Usted está aquí: lunes 29 de agosto de 2005 Opinión CIUDAD PERDIDA

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Inmobiliarias, lobos con piel de oveja

Vivir del fisco

El juego sucio de la construcción de viviendas

MIENTRAS LAS ambiciones políticas en la capital se van asando a fuego lento, suceden cosas que deberían tener preocupados tanto a las autoridades como a sus habitantes, que por necesidad o por ceguera han caído en el juego sucio de las empresas inmobiliarias.

UNA ESPECIAL pasión por la construcción de habitáculos abrasa a los inversionistas, quienes en cuatro delegaciones (Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Miguel Hidalgo y Benito Juárez) levantan y levantan edificios iguales, de dimensiones liliputienses, precios inalcanzables y horrible arquitectura.

PARECE QUE fue la modernidad, así, llana e irreflexiva, la que ha seducido a un buen número de capitalinos que en su nombre pagan buena cantidad de pesos por las viviendas-cajón, algunas de ellas hasta inteligentes, donde ya está instalado el sistema Internet, hay salones de uso común para realizar ejercicios físicos y la temperatura del inmueble sube o baja según el ambiente.

ESOS DEPARTAMENTOS, que casi siempre rebasan apenas los cien metros cuadrados, pueden costar de 2 a 3 millones de pesos, desde luego teniendo siempre en cuenta la ubicación, es decir, la colonia donde se construyen, aunque a decir verdad el mercado de la vivienda ha pervertido tanto el precio de la tierra que son los acabados de la habitación en venta los que imponen, al final, el precio.

COMO SE ha dicho en reiteradas ocasiones, fue el sismo de 1985 el que empujó a muchos habitantes de la ciudad a buscar en las entidades vecinas un lugar más seguro para vivir, y poco a poco el centro de la capital, las cuatro delegaciones que ya mencionamos, se fueron despoblando.

COLONIAS COMO Narvarte y Nápoles, por ejemplo, se convirtieron en corredores llenos de oficinas. Las viejas casonas, amplias y elegantes en su mayoría, se llenaron de hombres y mujeres de negocios, de computadoras y firmas que vendieron de todo.

AHORA, EL fracaso de buena parte de esos negocios dio pie a que los llamados desarrolladores compraran esas casonas para convertirlas en bloques de cemento prefabricado, paredes falsas de tablaroca y vidrio.

PERO LO peor no esta allí. Lo muy grave del asunto es que, por ese tipo de construcción de "acabados lujosos", la vivienda de tipo popular casi no existe, pero los constructores han hecho el gran negocio tomando los beneficios fiscales que les brinda el gobierno para construir esa clase de departamentos, y después los venden a precios muy lejanos a lo que podría costar un habitáculo de los llamados populares.

BUENO SERIA que las autoridades echaran un vistazo a este problema que empieza a crecer de manera desmedida y que de un momento a otro puede estallar.

La Ruta 61

MAS ALLA de la trivialidad absurda de la mayoría de bares y cantinas de la Condesa, desde hace ya un año por ese mismo rumbo, en la calle Baja California, casi esquina con Tamaulipas, se empezaron a escuchar, cosa rara, acordes de blues y, más extraño todavía, la música explotó en vivo.

SE TRATA de un lugar diferente donde los no muy viejos recuerdan y los jóvenes descubren algo más que el punchis-punchis. Se llama Ruta 61 y allí, una muchacha joven con acento argentino se trepa a los acordes y ondula el cuerpo, agita la cabeza, brinca y suda, pero sobre todo canta, y canta en serio.

NO SABEMOS si el lector guste del blues, pero la experiencia de pasar unas horas salpicando la melancolía de la música negra con unos tragos de tequila es algo más que dejar que el fin de semana transcurra. Ruta 61 tiene algo diferente que bien podría llamarse vida, y no es comercial, es puro buen sabor de boca.

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