La tecnología cibernética, arma de doble filo Big Brother para la caza de brujas Carlos Miguélez Escuchamos las palabras Big Brother y pensamos en el programa que ha estado tan de moda en el mundo entero. Pero Big Brother era la maquinaria de gobierno totalitario descrita por George Orwell en una de sus brillantes novelas, 1984. El Estado tenía un sistema de vigilancia con cámaras y con colaboradores que buscaban cualquier gesto o movimiento que delatara las ideas subversivas de las personas
También hacemos transferencias bancarias y damos online algunos datos personales para comprar desde billetes de avión hasta un libro. Sin embargo, no sabemos si aquella información permanecerá en el reino de lo personal y lo confidencial porque no vemos quién está al otro lado del teclado, en frente de un monitor, viendo la pantalla. Puede ser un empleado honesto, puede ser un hacker.
Nuestra privacidad podría verse amenazada si el proyecto que inició el Departamento de Defensa de Estados Unidos en 1972 se convirtiera en la herramienta de los poderosos para sacar a lo público lo que es privado: nuestra libertad de conciencia y de pensamiento. Algunos gobiernos comienzan a utilizar Internet de manera totalitaria en aras de "la seguridad de la población". El Partido Comunista de China lo hace. Compra a compañías estadunidenses tecnología para poder filtrar los contenidos de la red en China y para censurarlos. Las noticias nos acostumbran a la modificación de leyes en los países occidentales para enfrentarse al terrorismo. En Francia, por ejemplo, es imposible comprar un teléfono celular sin tener una cuenta bancaria. Los gobiernos de España y de Gran Bretaña ya permiten rastrear llamadas de teléfono. Hay miles de cámaras en los edificios y en los transportes públicos. Comenzamos a ver normal que nos vigilen las 24 horas porque creemos que nos protegen. Para preparar la guerra contra Irak, la CIA argumentaba que había rastreado el encuentro en Praga entre Mohammed Atta, uno de los pilotos suicidas de las Torres Gemelas, y un agente del gobierno iraquí en abril de 2001. Se hizo por medio del rastreo de llamadas a teléfonos celulares. Se descubrió después que aquel Mohammed Atta no era el piloto suicida, se trataba de una persona que no tenía relación alguna con el terrorismo. Algunos pueden usar la tecnología para manipular la información y después, hacer un gran daño. También supimos del secuestro del imán egipcio Hasan Mustafá Osama Nasr en una calle de Milán por trece presuntos agentes de la CIA para ser torturado con descargas eléctricas en los testículos y palizas durante más de un año. Su familia denuncia que sufre hoy incontinencia, insuficiencia renal y sordera, además de dificultades para caminar. En cuanto a los agentes, fueron localizados con los mismos medios que ellos utilizan para seguir a sus víctimas: el rastreo de llamadas de los celulares. La CIA cuenta además con satélites, cámaras y es de sospechar que tanto servidores como buscadores americanos de Internet están a su servicio, especialmente después de que se firmara el Acta Patriótica. No sólo los gobiernos pueden meterse en nuestras cabezas, como sucedía en 1984. Las mafias ya se disfrazan de bancos para pedir los datos de la gente. Es común hoy día recibir en el correo electrónico una advertencia de que si no volvemos a dar nuestro número de cuenta, número de identificación personal y otros datos, dicha cuenta en tal o cual banco será cancelada. Felizmente, no es tan difícil distinguir esos correos porque tienen numerosas faltas de ortografía. No podemos acostumbrarnos a la invasión de nuestra privacidad. Es un sofisma pretender que es por nuestra seguridad cuando vemos cómo ciertos gobiernos autoritarios como el chino persiguen a sus disidentes, o cómo los secuestradores, los asesinos y los criminales extorsionan a servidores de Internet y a los bancos para encontrar los datos de gente que consideran sus objetivos. Es preciso que demos los menos datos posibles por Internet e intentemos prescindir lo más que se pueda de los bancos. Por nuestra seguridad. Texto del Centro de Colaboraciones Solidarias. |