Usted está aquí: martes 20 de septiembre de 2005 Política Izquierda electoral sin cabeza

Marco Rascón

Izquierda electoral sin cabeza

En estos tiempos de imperialismo subdesarrollado y genocida, de desgaste de la democracia oligárquica y mediática, de decadencia mundial del neoliberalismo, de descomposición del sistema de partidos, de desencanto por el cambio de la derecha y la amenaza de la restauración priísta, la izquierda mexicana tenía no sólo una tarea, sino una posibilidad histórica de contribuir a crear un nuevo orden económico, político y social en México; pero el despojo de la identidad ideológica, la falta de ética, el menosprecio de la inteligencia, la pérdida de programas con visión de largo plazo, el pragmatismo, la despolitización, la renuncia a la congruencia, la demagogia, la convivencia con el clientelismo y su adopción, el viejo estatismo y el neoliberalismo, las alianzas turbias, los pactos y acuerdos cupulares, la utilización inescrupulosa de los símbolos y espacios, el allanamiento de la voluntad, la invasión de la historia ajena, el sometimiento de la crítica a la fe, el maniqueísmo de las opciones falsas, el vacío intelectual y la esperanza del buen samaritano han dejado a la izquierda mexicana sin candidato para la elección de 2006.

El Partido de la Revolución Democrática (PRD), referente histórico de la izquierda, ha sido ocupado por los despojos de las corrientes más atrasadas del estatismo y comprometidas con el neoliberalismo. Desde el momento mismo en que desde la precampaña cínicamente declaró que su candidato era de centro, lo que se ratificó con la propuesta programática de 50 puntos, sus alianzas y el contenido de sus discursos dirigidos al poder oligárquico dejaron vacío el contenido del voto de los ciudadanos progresistas. Suponiendo el triunfo de López Obrador y Camacho en 2006, ¿quién pagará la factura de esa versión de neoliberalismo y viejo estatismo que fusionados se han impuesto como la alternativa de la izquierda?

En el fondo la opción electoral representada por el PRD y sus adherentes es una controversia entre dos facciones neoliberales: la de Salinas contra Zedillo y viceversa. Si hoy la izquierda mexicana, en un intento de recomposición para hacer trinchera futura, determinara que "no tiene candidato propio para las elecciones de 2006", la factura de la vulgaridad neoliberal que viene por "el menos peor" no le podría ser endosada.

El lopezobradorismo y el camachismo como imposiciones del estatismo y el neoliberalismo en la izquierda reclaman el voto útil frente al peligro del retorno del PRI y la continuidad del PAN sin comprometerse a ofrecer una política distinta, pero sí a restaurar personajes y fuerzas ligados a la derecha y al priísmo. El maniqueísmo del voto útil o "lo menos peor" les ha permitido no sólo conducir a la derrota alternativa en el país, sino a despojar a la izquierda del Gobierno del Distrito Federal, que ellos no ganaron en el caso del lopezobradorismo, pero sí combatieron desde la trinchera del salinismo en el caso del camachismo.

Para ello, ambos limpiaron el camino al delfín de Camacho (¿se imaginan cómo será el debate entre Beatriz Paredes y Marcelo Ebrard?) ante el peligro de opciones reales, como Alejandro Encinas o Demetrio Sodi, a quienes satanizaron y neutralizaron. A Pablo Gómez y a Jesús Ortega les tienen preparada la aceitada maquinaria clientelar y para despistar les ha bastado con expulsar a Miguel Bortolini en un acto interno "injusto", pues el delegado en Coyoacán hizo lo mismo que todos han hecho desde hace años con gran impunidad y cinismo.

En la perspectiva más clara, el lopezobradorismo y el camachismo han anulado la posibilidad real de la izquierda revirtiendo el proceso histórico de unificación proveniente de 1988. Ambos representan corrientes nacidas de la deslealtad y el resentimiento, dispuestas al atropello y unificadas en torno a la idea del poder por el poder.

El costo de la derrota en 2006 será la desaparición del PRD, que abrirá un nuevo ciclo de reagrupamiento histórico; por eso hoy es fundamental el deslinde frente a esa trampa. En ese contexto la convocatoria a la otra campaña del EZLN tiene un sustento estratégico frente a la idea de hacer cómplice a la izquierda mexicana con la política neoliberal, cerrando lo que sería otro camino para el país.

Para todas las expresiones de la izquierda mexicana se requieren procesos de reagrupamiento en medio del proceso electoral. Esto no podrá surgir desde caminos trillados, sin una nueva ubicación política y una gran autocrítica histórica. Es importante, pues 2006 podría tener el mismo significado que el golpe huertista de 1913, lo que dejaría al país sin otro camino ni alternativa que la ruptura para que fluyan las aspiraciones del pueblo mexicano. De esta izquierda electoral sin cabeza sólo quedarán cenizas...

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PD. Por Nueva Orleáns, ciudad hermana. ¡Jazz se hizo! Jornada humanitaria de solidaridad de pueblo a pueblo. Donaciones de agua, alimentos enlatados y material de baño. Zócalo, del 20 al 25 de septiembre, de 10 a 18 horas. Superbarrio convoca.

 
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