La Jornada Semanal,   domingo 25 de septiembre  de 2005        núm. 551

MENTIRAS TRANSPARENTES
Felipe Garrido


UN GALLO

Todos aquí en el barrio sabemos que el demonio toma a veces la forma de un gallo. Y cuando esto sucede, le digo, no hay animal que pueda hacerle frente. Un perro grande y bravo, como el Palomo, que es una fiera, salió una vez gañendo, con la cola entre las patas, nada más que lo vio. Puede ser que uno mire un gallo paseándose de un lado a otro con la cabeza levantada, como hacen los gallos, y puede ser que uno crea que ese gallo es el diablo.
En tal caso, le digo, lo que uno tiene que hacer es esconderse, ponerse en algún sitio donde el animal no lo vea, y dejarlo solo allí en la azotea, o en el patio, o en el corral, donde el animal se encuentre, para que tome confianza. Entonces, le digo, poco a poco le van brotando sus cachos de diablo y sus dientes de diablo y sus barbas de diablo y sus orejas de diablo y sus ojos de diablo. Y no es raro que se ponga un sombrerito para verse guapo, porque el diablo es vanidoso... casi tanto como un gallo.