La Jornada Semanal,   domingo 18 de septiembre  de 2005        núm. 550
 
Perra y 

cachorros

Kim Seung-hee

Desde antaño, el patio trasero de una casa pertenecía a los perros de la familia. Las reuniones de la familia, sin excepción, se celebraban en el patio delantero, donde los perros siempre estaban curioseando. Antes de la industrialización de Corea, los perros eran considerados parte de la familia, y todos los hogares tenían, al menos, uno o dos. Los perros jugueteaban con la nariz atenta, oliendo el perfume de la primavera, plantas con nuevos brotes de color verde pálido que podían verse esparcidas por todo el patio. Y por la mañana, después de oír aullar a los perros durante toda la noche, nos encontrábamos con el patio cubierto de nieve.

El cuadro Perra y cachorros presenta a una perra madura con jóvenes cachorros metiéndose debajo para mamar, mientras que uno de los cachorros, de aspecto somnoliento, está apoyado en el ancho lomo de la madre. Los perros están disfrutando del descanso bajo la sombra de las anchas hojas que los protegen como un tejado. Aunque no se puede discernir qué estación del año es porque para dibujar las hojas se ha empleado tinta negra, teniendo en cuenta las briznas de hierba de color verde claro que se alzan sobre el tronco del árbol, la escena parece tener lugar al mediodía de un día de principios de otoño. No podemos detectar ninguna preocupación sobre el entorno en el rostro de la perra, y el afecto e inocencia de los cachorros crean un ambiente de calidez y tranquilidad.

Durante el periodo colonial japonés (1910-1945), los eruditos japoneses solían decir que el sentimiento coreano de la belleza tiene una expresión clara y simple. Pero cualquier esfuerzo por categorizar las sensibilidades históricas y culturales de una región o pueblo son, casi siempre, un ejercicio inútil. No obstante, los japoneses acuñaron términos como "belleza apenada" (Yanagi Muneyoshi) y "temperamento peninsular" (Sekino Tadasu). Los esfuerzos para definir la belleza coreana entre los propios eruditos coreanos incluían ejemplos como "despreocupación" (Goh Yu-seop) y "la belleza de la naturaleza" (Kim Won-yong). Los eruditos coreanos, al contrario de sus colegas japoneses, enfatizaban los aspectos positivos de la belleza que pueden representarse por medio de una expresión artística.

De cualquier manera, aunque los sentimientos estéticos de un pueblo o región pueden tener elementos artísticos comunes según las tendencias que prevalezcan, no parece posible extraer un sentido específico de la estética, que es permanente y rígido. Pero a pesar de esto, parece que los especialistas en estética y los historiadores del arte no pueden evitar la necesidad de definir claramente las características de un período o región determinados. Si el arte es una ventana al interior, entonces Perra y cachorros es un cuadro indispensable en cualquier discusión sobre la psique coreana, ya que revela las características innatas de pueblo coreano. Por supuesto que no todos los coreanos pueden disfrutar de vidas pacíficas, pero las sensibilidades estéticas del pueblo coreano que se reflejan en el arte siempre incluyen la tranquilidad y la calidez, como las que nacen disfrutando tranquilamente del sol de principios de otoño. Los perros, a causa de su naturaleza alegre y adorable que los lleva a no desconfiar de otros, simbolizan la disposición del pueblo coreano.

El artista Yi Am (1499-?), descendiente directo de la Dinastía Joseon, fue el más famoso pintor de animales de su tiempo. Como el alcance de los temas de un artista está directamente influido por sus experiencias personales, podemos imaginar que los perros de este cuadro son los que jugueteaban en el patio del palacio real. Podemos suponer eso por el collar de la perra, que presenta un raro color naranja rojizo (rojo combinado con amarillo), que era el empleado por la corte real, y por un cascabel dorado. Como contraste a los cachorros, que tan deseosos buscan la leche materna, la madre proyecta un sentimiento definido de dignidad, calidez y magnanimidad.

Tomado de la revista Koreana, tomo 13, núm. 1.