Usted está aquí: sábado 10 de septiembre de 2005 Opinión DESFILADERO

DESFILADERO

Jaime Avilés

Yoknapatawpha bajo el agua

Nueva Orleáns, otra muesca para Bush

Ocho refinerías devastadas por Katrina

Ampliar la imagen En ruinas o bajo el agua qued�ta parte del Sur Profundo FOTO Ap Foto: Ap

GEORGE WC BUSH no ha cumplido todavía cinco años al frente del gobierno de Estados Unidos, pero en ese breve lapso ha tenido el tiempo necesario para causarle el mayor de los daños posibles a tres de las ciudades más importantes del planeta. Primero fue Nueva York, con el autoatentado a las Torres Gemelas y la campaña de terror contra la población más abierta, progresista, culta y mejor informada de ese país. Luego fue el pavoroso bombardeo a la capital de Irak, usando las peores armas no atómicas de destrucción masiva que existen en nuestros días para propiciar después la devastación de los tesoros culturales de Mesopotamia e imponerle una constitución religiosa y machista a una sociedad esencialmente laica, donde las mujeres estaban acostumbradas a compartir responsabilidades políticas con los hombres y vivían sin remilgos su cálida sensualidad, como consta en Las mil y una noches (o Las mil noches y una noche, según la traducción de Jorge Luis Borges).

Ahora la desgracia ha caído sobre Nueva Orleáns, y uno sólo puede hundirse en la más amarga de las tristezas al ver el agua estancada en las calles, jardines y edificios de la capital del Sur Profundo; el territorio cultural donde nacieron el blues, el jazz y los amados libros de Mark Twain (La cabaña del tío Tom, Las aventuras de Tom Sawyer), William Faulkner (Luz de agosto, Las palmeras salvajes), Carson McCullers (El corazón es un cazador solitario, Frankie y la boda, La balada del café triste) y Erskine Caldwell (El camino del tabaco), así como las obras de teatro de Tennessee Williams (Un tranvía llamado deseo, Una gata sobre el tejado caliente), por hablar solamente de autores emblemáticos de aquella región y no mencionar las novelas contemporáneas de Richard Ford (El periodista deportivo, Incendios), los viejos discos de Satchmo y Fats Domino, o el sonido Bayou de The Credence Clearwater Revival, sus evocaciones del Proud Mary, aquel barco de ruedas que giraba con vapor y que en los años 70 bailábamos rolling... oh, rolling... yes, rolling on the river...

¡Ay, Nueva Orleáns! ¿Quién hijos de la chingada te hizo esto? A WC le dijeron en 2001 que ya estaban muy gastados y endebles los diques de los canales que permitían el manejo de las aguas excedentes del Misisipi para evitar inundaciones. Pero WC no prestó atención a la advertencia. En 2002 le informaron sobre las investigaciones que estaban en curso para detectar los puntos más vulnerables de la ciudad ante un huracán de la magnitud de Katrina, pero ordenó que suspendieran esos estudios para reasignar el dinero a los gastos del proyecto militar contra Irak, en beneficio de las empresas petroleras de su familia que, después de lo que ha sucedido, también recibirán ganancias exorbitantes por la reconstrucción de las refinerías, plataformas, oleoductos y gasoductos ubicados en el Golfo de México.

De acuerdo con un reporte del periódico francés Le Figaro, Katrina generó el cierre temporal de ocho refinerías en el Sur Profundo, con lo que Estados Unidos pierde por el momento 11 por ciento de su capacidad instalada para transformar petróleo en productos petroquímicos. Esto, añade el rotativo parisiense, causará un déficit de gasolinas y gasavión, dos razones ante las cuales FedEx, UPS y DHL, empresas líderes en mensajería internacional, elevarán de 5 a 15 por ciento sus tarifas, en tanto Delta Airlines y North West Airlines, que estaban al borde de la quiebra, quedan en una situación todavía más precaria.

Pero eso no es todo. Al destruir las instalaciones portuarias del Misisipi e impedir la navegación por sus aguas, Katrina frenó las exportaciones de soya y trigo -granos procedentes de los estados de Iowa, Illinois y Minesota-, que representan la mitad de las ventas estadunidenses de ambos productos. Al mismo tiempo suspendió las importaciones de acero, cobre y plátano, que entran por esa vía acuática. En ausencia de tales mercancías, disminuirá por fuerza el funcionamiento de fábricas de materiales para construcción, además del abasto de fruta, mariscos y champú a los supermercados.

Si en las próximas dos semanas no se reanuda el tráfico de barcos cargueros en los 3 mil 700 kilómetros del Misisipi, los productores de semillas se verán imposibilitados de mover por carretera y ferrocarril, para llevar a otros puertos, unos 70 millones de metros cúbicos de granos. En consecuencia, un porcentaje de esa producción permanecerá dentro del país, lo que ha derrumbado ya los precios a futuro de esos productos, mientras los precios del café, siempre según Le Figaro, tienden al alza porque en las bodegas de Procter & Gamble, en Nueva Orleáns, se están pudriendo bajo las aguas 1.6 millones de sacos de esa rica sustancia estimulante.

