La Jornada Semanal,   domingo 25 de septiembre  de 2005        núm. 551
 

Raquel Tibol

Maestría de un maestro grabador

CARLOS ALVARADO LANG, 1905-1961

La xilografía, primera técnica de estampación introducida por los españoles en México para usos eclesiásticos, conoció buen florecimiento académico durante los tres años (1855-1858) en que el inglés Jorge Agustín Periam impartió clases en la Academia de San Carlos. En su taller, con buenos métodos pedagógicos, enseñó grabado al aguafuerte, al humo (mezzotinta), al buril y sobre madera. En la xilografía introdujo una novedad usada en Europa desde fines del siglo XVIII, consistente en grabar sobre un trozo de madera de pie (bloque transversal con mayor consistencia), cuya dureza permite hacer tallas más finas que la madera cortada al hilo. Entre sus mejores discípulos se contó Emiliano Valadés, con quien se formó Carlos Alvarado Lang desde los quince años de edad, cuando llegó desde su natal Piedad Cabadas, Michoacán, para ingresar a la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1929 su formación era lo suficientemente sólida como para sustituir a su preceptor en la cátedra de grabado.

En 1930 se reorganizó en la ENBA la enseñanza del grabado y se establecieron tres talleres diferentes: el de metal quedó a cargo de Alvarado Lang, el de litografía con Emilio Amero y el de madera con el notable promotor que fue Francisco Díaz de León (1897-1975).

Alvarado Lang fue un correctísimo, prolijo y delicado cultivador de las técnicas tradicionales para la estampación: grabados a buril, puntas secas, aguafuertes, mezzotintas, barnices suaves, grabados en madera al hilo y en madera de pie, linóleos. Amplia fue asimismo su labor como docente y director de las escuelas de arte. Entre 1942 y 1949, durante tres períodos ocupó la dirección de la ENBA. En 1950 fue nombrado profesor de la clase de grabado en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura, de la cual fue director de febrero de 1955 a mayo de 1961. En 1945 comenzó a dar clases de grabado en la Escuela de las Artes del Libro; en ellas inició su formación Francisco Moreno Capdevilla. Junto a Alvarado Lang también se formaron como grabadores: Federico Cantú, Francisco Gutiérrez, Manuel Echauri, Abelardo Ávila, Isidoro Ocampo, Alberto Beltrán, Lola Cueto, Carlos García Estrada.

Debido a sus labores como maestro, editor de estampas, impresor, ilustrador y diseñador gráfico, su producción propiamente creativa no llega al centenar de imágenes. Mucho mayor es el número de grabados hechos por Alvarado Lang para la industria editorial: capitulares, ex libris, guardas. Con grabados en madera ilustró en 1939 Fragmentos de Heráclito, Ediciones Alcancía; de Grabados Populares Mexicanos hizo dos versiones, la de 1944 para la Escuela Nacional de Artes Plásticas y la de 1947 para el recién creado Instituto Nacional de Bellas Artes; en 1950 ilustró Canto a Cuauhtémoc. Una de sus obras mayores como divulgador de estampas fue la carpeta con grabados del siglo XIX, editado en 1938 por la UNAM. Junto con Manuel Toussaint, entonces director del Instituto de Investigaciones Estéticas, y el historiador del arte Justino Fernández, se propusieron rescatar en toda su dignidad visual e importancia histórica veinticuatro láminas grabadas en la Academia durante el siglo XIX. Las impresiones las hizo Alvarado Lang con planchas originales existentes en el archivo de la ENAP. La calidad lograda fue excelente. Al sacar a circulación aquel conjunto se rescataba del olvido una tradición que no había tenido rupturas en su continuidad, pese a numerosos cambios teóricos y prácticos y a una variada funcionalidad social. El primer grabado de la memorable carpeta era el retrato de Jerónimo Antonio Gil, dibujado por Tomás de Suria y pasado al cobre por Fernando Selma, yerno de Gil.

Alvarado Lang tiene una ubicación muy específica en el desarrollo del arte mexicano; su labor de cuatro décadas resguardó cierta categoría artesanal. Empeño humilde en sustancia, pero no por ello menos indispensable. Mas sería injusto apreciar en la obra de Alvarado Lang sólo su probidad artesanal. Hay en su obra un aspecto artístico-creativo que resulta sin duda emocionante: es su tratamiento del paisaje. Riachos, serranías entrevistas a través de la esbelta red de pinares o alamedas, puentes rústicos, árboles mecidos o abatidos por la tormenta. La percepción naturalista del paisaje se adorna con una sutileza, con una elegancia que lo exalta. Amante de lo virtuoso, se deleitó detallando o construyendo en forma miniaturesca. Se deleitaba en los detalles y en las variadas incisiones. Paul Westheim decía de él que tenía una imaginación genuinamente gráfica y por ello sabía jugar con los blancos y los negros.

De su conocimiento del oficio dan cuenta sus propias palabras. Así se expresó en 1958: "Aunque el grabado en linóleo es un derivado de la xilografia, ocurre que la mayoría de los que lo practican desconocen las posibilidades que ofrece porque ignoran las soluciones propias del grabado, conformándose casi siempre con el fácil transporte de un dibujo. No hay que olvidar, además, que es más fácil grabar en linóleo que en madera, pues requiere menos oficio, menos técnica. Son muy pocos los que lo han trabajado con la responsabilidad de un Leopoldo Méndez, por ejemplo. No basta hacer un sencillo grabado en linóleo o dibujar una piedra litográfica para llamarse grabador. Un grabador profesional debe antes que nada ser burilista. El grabado es antes que nada incisión, y no hay que olvidar que el material más dúctil y accesible en este sentido es justamente el linóleo. Como medio expedito para hacer una estampa me parece magnífico, pero jamás podrá superar la calidad estética de las maderas o los metales. Aunque se habla de crisis, cada vez se está grabando más. Las técnicas tradicionales serán las guías para un desarrollo cada vez más amplio, desarrollo que habrá de favorecer no sólo la elevación de la calidad de nuestros libros, sino la intensidad humanista de nuestras estampas."

En 1947 Alvarado Lang fue cofundador de la Sociedad Mexicana de Grabadores y en 1948 de la Sociedad para el Impulso de las Artes Plásticas. En el Salón Nacional de Grabado de 1955 obtuvo el Primer Premio. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1931.