Usted está aquí: sábado 24 de septiembre de 2005 Opinión RUTA SONORA

RUTA SONORA

Patricia Peñaloza

McCartney, Zócalo-ska, Velvet Fury

Ampliar la imagen Fragilidad y juventud, elementos que logra transmitir McCartney en su m�reciente disco FOTO Ap Foto: Ap

SERIA FACIL DESCALIFICAR un disco más de sir Paul McCartney (el número 20 como solista), si sólo nos basáramos en sus anteriores apariciones públicas (como esos conciertos donde apoyó a Nueva York tras el 11-S, o el Live-8 ), en que ha figurado como un ente de "buena conciencia", un adultazo contemporáneo de actitudes cursis (a lo que muchos dirán: "¿Qué tiene de raro? ¡Es Paul!"). También sería fácil adherirse al cliché de que "después de The Beatles, ya qué más puede hacer". Y es que McCartney se ganó una reputación regular por el bajón musical que dio en sus producciones de los años 80 e inicios de los 90. Pero cuando uno considera la entereza, amor y entusiasmo que debe tenerse por la música, aun después de integrar la banda de rock más relevante del siglo XX, para seguir componiendo y haciendo giras, la perspectiva cambia. Asimismo, la tuerca gira de más cuando un músico tan prolífico es capaz de remontarse a sí mismo, partirle la madre al prejuicio y sorprender con un disco entrañable, sincero y contemporáneo como Chaos and creation in the backyard (2005), el cual se suma a su racha de renacimiento musical acaecida desde el intachable Flaming Pie (1997, en que aprovechó el revuelo beatlesco que causó la serie Anthology ), seguido por los covers roncanroleros de Run devil run (1999) y el mediano pero sólido Driving rain (2001).

CLARO QUE LA clave aquí es la producción de Nigel Godrich, generador de joyas recientes como el OK Computer (1997) y el Kid A (2000) de Radiohead, así como el Mutations (1998) y el Sea Change (2003) de Beck. Y es que Godrich (recomendado ni más ni menos que por George Martin, quizá porque lo ve como su similar actual) ayudó a dar cohesión al conjunto de temas del ex Beatle zurdo, compuestos a pura voz y guitarra acústica, pero llevados mediante arreglos suntuosos en cuanto a sensaciones, pero mesurados en su inquietante ejecución, a la ambición atmosférica de cuerdas y metales que sólo Godrich es capaz de lograr con sutileza, elegancia y naturalidad. Para ello, el productor restó elementos: le quitó sus músicos, de modo que casi todos los instrumentos son tocados por McCartney; desechó su idea original de darle toques hinduistas; desechó las canciones que le sonaron demodé. Por algo, el sir ha dicho en entrevistas que hacer este álbum fue "una experiencia dolorosa", o "como haber sido orillado a atravesar un alambrado de púas". Agraciadamente, composición, arreglos y martirio confluyeron para resultar en algo que por un lado remite al intimismo setentero de los discos que llevan su nombre y el RAM (1970, 1971 y 1980), pero agrega algo nuevo: jamás se había escuchado en el alegre y chistosín Paul un ánimo agrio, tenso y misterioso, que no cae en la oscuridad depresiva, pero tampoco en la cursilería al navegar por pasajes plenos de acordes menores, orquestaciones cáusticas de mesura inquietante, sobre todo en temas como las enormes Riding to vanity fair y How kind of you, las bellas At the mercy y This never happened before; la animada Promise to you girl (muy Abbey Road ), o la boleresca A certain softness. Entre pianos intensos, guitarras acústicas, destellitos de guitarras eléctricas y percusiones suaves, Godrich hace lucir y brillar la maestría armónica de Paul. Y aunque hay dos que tres de relleno, las letras no son gran cosa (en él nunca lo han sido), todo encaja. No faltan los guiños beatlescos, como el sencillo Fine line, English tea (tipo Marta my dear) o Jenny Wren.

A SUS 63 años, después de algún caos personal, Paul logra en su creación transmitir la fragilidad y juventud de un veinteañero (quizá por ello en portada se muestra adolescente, tocando su guitarra en el patio trasero, "in the backyard"), creando melodías que ya quisieran para un domingo los de Coldplay, Travis, Keane o hasta U2.

Delicado Sónico, surf, jazz

SABADO 24: 1. De Sacramento, California, el cuarteto femenino de garage-punk Velvet Fury. A las 11 horas en el Tianguis del Chopo (entrada libre) y por la noche con Ultrasónicas, Logourgia y Los Explosivos en Cultural Roots (Tacuba 81, Centro). 22 horas, 50 pesos. 2. ¡Cultura en concierto! Diez horas de rock y ska en el Zócalo con: Antidoping, Sekta Core, Víctimas del Dr. Cerebro, La Matatena, Follaje, entre otros. 12 horas. Acceso libre. 3. Noche indie-rock-pop con: Delicado Sónico, Los Automáticos y Estación Polar. Lobby del Hostal Virreyes (Izazaga 8 esquina Eje Central, Centro Histórico). 21 horas, 40 pesos. 4. Concierto de la Espiral de Libros. Toquín surf que busca recaudar libros, formar con ellos una gran espiral en la Plaza de la Constitución, y romper un récord Guiness. Con: Los Automáticos, Fenómeno Fuzz, Bungalo Dub, Malibú, Tanke, Bidets y Polen . Museo Diego Rivera-Anahuacalli (Calle del Museo 150, San Pablo Tepetlapa, Coyoacán). 17 horas. Donativo: tres libros en buen estado o 50 pesos. 5. Verónica Ituarte, una de las mejores cantantes de jazz de este país, en el Museo Universitario del Chopo (Enrique González 10, Santa Ma la Ribera). 19 horas, 80 pesos (universitarios, 60). 8. Temblor en la Portales. Jazz telúrico de primera con Remi Alvarez y Germán Bringas al sax; en baterías, Gabriel Lamber y Hernan Hecht. Jazzorca (Municipio Libre y Tlalpan, Portales). 21:30 horas.

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