Usted está aquí: domingo 9 de octubre de 2005 Política El mito del gas barato

Antonio Gershenson

El mito del gas barato

El argumento más usado para tratar de justificar la distorsión del sistema eléctrico nacional con la introducción casi exclusiva de plantas de gas natural para generar electricidad fue el de que era la forma más barata de hacerlo. También se usó como pretexto la cuestión ambiental, pero el pretexto se caía porque sólo se sustituían el combustóleo y el diesel, pero nunca el carbón, que como combustible es más contaminante que los anteriores.

Lo que en realidad explica esta política es, por un lado, que genera mayor dependencia de nuestro país hacia las importaciones de este gas. Por otro, se asocia al hecho de que el combustóleo y el diesel, al ser suministrados por Pemex, no daban lugar a concursos. En cambio, sí se "concursaban" tanto las plantas de gas como el carbón mismo. Y, claro, cada concurso daba lugar a un ganador agradecido.

La realidad actual echó abajo el "argumento" del gas barato. Aunque hay tecnócratas que atribuyen los altos precios del petróleo de exportación, los refinados importados y el gas natural de importación a una coyuntura, lo cierto es que este gas ya rebasaba los siete dólares por millón de BTU desde antes de los huracanes. Este precio equivale a más de cuatro veces el precio promedio de 1995.

Katrina y Rita sólo aceleraron el fenómeno. Al reabrirse el centro de distribución y comercialización Henry Hub, en Luisiana, la cotización del gas para ese punto, en Nueva York (Nymex), rebasó los 14 dólares por millón de BTU, una nueva duplicación del precio, para el gas a ser entregado en noviembre. Para entrega en enero ese precio rebasó los 15 dólares.

El gas caro no es un dato del momento. Hay causas de fondo para los aumentos, además de los huracanes. La capacidad productiva de Estados Unidos era mayor que la producción real (o sea, quedaba una reserva) hasta el año 2000. Luego, hay periodos en los que la capacidad productiva es igual a la producción, o sea que ya no hay reserva. Y esta situación, sin reserva, se vuelve casi permanente a partir de 2003.

El porcentaje de pozos de gas en ese mismo país con un año o menos de edad subió de 20 por ciento en 1993 a casi 30 en 2003. Los que tienen tres años o menos aumentaron de 40 por ciento a 53 por ciento. Esto quiere decir que los pozos se agotan más rápidamente que antes. También implican estas cifras que la entrada de más gas natural licuado al mismo Estados Unidos no va a bajar los precios, porque si éstos bajaran, rápidamente bajaría la producción interna de ese país, al cerrarse pozos incosteables con esos nuevos precios, y ello se reflejaría al poco tiempo en una baja de esa producción.

La agencia oficial estadunidense de energía estima que para 2025 el porcentaje del gas que se importará licuado apenas rebasará el 10 por ciento. Esto confirma que la diferencia entre el costo de producción y transporte del gas natural licuado, y el precio del mercado, quedará simplemente como utilidad de la empresa a la que perteneció hasta su venta en ese mercado.

Las importaciones de Estados Unidos por ducto, que provienen de Canadá, se están reduciendo por el efecto doble del agotamiento de las reservas canadienses, y el uso cada vez mayor de gas natural en Canadá para producir petróleo sintético a partir de las arenas bituminosas que abundan en ese país. En cuanto a México, el otro país interconectado por gasoductos, su producción sólo aumenta en Burgos, pero las reservas de gas natural en esa cuenca apenas pasan de los cinco años de la producción actual. Además, la producción mexicana casi no cuenta en el enorme mercado regional, sobre todo estadunidense.

Estas causas de fondo son las que explican la tendencia al alza en el largo plazo, independientemente de que haya causas de corto y mediano plazos, como los huracanes. Para no tener que pagar, como país, esos precios, debemos librarnos de las importaciones. Esto implica, por un lado, la diversificación de fuentes para generar electricidad, como la geotermia, el viento, las hidroeléctricas pequeñas y medianas; y el uso de refinados en la generación donde no se cuente con recursos renovables suficientes, empleando procesos y equipos anticontaminantes. Además, es necesario aumentar las reserva de gas natural, incluyendo la exploración de las aguas contiguas a las zonas que contienen crudo ligero y abundante gas asociado, y las del Golfo de California. Esto último permitirá sostener e incluso aumentar la producción de gas

 
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