Usted está aquí: miércoles 31 de agosto de 2005 Opinión Para Marcos: ¿Y los indígenas evangélicos?

Carlos Martínez García

Para Marcos: ¿Y los indígenas evangélicos?

En los primeros meses de la irrupción pública del EZLN, en 1994, la dirigencia de este movimiento prestó atención y solidaridad a los protestantes indígenas expulsados de distintos municipios de los Altos de Chiapas. A partir de entonces el tema se fue diluyendo en el interés del EZLN. Fuera de una que otra referencia al protestantismo en los pueblos indios, particularmente a quienes se adjudican ser sus representantes, Marcos ha dejado el tema de lado, no obstante que en la zona de influencia zapatista varios municipios tienen muy alta población evangélica.

Hubo una referencia del subcomandante Marcos a los evangélicos pocos días después de la masacre de Acteal, salvajemente perpetrada en diciembre de 1997. En esa ocasión el vocero zapatista dejó constancia de que después de una exhaustiva investigación el EZLN llegó a la conclusión de que tanto los asesinados como los homicidas eran católicos. Este deslinde de culpabilidades fue importante en su momento, y lo es todavía para las decenas de presos indígenas evangélicos acusados de haber participado en la matanza de Acteal. Tan es importante que en su defensa siguen haciendo referencia a la declaración de Marcos, pero quienes los acusaron y sentenciaron no tomaron en cuenta la investigación zapatista del caso ni sus conclusiones.

En términos porcentuales hay más protestan-tes/evangélicos en el México indígena que en las poblaciones mestizas. En algunas zonas del país el porcentaje de evangélicos, como en algunos municipios de Chiapas, oscila entre 20 y casi 50 por ciento; tal es el caso de los Altos. Esta realidad no se puede ignorar ni tampoco explicar mediante teorías que interpretan el hecho como resultado de la manipulación misionera externa. Teoría que comparten, por cierto, fuerzas políticas distanciadas hermenéuticamente en muchos otros temas. En esto, izquierda y derecha persisten, en términos generales, en ver a los indígenas protestantes como personas que atentan contra la tradición y son agentes extraños que van contra la unidad de los pueblos indios. Con tal óptica de alguna manera justifican las agresiones y expulsiones padecidas por esos indios e indias religiosamente incorrectos.

En las primeras semanas en que emergió a la luz pública el EZLN, un grupo de expulsados evangélicos indígenas hizo llegar a la dirección zapatista un documento que daba cuenta de su situación y pidió un encuentro para dialogar sobre el tema. El 17 de febrero de 1994 llegó la respuesta de Marcos, en la que se pronunció a favor de la libertad de pensamiento y creencia. Entonces escribió: "Por esto, la exigencia del retorno incondicional de todos los expulsados a sus legítimas tierras y el castigo a los que oprimen a su misma raza y desangran a sus hermanos aparece en lugar importante en nuestras demandas y en el camino del mundo de justicia y verdad que habrá de nacer a nuestra muerte". Además hubo un encuentro de Marcos y otros dirigentes zapatistas el 2 de marzo de ese mismo año, en la catedral de San Cristóbal, con líderes de los expulsados y una treintena de tzotziles obligados a salir de sus comunidades por la intolerancia religiosa. El encuentro duró hora y media.

Con distintos ritmos y modalidades, los indígenas protestantes siguen padeciendo ataques y todavía experimentan la expulsión de sus poblados. Este es el caso de casi un centenar de huicholes evangélicos que fueron obligados a salir de la comunidad Agua Fría, municipio de Mexquitic, Jalisco, y que se encuentran refugiados en la entidad vecina, en Nayarit. Tuvieron que salir para evitar ser quemados vivos, como les dijeron que harían los caciques del lugar si continuaban practicando una fe contraria a la católica. Los evangélicos comprobaron que la amenaza iba en serio cuando vieron arder la casa de una de sus integrantes, Hermelinda Vázquez de La Cruz, estando ella adentro, por lo que resultó con graves quemaduras (La Jornada, 19, 22, 25 y 26 de agosto, notas de Jesús Narváez y Nelda J. Anzar). Como de costumbre, organizaciones de la sociedad civil que normalmente defienden los derechos humanos de grupos vulnerables han dejado pasar el asunto. ¿Cómo van a comprometer su prestigio solidarizándose con indígenas protestantes? Eso no se vería bien dentro del círculo progresista y sus múltiples ONG.

La izquierda a la que dice pertenecer el subcomandante Marcos ha roto con muchas inercias caducas de las izquierdas tradicionales. Tal vez pudiera, a diferencia del progresismo que estigmatiza a los indios evangélicos, solidarizarse sin regateos con los huicholes de Jalisco y otros indígenas que son duramente hostigados por el tradicionalismo religioso. Y no es tanto porque sean los perseguidos quienes necesiten esa solidaridad, sino que es menester hacerlo por la integridad y coherencia con los valores del propio zapatismo, entre ellos esa utopía hermosa de luchar por un mundo donde quepan muchos mundos.

 
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