Usted está aquí: sábado 27 de agosto de 2005 Opinión Víctor Terán. Zapoteco del Istmo

Carlos Montemayor

Víctor Terán. Zapoteco del Istmo

En otro momento he dicho ya que los zapotecos del Istmo han forjado acaso la tradición literaria moderna más importante de las lenguas indígenas de México. A lo largo de un siglo se han sucedido varias generaciones de escritores cuyas obras han difundido revistas, diarios y colecciones editoriales. Después de autores como Rosendo Pineda, Adolfo Gurrión y Enrique Liekens Cerqueda, nacidos todos en el siglo pasado, Andrés Henestrosa (1906), Pancho Nácar (1909-1963) y Gabriel López Chiñas (1911-1983) fueron los istmeños que se consolidaron como una generación de sólidos escritores en lengua materna y, en el caso de Henestrosa y López Chiñas, también en lengua española. A ellos debemos agregar otro autor relevante de relatos y poemas, Nazario Chacón Pineda (1916-1994). Marcaron de manera profunda la expresión poética del Istmo con puntuales aportes de estilo, expresión, sonoridad y, por supuesto, con reflexiones utilísimas para la escritura alfabética del zapoteco o didxazá, la lengua de los binnizá, la gente de la nube.

A esta generación siguió la no menos brillante de Macario Matus, Víctor de la Cruz y Enedino Jiménez, éste último recientemente fallecido y autor, junto con Vicente Marcial Cerqueda, de un hermoso e inteligente Vocabulario Zapoteca o Neza Diidxa', auxiliar en el modelo pedagógico actual. Macario Matus continúa la tradición literaria de los grandes poetas y cuentistas juchitecos, y sus poemas recientes constituyen un recorrido por los orígenes, los dioses y las ciudades antiguas: Yagul, Monte Albán, Mitla, el dios Cocijo, el dios de las mieses, el dios regidor de las cosas. Víctor de la Cruz es un importante poeta en zapoteco y en español, y un ensayista e historiador relevante. Sus poemas poseen una gran fuerza y concentración afilada, exacta, tanto sobre el amor y la soledad como sobre la dimensión del destino de los zapotecas.

Una nueva generación está escribiendo actualmente magnífica poesía y estupenda prosa en zapoteco: Feliciano Marín, Antonio López Pérez, Natalia Toledo y Jorge Magariño, para citar solamente algunos. A esa generación pertenece, de manera destacada, Víctor Terán. En varias ocasiones he tenido oportunidad de conversar y trabajar con él en Juchitán y en las ciudades de Oaxaca y México. Muy reveladoras fueron para mí las sesiones en que nos dedicamos a revisar las traducciones al español de los poemas que reunió en Como un sol nuevo. Es ahora acaso el poeta más personal y productivo de la región. Quizás su rasgo distintivo sea el sentido del ritmo y de la musicalidad de la lengua, rasgo sobresaliente en un idioma que es de suyo uno de los más musicales del mundo. Ha publicado numerosos libros; en tres ocasiones ha sido becario del Programa de Apoyo para Escritores en Lenguas Indígenas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y después fue asesor y miembro del jurado dictaminador del mismo programa. Los poemas que presentamos aquí forman parte del libro Las lenguas de América. Recital de Poesía, que próximamente publicará la Universidad Nacional Autónoma de México en la Colección La Pluralidad Cultural en México.

XHOOPA' DIIDXA' RUÍ' XIINGA GUENDARANAXHII

SEIS VARIACIONES ACERCA DEL AMOR

I

Guendaranaxhii
zeedayaca casi ti xiixa nanaa

ni qui zanda guá' binni xadxí

ne qui quiba' dí ra yanni.

El amor
viene siendo como un fardo gravoso

que no se puede traer por mucho tiempo

sin que uno termine maldiciendo.

II

Guendaranaxhii
zeedayaca casi ti ludxi bele ruaa gui'ri',

casi gubidxa rihuinni guibá',

zadu'yanu ziyuí', málasi guibani,

zadu'yanu zié ne zeeda.

El amor
viene siendo como la flama de una vela

o como el sol que resplandece en el cielo,

que decae, que se aviva,

parte y regresa.

III

Guendaranaxhii
dxiña yaga nga laa,

niidxi zee guladi' telayú,

niidxi zee ruxooñe'

lade le' xtí' ti gunaa.

El amor
es miel silvestre que mana del árbol,

savia de mazorca tierna desprendida en la madrugada,

savia que corre

en la huerta íntima de la mujer.

IV

Guie' du'ga' nga guendaranaxhii.
Xquenda guchachi', ná' ti bidó',

ti zannanu nuu cusiabirí ladxido'no

ne qui zadu'ya'di'nu laa.

Flor de higuera es el amor.
Nagual de la iguana o mano de una diosa,

anuncia su presencia en el corazón

mas nunca lo veremos.

V

Guendaranaxhii
rie ne reeda casi huaxhinni.

Ni rie, riné ti ndaa ladxido'no.

Ni reeda, reedacaa xtindaa

lu ni biaana.

El amor
va y viene como la noche.

El que no vuelve, huye robándonos un trozo de alma.

El que viene, llega a saquear

el corazón sobrante.

VI

Guendaranaxhii
qui gapa xiladxi'

casi guendahuará,

qui gapa guendabiaani'

casi guendaguti.

El amor
florece sin desvelo

como las enfermedades,

no entiende razones

como la muerte.

LU TI NAGANA

Lu ti neza
chupa ná'

nagu'xhu' gá

zuguaa'.

Tobi ri'
nadxii naa,

xtobi ca

nadxiee laa.

Nisaguié',
nisaguié',

gudiibi' xendxe

ladxiduá'.

Gubidxaguié',
gubidxaguié',

binduuba' gu'xhu'

ndaani' bizaluá'.

DUDA

Sobre un camino
que se bifurca

confundido

me hallo.

Ésta
me ama,

aquélla

la amo.

Lluvia,
lluvia,

purifica con esmero

el alma mía.

Sol en flor,
sol en flor,

barre el humo

que nubla mis ojos.

QUI ZUNIHUARALU' NAA

Qui zunihuarálu' naa.
Qui zaguza diou' xquendanabane'.

Naro'ba' yu'du' biaani' bisaananelu' naa,

nanaadxi' ne nayeche'.

Xadxípe' bisindá'naxhilu' bi stinne',
xadxípe' guleezalu' naa lade ca za

ne xidxaa guidiládilu'.

Racaditi ru' ca naya' guietenala'dxica
beelaxiaa dxitaxa'nalu'.

Ricaala'dxiru' guidiruaa'

runi guiropa' rii dxiñabizu xídxilu'.

Paraa chiguniná guendarietenala'dxi' naa ya'.
Paraa, neca zelu', gácananaladxe' lii ya'.

Ti nisadó' benda riaquibiaani' bisananelu' naa,
ti nisadó' benda caguite yeche'.

NO LOGRARAS LASTIMARME

No lograrás lastimarme.
No quebrantarás mi existencia.

Inmensa es la catedral de luz que me dejaste,

cálida y gozosa.

Aromaste mi existencia largo tiempo.
Me diste a conocer el paraíso

con la tibieza de tu cuerpo desnudo.

Aún tiemblan mis manos al recordar

tus carnosas nalgas.

Aún suspiran mis labios

por tus dos cántaros dulcísimos.

Con estos recuerdos, ¿cómo sentirme lastimado?,
¿cómo, aun con tu abandono, aborrecerte?

Un mar de peces deslumbrantes me dejaste,

un mar de peces incesantes.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.