rememorado en un electorado harto del gobierno foxista los motivos por los que le dijo adiós al PRI.

Los malos puntos de Madrazo también crecen.

El tabasqueño, sí, consiguió quitarla del camino (primero de la coordinación de los diputados y después de la secretaría general), pero el desgaste, evalúan en su equipo, ha sido muy alto.

La "eme" de Montiel

En la esquina de enfrente, Montiel se presenta como un hombre sincero ("No me gusta decir mentiras") y trabajador ("Nadie me ha regalado nada ni he heredado algo. Todo lo he conseguido con mi trabajo").

Su biografía oficial habla de una familia de 12 hermanos, en la que Arturo, el mayor, ayudaba a su padre a repartir refrescos y cargar cajas.

"Asumió la responsabilidad de ejemplo y trabajo desde pequeño", dice la semblanza que presenta a un "destacado estudiante, reflexivo y muy deportista", que "escuchaba los discursos del presidente Adolfo Ruiz Cortines por radio y los comentaba con su familia".

Es un Arturo Montiel muy distinto del que ganó la gubernatura montado en un discurso agresivo ("los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas"). El de ahora ofrece una candidatura "honorable".

"He sido un gobernante que ha conducido con entrega al estado más complejo del país. He sido un militante leal, que dentro de la ley y el juego limpio ha llevado al PRI a la victoria. Por compromiso y por historia, me propongo luchar sin descanso para alcanzar la Presidencia de la República", dijo el 6 de septiembre, en su último informe de gobierno.

El mexiquense ha sabido capitalizar los puntos en contra del tabasqueño, a quien las encuestas ubican como el más detestado de los precandidatos presidenciales.

Hasta ahora el candidato del Tucom, no ha cometido errores.

Hagamos memoria:

Dueño de la mayor plaza electoral del país (ocho millones de electores), y con un presupuesto sexenal de 480 mil millones de pesos, Montiel comenzó a preparar su candidatura apenas tomó posesión como gobernador. El priísmo mexiquense vivía sus peores días: Montiel había ganado de milagro la gubernatura a José Luis Durán Reveles (apenas por 200 mil votos) y meses después la ola foxista arrasó en el corredor industrial del Valle de México. Por primera vez en su historia, en el estado de México el PRI no tenía mayoría en el Congreso local.

Su primer objetivo fue entonces recuperar el control de su estado. Y lo consiguió: a mitad de la legislatura, 13 diputados panistas se habían separado de su fracción parlamentaria y formaron una independiente; con el tiempo terminaron en las filas del PRI.

Luego se concentró en las elecciones de 2003: evitó la redistritación, privilegió los recursos en municipios rurales y de pocos votantes, y consiguió que el Congreso aprobara una iniciativa para adelantar la fecha de la elección (en la oposición se dieron cuenta demasiado tarde de que 200 mil votantes habían quedado fuera de la lista nominal).

Sus adversarios lo acusaron de desalentar la participación (el dato es importante si se considera que siete de nueve municipios que concentran 50% del padrón mexiquense eran gobernados por la oposición) y de judicializar el proceso (ayudado, hay que decirlo, por las malas administraciones panistas).

Como sea, Montiel ganó esa batalla y comenzó a trabajar en un segundo nivel de su estrategia: "sembrar" futuros apoyos.

El mexiquense no escatimó recursos, económicos ni humanos, para apoyar las campañas políticas del PRI en estados donde hubo elecciones. El cerrado triunfo de Fidel Herrera en Veracruz, por poner un caso, no podría explicarse sin el refuerzo de la "fuerza mexiquense".

Al mismo tiempo, promovió la formación del grupo Unidad Democrática, en oposición a la candidatura única de Roberto Madrazo.

El momento clave, sin embargo, fue el nombramiento de Peña Nieto como candidato a gobernador, a finales de 2004.

Peña Nieto, miembro del linaje de los Del Mazo, educado desde niño para gobernar, arrasó en las elecciones de julio pasado y su triunfo catapultó a Montiel a la interna del PRI como "candidato de unidad" del Tucom.

El mandatario dejó en el camino al presidente del Senado, Enrique Jackson, apoyado por senadores, buena parte de los diputados y varios gobernadores.

Pero Arturo Montiel, apunta un observador, no hubiera logrado tantas medallas si no hubiera nacido en Atlacomulco, y si no perteneciera, por tradición, al grupo político más poderoso del país.

Dinastías hereditarias

Lo intentaron con Isidro Fabela, padre del grupo, con Carlos Hank González (incluso hubo un intento de modificar la Constitución), con Alfredo del Mazo, (derrotado por Carlos Salinas) y con Emilio Chuayffet.

No pudieron.

Lo único que le ha faltado al grupo Atlacomulco en sus 64 años de proveer a la clase política mexicana, es tener un presidente.

El mexiquense es el único grupo que ha sobrevivido a todos los cambios en el país (no lo consiguieron otros clanes poderosos como el figueroísmo, derrotado por el PRD en Guerrero).

Rogelio Hernández Rodríguez, autor de una tesis sobre el mítico grupo, lo define como una elite política que "cimenta la creencia en una dinastía hereditaria", que "convirtió en principio político básico la lealtad", y que "hizo de la unidad el principio fundamental de su defensa frente a la elite nacional".

