Usted está aquí: sábado 24 de septiembre de 2005 Opinión Nuevo Festival de Montreal Más malas películas y el diluvio que viene

Leonardo García Tsao

Nuevo Festival de Montreal Más malas películas y el diluvio que viene

Montreal, Can., 23 de septiembre. El festival de Montreal sigue sin ofrecer títulos fuertes en su competencia. Tampoco cabía esperar mucho de la nueva película del italiano Gabriele Salvatores, Quo vadis, baby? Nuevamente la suspicacia estaba fundada en el hecho de que un festival importante -Venecia, en este caso- no la había escogido, con todo y ostentar el crédito de un director local prestigioso. Estamos, pues, ante un thriller demasiado previsible sobre una detective privada que al ver por vez primera el diario en video de su hermana actriz, quien se suicidó 16 años antes, se interesa en investigar las circunstancias de su aún misteriosa muerte.

Hasta ahí bien. La cosa empeora cuando la protagonista conoce a un arrogante maestro de cine e inicia una relación amorosa. No se necesita poseer un sexto sentido para adivinar que él resultará siendo el amante anónimo de la hermana, mencionado de continuo en los videos como el causante de su disipación. Y todavía queda otra sorpresa que se ve venir a leguas. Salvatores no intenta romper el tono convencional -como lo hizo en su anterior El pozo-y conduce la historia de la manera más prosaica posible, con harto flashback explicativo. Quo vadis, baby? asemeja uno de esos thrillers estadunidenses que nunca se estrenan en salas, sino van directamente a su exhibición en tv por cable, a altas horas de la noche.

Salvatores al menos ejerce su chamba con profesionalismo. Lo mismo no puede afirmarse del coreano Im Tai-Hyung, cuyo espeluznante debut Ahnnyeong hyeong-an (Hermanito) es indigno del notable nivel mostrado por esa cinematografía en el festival de Toronto. La película se centra en una familia con dos hijos: el mayor padece un tumor cerebral; el pequeño es un travieso incorregible. Así, el asunto oscila entre el sentimentalismo impúdico sobre niños en un pabellón canceroso, y el supuesto humor tierno -con hartos detalles escatológicos- del personaje titular. A mi lado, una señora asiática lloraba sin parar durante la proyección de prensa. Se me ocurre una explicación posible: se trataba de la madre del realizador, inconsolable ante la prueba inequívoca de que su hijo no tiene ningún futuro en el cine.

En el comienzo del festival, Moritz de Hadeln se ufanaba de no repetir títulos de certámenes anteriores. Había dos excepciones: las canadienses A History of Violence, de David Cronenberg, y Where the Truth Lies, de Atom Egoyan, programadas en la sección de cineastas canadienses. Ambas compitieron en Cannes y fueron exhibidas la semana pasada en Toronto (la de Cronenberg, incluso se estrena al público este viernes). Pero ahora se ha sumado un tercer caso. La planeada película de clausura, Domino, de Tony Scott, ha sido cancelada ("por razones técnicas") y sustituida por Pride and Prejudice, producción inglesa de Joe Wright, quien ya tuvo su premier de gala... en Toronto, precisamente.

Eso, la cancelación del único estreno hollywoodense, ha sido la puntilla en la cobertura negativa de la prensa local. Motivados por la escasa venta de boletos, la ausencia de estrellas y, sobre todo, una programación deficiente, los periodistas de aquí hablan en términos de desastre.

Como las cosas marchan mal, ya empezaron a darse los pleitos internos en la organización. Nunca una figura diplomática, De Hadeln se ha quejado públicamente de una falta de comunicación con L'Équipe Spectra, empresa especializada en montar actividades de todo tipo en Québec, cuyo director Alain Simard funge como presidente del festival.

El más feliz con los malos resultados es, claro, Serge Losique, quien ha denunciado la degradación de Montreal a un hazmerreír internacional y ha anunciado, de paso, que su World Film Festival seguirá adelante en 2006, con su ya habitual calendario de agosto. Mismo mes al cual se piensa adelantar su ahora desmejorado rival. ¿Cuál sobrevivirá? Hagan sus apuestas.

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