Usted está aquí: lunes 26 de septiembre de 2005 Opinión El fabuloso sentido del humor de Raúl Prieto, Nikito Nipongo

Elena Poniatowska/ III y última

El fabuloso sentido del humor de Raúl Prieto, Nikito Nipongo

Jorge Meléndez Preciado, discípulo de Raúl Prieto (Nikito Nipongo) y periodista de El Financiero, El Universal y Radio Educación fue, como él mismo lo dice, "un coperlador" cuando estuvo en Excélsior y refiere su sorpresa, al igual que su maestro, al descubrir que muchos periodistas consagrados escriben con letra "K" las palabras "ponketos" y "darketos" cuando lo correcto en buen español es "ponquetos" y "darquetos" con "Q".

La carrera de Raúl Prieto como periodista duró medio siglo. "¡Qué tipazo es ese Raúl Prieto¡" decían de él los estudiantes que gozaban sus artículos. Publicó en Tiempo, La Prensa, Novedades, Siempre!, Ja-Ja, Ultimas Noticias, La Jornada, El Financiero, La Palabra y el Hombre, Revista de Revistas con la columna Cultivo de Verdolagas y fue cofundador de la revista Proceso (1976), del diario Unomásuno (1977), y subdirector de El Fígaro (1980-1981). Con todos se peleó (hasta consigo mismo siendo subdirector), a todos los directores les dijo sus verdades, a nadie aguantó y tampoco lo aguantaron. Nunca hizo concesión alguna. Hiriente, su espíritu rebelde y chocarrero le cerró las puertas a medida que se le iban abriendo. Lo mismo le sucedía con las editoriales que lanzaban sus libros.

El 25 de mayo de 1987, Raúl Prieto publicó en La Jornada Semanal el ensayo "Autopsia a doña Real Academia Española" en la que escribió: "En junio de 1713 llega al mundo la Real Academia Española. 'El principal fin que tuvo la Real Academia Española para su formación', dice el prólogo de su primer diccionario (el cual empieza a imprimirse en Madrid en 1726), 'fue hacer un diccionario copioso y exacto'. Pero 266 años después, al surgir la edición 21 de su magna obra, en junio de 1992, ese 'diccionario copioso y exacto' sigue siendo una ilusión. Estamos, más bien, no ante un diccionario, pues se trata de un mamotreto manco y rengo muy ajeno a las modernas técnicas lexicográficas, que ni remotamente tiene traza de copioso ni menos aún de exacto. Sin embargo, como ocurre siempre, ahora los propagandistas de la Real Academia Española manejan sus hilos podridos y la hacen menearse, como si estuviera viva. Por conducto de la agencia noticiosa española, EFE (F de Franco), se propaga este rumor: 'El Banco de Datos del Español, un ambicioso proyecto de la Real Academia Española dentro de un plan destinado a potenciar esta institución, contará con 150 millones de registros a finales del año 1997'. Pueden ser 300 billones, ¿y qué?; ¿acaso por arte de magia brotará de esa marabunta informativa un lexicón admirable?"

Raúl Prieto, verdadero talachero (como llama Vicente Leñero al diarismo), trabajó con genio y tenacidad. Fue un pescador de palabras y cultivó perlas de sabiduría. Conoció nuestro idioma de manera profunda. Capturó los vicios y virtudes de la lengua que hablamos los mexicanos en la calle que es la de Cervantes como lo menciona Mariano Mariño en la revista Contralínea: "(Nikito) sabe que el pueblo habla y escribe con la fuerza incontenible de su espíritu -la mentalidad dirán algunos aficionados a la historia--; los sonidos y las expresiones están en todos lados: son la explicación a veces confusa y equivocada del hombre y su mundo, de sus vigilias y sueños, miserias y riquezas".

La editorial Grijalbo dio a conocer sus divertidas y amargas Perlas Japonesas que evidenciaban a los autores de palabras y frases mal dichas. Irritado a más no poder con la Academia de la Len- gua, Nikito atacó su definición de la palabra "chingar": "Naturalmente que es una metida de pata de la Real Academia Española volver a salir con que "chingar" viene de la inexistente onomatopeya "ching", que nada tiene qué ver con ninguna de las nueve significaciones del verbo presentadas en su mamotreto. Se cree que, en realidad, "chingar" deriva de "chingarar": pelear -y de ahí importunar, molestar- en el caló español.