Un botón de muestra: cuando Roberto Madrazo desairó a Enrique Peña en su toma de posesión, la plana mayor del priísmo mexiquense ­incluidos todos los ex gobernadores vivos y el propio Carlos Hank Rohn­ arropó a su candidato. Los coroneles de Atlacomulco simplemente se alinearon a la máxima que ha permitido la sobrevivencia del grupo: el gobernador es el jefe.

La fuerza que todavía tiene ese grupo se esboza en un simple repaso de los mexiquenses activos en el actual proceso electoral:

Entre los coroneles están Alfredo del Mazo y Emilio Chuayffet; el primero es el puente con personajes como el ex presidente Miguel de la Madrid, y el segundo hace equipo con Roberto Madrazo, quien lo puso de coordinador de la fracción priísta en la Cámara de Diputados cuando dio el golpe a La Maestra. Chuayffet ­secretario de Gobernación de Ernesto Zedillo y operador del fallido intento de disolución del Congreso en 1997­ cuenta entre sus logros al frente de los diputados del PRI, el bloqueo de la reforma electoral. Quienes han seguido de cerca las decisiones en la Cámara de Diputados aseguran que fue él, y no Gordillo, el operador del PRI para la integración del Consejo General del IFE y del Tribunal Federal Electoral (Trife). De ahí los palos jurídicos que orillaron a La Maestra a renunciar a la secretaría general, dicen.

Los capitanes visibles son el ex gobernador César Camacho, que "apoyó" la candidatura de Enrique Jackson en la interna del Tucom, y Manuel Cadena, coordinador general de campaña de Montiel y amigo personal de Roberto Madrazo. El 15 de septiembre, en una "desafortunada declaración", Cadena "deslizó" la posibilidad de un acuerdo: "Voy a darme a la tarea de buscar a Madrazo para sentarnos con Montiel y poder hacer una valoración seria, responsable, de fondo, para que, en una primera intención, podamos ver si tenemos posibilidad de sacar un candidato de unidad", declaró.

También hay algunos tenientes: Eduardo Bernal, ex colaborador de Montiel que operó para Madrazo en la elección de la dirigencia nacional y que después dejó la subsecretaría de organización del CEN para irse a trabajar a Tijuana... con el gobierno municipal de Jorge Hank Rohn.

E Isidro Pastor, el controvertido ex dirigente estatal que renunció al PRI para irse a la campaña del panista Mendoza Ayala y ahora, ya de regreso, dice que fue el "Caballo de Troya".

El factor Salinas

¿Y Carlos Salinas?

"El problema de Salinas es que juega con todos: con Vicente Fox, con Elba Esther. Salinas juega para él, no para el partido", dice un priísta mexiquense.

El ex presidente se ha hecho presente con los dos precandidatos. Se deja ver en sus reuniones. Sus colaboradores incondicionales están metidos en ambos equipos. Se pasea por Chalco. Promueve su fundación. Estuvo en la toma de posesión de Enrique Peña Nieto y no niega sus encuentros con Madrazo.

No pocos priístas, sin embargo, juran que sólo quiere garantizar inmunidad en el próximo sexenio. "El expresidente Salinas es protagónico y pelea mucho. Juega con todos, pero el priísmo no le va a perdonar que no haya cuidado a su familia", insiste el mexiquense.

Herencia sin albacea

La lucha en el PRI, define un observador de muchos años, es un pleito de familia: la pelea por una herencia que quedó intestada y sin albacea.

Pero al final de la jornada no se levantarán cadáveres, pese a la "nueva crisis" que provocó la convocatoria (y las que se sumen).

Es el diagnóstico que se repite en distintas oficinas priístas.

"Las familias se pelean, pero a la hora que aparece un enemigo se vuelven a juntar. Es lo que nunca entendió Elba Esther ­explica el dirigente capitalino. Ella jugó siempre para sí misma, apoyada en la fuerza económica y humana que representa el SNTE, y terminó privilegiando sus alianzas hacia fuera".

En el equipo de Madrazo apuestan al voto duro ("el único que sale a votar en este tipo de elecciones") y a que Montiel no tendrá tiempo para remontar la ventaja de 15 puntos que, según las encuestas de la casa, todavía le lleva el tabasqueño.

Por eso el enojo de Montiel, quien quería llevar la elección hasta finales de noviembre, pero por la convocatoria será el próximo 13 de noviembre).

En su equipo saben que no todos los que ahora lo apoyan estarán al final del día. Es el caso, por ejemplo, de los integrantes del Tucom ("Van a moverse con base en intereses, en función de quién da más"), que ya comenzó a desgranarse (es sabido el distanciamiento entre Montiel y Jackson).

El mexiquense sigue sumando puntos para ganar la contienda.

Confirmó su alianza con el SNTE (con poco margen de maniobra, La Maestra pone por delante los 800 mil votos que, jura, le dio hace tres años a Madrazo) y mantiene una estrategia de medios electrónicos que le permite tener una enorme presencia mediática (usa espots cortos, que cuestan menos dinero).

Su mensaje ha sido claro: "No voy a declinar".

Según Edmundo Cancino, lo dice en serio: "Montiel está midiendo sus fuerzas y llegado el momento tomará una decisión. Dependerá de cuántos amarres consiga y de que Madrazo ya no cometa errores. Él, de todos modos, ya ganó".