Usted está aquí: domingo 18 de septiembre de 2005 Política Ignora Gobernación el impacto social de las salas de apuestas que autorizó

Bajo sospecha, los permisos concedidos fast track por el ahora precandidato Santiago Creel

Ignora Gobernación el impacto social de las salas de apuestas que autorizó

Es sumamente peligroso el ambiente en los bingos; está hecho para crear adictos, alertan

FABIOLA MARTINEZ

Ampliar la imagen Centro de apuestas en Canc�onde el turismo extranjero gasta millones de d�es en el bingo FOTO La Jornada Foto: La Jornada

Son las 11:30 de la mañana de un jueves, día hábil. El gran salón está casi lleno; más de 50 mesas están ocupadas, unas 300 personas están ahí. Nadie, absolutamente nadie, se levanta de su lugar porque escuchan atentos a quien canta los números. De repente, alguien grita: ¡línea!

El dueño de alguno de los 386 cartones vendidos en esa tanda (10 pesos cada uno) ganó 152 pesos. Luego, vienen los murmullos y, cinco minutos después, de nuevo el silencio. El sorteo de los números va a empezar otra vez...

Mientras tanto, en la Secretaría de Gobernación (SG) dicen que ya preparan un estudio sociológico para medir el impacto de los bingos, books, hipódromos y galgódromos, luego de que estalló el escándalo por los polémicos permisos que otorgó Santiago Creel Miranda días antes de abandonar la SG para buscar la candidatura a la Presidencia de la República. Entre los propietarios de las siete empresas beneficiadas están varios magnates de la comunicación, incluida una filial de Televisa.

Las declaraciones van y vienen; en la Cámara de Diputados pedirán al gobierno información sobre las ganancias de los negocios dedicados a los juegos y sorteos y aquellos que utilizan sus concesiones de radio y televisión para multiplicar los concursos por medio de llamadas telefónicas.

Hace casi dos meses que el actual secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza, anunció la realización de un estudio de impacto social de las casas de apuestas. Hasta ahora nada se ha dicho al respecto; los beneficiarios de permisos para juegos y sorteos siguen recibiendo miles de millones de pesos cada año, producto de las apuestas en más de un centenar de salas que operan actualmente en todo el país. De todo ello, como se ha publicado, entregan al erario poco más de 200 millones de pesos anuales, equivalente apenas a 2 por ciento de sus ingresos.

Por lo pronto, el negocio de las apuestas sigue en expansión. La cadena Yak (con 32 establecimientos) puso en marcha decenas de máquinas conocidas como "tragamonedas". Son aparatos en los que se puede apostar desde 50 centavos a 30 pesos cada segundo. Ahí, dicen los conocedores del tema, la adicción por el juego (enfermedad reconocida por organismos internacionales como ludopatía) podría ser peor.

Los integrantes de grupos como Di no a los casinos y Jugadores en recuperación documentaron en el periodo 2002-2004 los efectos de la asistencia sistemática y adictiva a este tipo de negocios; sin embargo, la autorización masiva de bingos -ocurrida en mayo pasado- los llevó a iniciar una campaña para advertir de los riesgos por la proliferación de esos negocios: ludopatía, alza en la criminalidad, lavado de dinero y hasta suicidios. Es el histórico juego de apuestas en el que, como en otras actividades, pasas a la lista de adictos si no te retiras a tiempo.

Quienes han asistido a los bingos saben que cada paso está perfectamente planeado para jugar: "te picas de inmediato, esto es sumamente peligroso", comenta Carlos del Moral Ehlers, fundador del grupo Jugadores en recuperación.

Todo encaja: ambiente nocturno (aunque sea mediodía); un salón cerrado, sin ventanas ni nada que distraiga a los jugadores; comida buena y relativamente barata; venta de bebidas alcohólicas y, sobre todo, una dinámica imparable de sorteos cada cinco minutos.

El primer bingo fue montado por la empresa Caliente, de Jorge Hank Rohn, a finales de los años 90, con la atracción de un premio acumulado de cientos de miles de pesos que, según la investigación de Del Moral, sólo lo obtiene una docena de afortunados cada año.

Los más asiduos asistentes son amas de casa, jubilados, desempleados, comerciantes, familias completas; ricos o pobres que están dispuestos a dejar ahí todo el dinero que traen encima. Así lo comenta un testimonio recogido por Jugadores en recuperación: "Hay días en que no he ganado ni siquiera una línea y he gastado 10, 12 o 15 mil pesos. También día con día me maldigo y me digo que soy un estúpido. Cómo es posible que si ya había ganado un premio lo vuelvo a dejar ahí, pero todos los días pienso que hoy es el día bueno, que me voy a recuperar con un premio acumulado".

 
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