401 ° DOMINGO 28 DE AGOSTO DE 2005
 

Las inventoras de los derechos humanos
Una huelga de hambre que hizo historia

Jesús Ramírez Cuevas

El 28 de agosto de 1978 es una fecha clave en la defensa de los derechos humanos en México. Ese día 84 mujeres y cuatro hombres iniciaron un ayuno en la Catedral de México para exigir la libertad de presos y desaparecidos políticos.
La protesta fue un desafío al sistema político. Las madres de los desaparecidos revelaron la existencia de la guerra sucia. Su acción obtuvo la primera amnistía política y convirtió la lucha contra la represión en tema ineludible de la agenda democrática



Fotografía: Archivo La Jornada
Tras años de peregrinar en busca de sus hijos por oficinas gubernamentales e instalaciones policiacas y militares, cansadas del silencio y los engaños de los funcionarios, las madres del Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, acordaron una medida extrema.

El 28 de agosto de 1978 iniciaron una huelga de hambre en la Catedral metropolitana para exigir una amnistía para mil 500 presos y medio millar de desaparecidos políticos.

El Comité nació un año antes en Monterrey, pero la prensa y la sociedad seguían ignorando su dolor y sus demandas.

Rosario Ibarra de Piedra, una de las pioneras en la lucha por los derechos humanos en nuestro país, recuerda con emoción aquel episodio: "Con sigilo, quienes participarían en la huelga de hambre llegaron de Guerrero, Sinaloa, Jalisco y Monterrey. Habíamos anunciado el acto pero no el lugar, para evitar que el gobierno lo impidiera".

Era la víspera del segundo informe de gobierno de José López Portillo. "Ese día llegaron decenas de agentes de Gobernación disfrazados de periodistas que querían saber dónde iríamos", relata.

"Nos dividimos en grupos para despistarlos", prosigue. "Llamé por un teléfono público y comenté que iríamos a Gobernación a la una de la tarde, donde nos recibiría el secretario Jesús Reyes Heroles. Dijimos que antes de la cita iríamos a rezar por nuestros hijos a la Catedral. Los policías se fueron a Gobernación".

"Al llegar al Altar del perdón ­cuenta Rosario­ las doñas sacaron sus rosarios y se pusieron a rezar. A las 11 de la mañana sacamos al atrio de la Catedral una manta roja con letras negras que decía "Los encontraremos". Las mayores se quedaron dentro. Comenzó el escándalo, los curas y algunos agentes nos querían sacar pero no pudieron".

Antes de cualquier reacción oficial, Rosario Ibarra avisó a periodistas y personalidades de izquierda mientras 84 mujeres y cuatro hombres iniciaban el ayuno. En el atrio colocaron mantas exigiendo amnistía general y retratos de jóvenes desaparecidos por el gobierno.

"El lugar se fue llenando de gente y mantas. Nos llevaban agua, azúcar, miel y limones. Hubo solidaridad a pesar del miedo que había porque desde 1968 estaba prohibido ir al Zócalo y protestar en la Catedral. Algunos dirigentes de partidos nos pedían levantar la huelga porque echaríamos a perder la reforma política".

El hostigamiento de policías y militares fue permanente y amenazaban con desalojarnos.

La huelga duró cuatro días. "El 31 de agosto, un día antes del informe presidencial, el desalojo parecía inminente y decidimos retirarnos. Reyes Heroles prometió que el Presidente nos recibiría y que iban a informarnos de nuestros hijos. Lo que nunca cumplió".

"Anuncié que nos íbamos, que el presidente había empeñado su palabra. Con lágrimas en los ojos nos fuimos".

Al día siguiente, López Portillo anunciaba la primera amnistía para presos políticos (hubo tres más y fueron liberadas mil 500 personas).

Así terminó la primera de siete huelgas de hambre que realizaron los familiares del Comité a lo largo de diez años.

"El resultado fue bueno, salieron presos y regresaron perseguidos y exiliados. Logramos que se reconociera la existencia de desaparecidos en México", rememora Rosario Ibarra.

Un año más tarde, en diciembre de 1979, 54 organizaciones de izquierda constituyeron el Frente Nacional Contra la Represión y comenzaron a ser liberados los primeros desaparecidos políticos de 148 que lograron ser rescatados.

La lucha de esas mujeres caló en la conciencia nacional al develar la guerra sucia contra movimientos populares y la guerrilla. También reafirmaron la idea de que no hay democracia plena con presos y más de 500 desaparecidos políticos, un saldo que sigue pendiente.