Usted está aquí: sábado 17 de septiembre de 2005 Capital En condiciones adversas, mujeres que trabajan en el comercio ambulante

En promedio obtienen un salario mínimo por jornadas de más de ocho horas

En condiciones adversas, mujeres que trabajan en el comercio ambulante

En la calle están expuestas a enfermedades, delincuencia y corrupción, revela un estudio

ROCIO GONZALEZ ALVARADO

Con ingreso promedio de un salario mínimo y jornadas de más de ocho horas de trabajo sobreviven más de la mitad de las mujeres que se dedican al comercio ambulante en las zonas aledañas a las estaciones del Metro, revela una investigación del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Se trata de mujeres de entre 18 y 38 años, y la mayor parte sólo cuenta con estudios de secundaria. Para la mitad su ingreso representa el total del gasto familiar, y se incorporaron a esta actividad entre 1989 y 1997.

En el estudio, a cargo de Julia Chávez Carapia, investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), se analizaron de manera aleatoria los casos de 500 mujeres que laboran en el comercio informal en las entradas y salidas de las estaciones del Metro Tacuba, Salto del Agua, Indios Verdes, Martín Carrera, San Lázaro, Canal del Norte, Revolución, Zapata, Ciudad Universitaria, Miguel Angel de Quevedo, Zócalo y Pino Suárez.

En su mayoría (62 por ciento), encontraron en la venta de alimentos, ropa, joyería, zapatos, artículos de piel, electrodomésticos, cosméticos y objetos religiosos su primera experiencia laboral, mientras que en el resto sus antecedentes se circunscriben al trabajo de obreras, empleadas domésticas o en el comercio establecido.

Otro dato que arroja esa radiografía es que más de la mitad de las mujeres aporta todo su ingreso al gasto familiar, y 81 por ciento indicó no tener intención de renunciar a su trabajo como vendedoras ambulantes. Menos de una cuarta parte dejaría esta actividad si su esposo contara con un buen salario, mientras que 19 por ciento espera salir de la crisis para regresar a su casa.

Generalmente sólo tienen un día de descanso, y su exposición en la vía pública las enfrenta diariamente a la delincuencia, la corrupción -que se manifiesta en la mordida-, así como a problemas de salud.

Un porcentaje importante de las vendedoras ambulantes son jefas del núcleo familiar y tienen entre uno y dos hijos, en su mayoría menores de 12 años. De ellos, 92 por ciento acude a la escuela y el resto trabaja; en 32 por ciento de los casos están a cargo de sus hijos; en 22 por ciento los cuida la abuela, 13 por ciento un hermano o ellos mismos, 5 por ciento el padre, y en 2 por ciento un conocido.

Esa situación, refiere Chávez Carapia en el estudio, titulado Condiciones de vida familiar y de trabajo en el caso de las vendedoras ambulantes de la ciudad de México, provoca problemas en la dinámica familiar, principalmente situaciones de desobediencia de los menores, así como agresiones y violencia entre hermanos.

Otro problema importante que se presenta en los hijos de estas mujeres es el bajo aprovechamiento escolar, mala conducta y deserción. Si bien esta situación no está relacionada forzosamente con el trabajo que desempeñan, sí con el tiempo que dedican a él.

En suma, advierte Chávez Carapia, integrante del Sistema Nacional de Investigadores, la problemática que enfrentan las vendedoras ambulantes se convierte en punto de riesgo para las familias, para las próximas generaciones y para el desarrollo integral de la sociedad.

 
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