Usted está aquí: domingo 2 de octubre de 2005 Cultura "Eramos esclavos en Egipto; Benito Juárez nos mostró la tierra prometida"

El pueblo judío ashkenazí ha mostrado gran deseo de integrarse a México, afirman

"Eramos esclavos en Egipto; Benito Juárez nos mostró la tierra prometida"

Presentan exposición fotográfica sobre la presencia de esa comunidad en el país

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Ampliar la imagen Imagen incluida en la exposici�00 a�de presencia jud�ashkenaz�n M�co, inaugurada el jueves por la noche. Integrantes de esa comunidad realizan una celebraci�n una trajinera, en Xochimilco

Empezó como una tarea escolar y se le volvió una pasión y una vocación.

Manuel Taifeld estudiaba en el Colegio Israelita de México cuando le encargaron un trabajo sobre la historia del plantel. Con sorpresa descubrió que no existía un registro visual de dicha historia.

Se dedicó entonces a recabar material fotográfico entre ex alumnos, profesores y colaboradores del colegio. Pronto tuvo en las manos, más que la historia del plantel, la memoria gráfica de la comunidad judía ashkenazí en México, cuya influencia ha sido decisiva en el arte, la cultura, la ciencia y la política nacionales.

Taifeld, hijo de polacos, posee actualmente un archivo con cerca de 40 mil fotografías, de las cuales 200 conforman la exposición 100 años de presencia judía ashkenazí en México, inaugurada el jueves por la noche en la galería del Centro Comunitario Nidjei Israel, en la colonia Condesa (Acapulco 70).

Un vendedor de donas en el Zócalo. Una familia de paseo en trajinera por los canales de Xochimilco. Un charro y una china poblana. Un vendedor ambulante de corbatas, pañuelos y calcetines. Un periodista de renombre (Jacobo Zabludovsky). Un científico excepcional (Marcos Mohisnky). Un actor y luchador (Wolf Rubinski). Un escritor que estuvo a punto de ser asesinado por su parecido con León Trotsky (Jacobo Glantz, padre de la escritora Margo Glantz). Todos son judíos y todos son mexicanos.

Cada fotografía -fracción de tiempo arrebatada al pasado- constituye un testimonio y un recuerdo. "¡Mira, esa soy yo!", dice la septuagenaria Bronia Sigal mientras señala en una foto a una niña como de tres años, con moño y vestido blancos, que posa junto a niño un poco mayor, su hermano.

En tanto, Marcos Moshinsky apunta con su bastón a un biombo donde se le ve en una foto de juventud.

Atrás de cada imagen están, también, las historias individuales que conforman una historia colectiva marcada por el exilio, la tragedia, el acoso o el exterminio.

Como parte de la ceremonia inaugural de la exposición, el periodista y escritor José Gordon leyó un texto en el que resaltó la importancia testimonial del archivo de Taifeld. E hizo notar que las imágenes expuestas no sólo hablan de la presencia ashkenazí en México sino también de "la presencia del alma mexicana en la cultura judía".

A lo largo de estos 100 años, la comunidad ashkenazí ha mostrado "unas ganas profundas de formar parte de México, de participar en su historia, en el desarrollo de sus empresas (...) en los cambios y transformaciones sociales".

Eso se hace manera evidente -de acuerdo con Gordon- en la obra de autores como Sabina Berman, Margo Glantz, José Woldenberg, Esther Seligson, Gloria Gervitz...

Tal deseo de pertenencia a la cultura mexicana lo ilustró Gordon de manera elocuente con una anécdota que cuenta Sabina Berman de su sobrina Karla.

La niña tenía cuatro años cuando llegó del kínder emocionada por haber descubierto su pertenencia al pueblo judío. "¿Y cuál es ese pueblo?", le preguntaron.

La niña respondió: "Ay, ¿no sabes? Somos los que caminamos por el desierto, éramos esclavos en Mitzraim (en Egipto). Un día nos encontramos un lago en medio del desierto y allí había un águila comiéndose una serpiente. Y entonces Benito Juárez nos dijo: 'Pues del otro lado está la tierra prometida'".

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.