Demasiado tarde

Para justificarse ante la opinión pública, Bush y los criminales que lo acompañan dicen que la furia destructiva del huracán fue equivalente a una bomba nuclear "como la de Hiroshima". La sola comparación es infausta, porque Estados Unidos fabrica, para atacar a Irán, bombas nucleares de poder limitado o mininukes, como las llaman. ¿Acaso empiezan a prepararnos sicológicamente? ¿Pretenden que empecemos a acostumbrarnos, a familiarizarnos con la idea? ¿El día de mañana CNN nos dirá que "la bomba nuclear arrojada esta mañana sobre Teherán ocasionó un daño similar al de Katrina"?

WC archivó los planes de evacuación de Nueva Orleáns pero, en vísperas de la llegada de Katrina, sólo se le ocurrió aconsejar a la gente que huyera. Por tanto, escaparon a tiempo quienes tenían medios de transporte propios y dinero para pagarse el viaje. Abandonados por el gobierno del país más poderoso del planeta, quienes se quedaron a merced del agua, de los vientos, de la naturaleza desquiciada por la violencia demencial del neoliberalismo fueron, por supuesto, los pobres, es decir, los negros, los mexicanos, los de siempre; gente de tercera o cuarta categoría, seres prescindibles para la mentalidad infrahumana de Bush.

Pero Katrina -esto es lo más grave, y si no nos hacemos cargo con todo lo que implica podemos darnos de una vez por muertos- no fue un huracán "especial", un producto del azar, un "fenómeno" impredecible. No, Katrina nació como hija de la política ambiental de Estados Unidos y de los países que se niegan a firmar el Protocolo de Kyoto contra el calentamiento de la Tierra. Katrina es hermana del tsunami del 26 de diciembre y del tifón que ahora ha golpeado las costas japonesas, y es una consecuencia de los calores asfixiantes que se presentan en todo el mundo, en donde los inviernos, como el de este año en el Cono Sur, duran dos semanas.

Un querido amigo se burlaba de mí hace dos meses, cuando le confesé que en el bochorno insoportable de la primavera-verano de la ciudad de México, por cada gota de grasa derretida que me chorreaba del cuerpo imaginaba una gota, exactamente igual, desprendiéndose al mismo tiempo de los hielos del Polo Norte, gota que se agregaba a la masa del océano y se transformaba en una amenaza mortífera.

Según los que saben, si los polos se derriten el mar subirá cinco metros, lo que se traducirá en la desaparición de todos los puertos que conocemos hoy, incluyendo Venecia, Estambul, Río de Janeiro y Veracruz, por decir apenas los más bellos. En Nueva Orleáns el agua subió seis metros. La señal de alarma está encendida. Hay que movilizarnos ya, porque de todos modos ya es demasiado tarde. Luchar hasta conseguir la renuncia de Bush sería un buen principio. En los próximos días, todo así lo indica, la televisión mundial dará cuenta de un número cada vez mayor de cadáveres en la zona de desastre. A los muertos cotidianos de Irak vendrán a sumarse miles y miles, tal vez decenas de miles de víctimas de su "política de paz". Y el idiota de la Casa Blanca no podrá contener la indignación mundial que desatarán esas imágenes. Hay que estar listos para barrerlo.

Equivalente a la Comala de Rulfo, al Macondo de García Márquez, a la Santa María de Onetti, Yoknapatawpha, la región mítica inventada por Faulkner en el Sur Profundo, está debajo del agua por culpa de la imbecilidad de Bush. Eso es algo que nunca olvidaremos. Pero si no actuamos de inmediato y con éxito, las olas del Golfo de México, tal vez muy pronto, romperán contra los muros de Jalapa.

Ser de izquierda

En pocas palabras, ser de izquierda, según la relaboración colectiva del concepto hecha por los lectores de esta página, significa oponerse en todo momento a la injusticia, la explotación, la discriminación, la corrupción y el autoritarismo; luchar siempre en favor de los pobres, por la protección del medio ambiente, por la unidad de los oprimidos y por el derecho universal a gozar la diversidad en todas sus manifestaciones. Para decirlo de otro modo, ser de izquierda implica vivir íntegramente resistiendo a toda hora y en todo lugar contra la devastación neoliberal y buscando simultáneamente alternativas a la dictadura económica del capitalismo. O como bien lo señalaron Gabriel Valdés, el doctor Eduardo Naranjo y otras atinadas personas, ser de izquierda es ser derecho.

Como resulta obvio, por otra parte, Katrina desplazó en este espacio la discusión sobre las políticas alternativas para el campo. Como las propuestas siguen llegando, esta página reabrirá el tema el sábado que entra...

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