Usted está aquí: miércoles 31 de agosto de 2005 Opinión MUSICA

MUSICA

José Agustín Ramírez

Moby: Hotel

Más orgánico y solista, se reinventa en su nueva producción

YA NO ES ningún secreto que Richard Melville Hall, mejor conocido como Moby, se puso este seudónimo artístico en honor a su tataratío, Herman Melville, el reconocido autor de Moby Dick. Así pues, la genética demuestra sus secretos de creatividad, frente al talento multidisciplinario de Moby, su personalidad radical, compleja y contradictoria: toca todos los instrumentos en su nuevo disco, canta en 10 rolas, escribe, compone y produce (aunque esta vez prescindió de los samplers), todo con la energía que le dan las lechugas y zanahorias que le permite su dieta vegetariana, que sin duda repugnaría al obsesivo capitán Ahab, famoso cazador de ballenas. Rocanrolero, empezó con la banda los Vatican Comandoes; DJ, se inició en el Club The Beat de NY; incansable detractor de la guerra en Irak, colaboró con Public Enemy en 2004, en una canción que exigía: "Haz el amor, que se joda la guerra" ("MKLVFKWR"); tiene nueve discos en su carrera, entre los cuales sobresalen: Moby (1992), Everything is wrong (1995), Play (1999) y 18 (2002), todos primordialmente de música electrónica, pues sólo tuvo una incursión en el rock pesado, casi trashmetal, con Animal Rights (1996), pero después demostró un don insospechado para mezclar, samplear y componer (su primer sencillo Go, robaba pequeñas muestras del tema musical de la serie televisiva Twin Peaks, del maestro David Lynch, y después colaboró, produjo o remixeó a tan diversas luminarias como Brian Eno, David Bowie, Smashing Pumpkins, Metallica, Depeche Mode o The Prodigy), en fusiones sorprendentes que abarcaban rock, pop, tecno, ambient, blues, gospel y hasta rap, técnicas que no se repiten en Hotel (2005), pues Moby se reinventa otra vez, más orgánico y solista.

HAY CUATRO O cinco rolas nefastonas, demasiado fresas, cursis o muy pinche tecno-dance, pero, una vez eliminadas de la programación, nos quedan 10 piezas bastante efectivas, entre las cuales destacan las instrumentales que abren y cierran el Hotel; por cierto, la edición especial incluye un excelente disco instrumental, de ambient electrónico, muy a lo Brian Eno, pero en su estilo, más emocional.

OTRA INFLUENCIA NOTORIA es David Bowie, por ser también iniciador de la música ambiental y el minimalismo, aunque también en sus facetas ochenteras, post Ziggy Stardust, como queriendo pegarle a Heroes (sin lograrlo) en Spiders, Love Should y Slipping Away. Pero el homenaje más claro es a sus primos de New Order, al hacer una versión de su rolilla Temptation (un clásico de los electro-clubes-subterráneos de los años 80, tierno dance-tecno-pop que se volvió éxito internacional gracias al soundtrack de Trainspotting), convirtiéndola en una bella atmósfera, lenta y suave, que en la voz Laura Dawn, la única cantante invitada, alcanza los niveles de This Mortal Coil, y sus hermosas divas. El Moby sentimental, prendido y grandilocuente se encuentra en cortes como Raining Again, Beautiful y el sencillo Lift me up, mientras que en I like it, un insospechado Moby eróticus desnuda su escuálida y pelona humanidad al lado de Dawn, pero con buena instrumentación.

POR ULTIMO, EL cantante se despide con la balada Forever, sin llegar esta vez a los límites de la gran melancolía e infinita tristeza que le dieron fama, como un alquimista musical capaz de transformar la depresión en melodías misteriosas, visionarias, oníricas, casi filosóficas, electrocardiogramas para meditar en un Hotel de paso (digamos de tres estrellas) y observar el futuro desde su rascacielos futurista, con el capitán Moby, viajando en su cacería de sueños.

MOBY SE PRESENTARA en el Auditorio Nacional el 6 de septiembre a las 20 horas.

 
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