Sus aforismos también deberían recordarse. "Todo llega a su debido destiempo". "Vivir es el oficio más antiguo del mundo". "Si la vida no vale nada ¿por qué no las cobran tan caro?", "En invierno, la verdad lo piensa antes de desnudarse", "El miedo a la verdad desnuda es el pudor", "La gente es más cretina por afición que por naturaleza", "Soñó que soñaba un sueño que jamás soñaría", "A veces les venden a las mujeres camisones que no existen, diciéndoles que son transparentes", "¿Qué tal si la célula primigenia no hubiera sabido dividirse?", "Sufre la Tierra el peor de los agentes patógenos: el hombre", "Los empleados de banco trabajan de pie", "Hasta en las mejores familias hay personas buenas", "El hombre feliz no tenía camisa, pero se la ponían al sacarlo de su celda en el manicomio" "Muchas parejas no conviven, sino conmueren", "A veces la televisión nos convence, son más felices los hijos", "¡Qué trabajo les cuesta a los esquimales ganarse el pan con el sudor de su frente!", "Llegará el fin del mundo cuando ya estemos aburridos de esperarlo", "Unos se conforman con darle la vuelta al mundo, otros pretenden voltearlo", "Grandes esperanzas abriga la humanidad en la era de paz que seguirá a la Tercera Guerra Mundial", "¿Se hunde la ciudad o es el subsuelo el que se levanta?", "La tierra es redonda y por eso es cachonda". "La página de nota roja es la sección de sociales de los pobres". Nikito asentó que "la virtud es más temible que el vicio, porque sus excesos no están sujetos a las restricciones de la conciencia":

--Mi marido nunca corretearía a otra mujer -dice la esposa de un amigo-: es demasiado fino, demasiado decente, demasiado viejo.

En la despedida del libro Perlas Japonesas escribió algo que también podría suscribir Armando Jiménez, el autor de Picardía Mexicana: "Lectoras y lectores; gracias por haberme acompañado hasta aquí. Espero que volvamos a reunirnos en mi próximo libro. Entre tanto, sean felices. ¡Ah, casi lo olvidaba! Pueden enriquecer su jaula de pájaros con otro más: "el pájaro aduanero" (es el que abre las petacas). Perlotitlán, reino Republicano de Perlandia, verano de 1985".

En las primeras cartas que recibió (su correspondencia fue abundante), alguien lo felicitaba porque "aunque es japonés", decía, "escribe bastante bien en español".

Nikito vivió en defensa de la pureza del idioma y combatió acerbamente a los periodistas y a los escritores que escribían sin cuidado. Se murmura que entre sus lectores, se contaba el Che Guevara.

El legado de Nikito Nipongo es: "Somos lo que hablamos". Creyó en el equilibrio y la permanencia del idioma que hace del hombre un ser de carne y hueso que puede comunicarse con sus semejantes y discurrir sobre cualquier tema. Decía que los científicos (y su padre fue uno de ellos) no tenían porque ser oscuros e incomprensibles.

Nikito, al igual que otros escritores como Ricardo Garibay, tenía un oído formidable y una letra preciosa. Escribía a mano. Al final de su vida, a pesar de la debilidad que no le permitía siquiera sostener el periódico, habría podido dictar pero no le gustaba. Todavía sonreía con los nombres de sus personajes como la secretaria "Macuca Toluca", el niño "Trinito Tolueno", las hermanas "Mamalda" y "Jalalda", así como reía travieso con sus dibujos "japoneses" de ojos jalados y traseros redondos.

Y así, entre "torcuatadas", "babotas", "academiquerías", "atarantamensos", "borgesadas", "arreolazos", "henestrosadas" y balazos, Nikito nos regaló más de 50 años de humor en un periodismo crítico y certero.

Nadie ha sustituido el ingenio y la intransigencia de Raúl Prieto, Nikito Nipongo, que nos acompañó hasta el 21 de septiembre de 2003. Hoy lo recuerdo y lo saludo con gusto: "Encantada de haberte conocido" porque de veras, escucharlo, a pesar de su acidez, fue un encanto.

 
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