Usted está aquí: viernes 26 de agosto de 2005 Mundo Pide el Papa a Hugo Chávez disipar las dificultades en las relaciones Iglesia-Estado

Espacio para cumplir su misión y servicio humanizador, demanda el Papa a Caracas

Pide el Papa a Hugo Chávez disipar las dificultades en las relaciones Iglesia-Estado

REUTERS, AFP Y DPA

Ampliar la imagen Benedicto XVI recibe en la residencia veraniega de Castel Gandolfo las credenciales del diplom�co Iv�Guillermo Rinc�rdaneta, nuevo embajador de Venezuela ante el Vaticano FOTO Reuters Foto: Reuters

Ciudad del Vaticano, 25 de agosto. En una de sus primeras referencias a temas latinoamericanos desde que asumió el pontificado en abril pasado, el papa Benedicto XVI pidió al gobierno de Venezuela disipar "las dificultades actuales en las relaciones Iglesia-Estado", semanas después de que el presidente Hugo Chávez y el cardenal Rosario Castillo intercambiaron acusaciones personales.

Sin mencionar los problemas entre Chávez y Castillo y sin referirse a algún caso de restricción de libertades a los católicos en el país sudamericano, el Papa dijo que la Iglesia reclama "poder disponer, de modo estable, del espacio indispensable y los medios necesarios para cumplir su misión y su servicio humanizador", así como para "escoger a sus pastores y guiar a sus fieles".

En el palacio apostólico de la residencia veraniega de Castel Gandolfo, el pontífice recibió las cartas credenciales del nuevo embajador de Venezuela, Iván Guillermo Rincón Urdaneta, quien le hizo saber el interés de su gobierno por mantener y consolidar las relaciones con la Iglesia.

"Traigo el propósito de trabajar conjunta y mancomunadamente en programas educativos, culturales y sociales, en favor de la defensa de los pobres, de los pueblos indígenas y de los derechos humanos", dijo el diplomático venezolano en la ceremonia, según despacho del sitio en Internet de la emisora venezolana Unión Radio.

Benedicto XVI admitió ante Rincón la importancia de los programas sociales gratuitos emprendidos por Chávez, en la educación y la salud, pero también destacó que "gobiernos y estados nada deben temer por la acción de la Iglesia, que en el ejercicio de su libertad sólo busca llevar a cabo su misión religiosa y contribuir al progreso espiritual de cada país".

Las fricciones entre Chávez y la jerarquía católica en Venezuela llegaron a su punto de mayor intensidad en julio, cuando el mandatario acusó al cardenal de golpista "bandido" que tiene "el diablo dentro de él", en alusión al presunto apoyo de sectores de la institución eclesial al fallido golpe de Estado contra Chávez en 2002, que sólo logró dejarlo fuera del poder por un día.

Castillo ha calificado de "dictador" al presidente, y en rechazo a las afirmaciones del mandatario el arzobispo Roberto Luckert pidió a Chávez que se comportara a la altura de un jefe de Estado, en vez de usar los medios de comunicación para regañar públicamente al cardenal, que frecuentemente critica las acciones gubernamentales.

En su alocución, el pontífice habló de la necesidad de que los conflictos sean resueltos con "el perdón y la reconciliación", porque son la manera de evitar que "las legítimas discrepancias lleguen a convertirse en enfrentamientos agresivos".

En julio pasado, los obispos venezolanos emitieron un pronunciamiento público en que dieron la bienvenida a las políticas gubernamentales de ayuda a los pobres, pero dijeron estar preocupados por "el clientelismo político y el mal uso de fondos". Criticaron también el "discurso belicista y la militarización" en Venezuela.

En respuesta a las palabras del Papa, el ministro venezolano de Defensa, Orlando Maniglia, pidió que el gobierno y la Iglesia "dialoguen para acabar con los roces".

Cuando se habla de respetarse o sobre esos conflictos, dijo Maniglia, "lo que debe buscarse es el diálogo y la tolerancia entre las partes; y algo muy importante es que cada uno juegue su propio papel".

Mientras, el diario conservador El Universal, que impulsa una campaña publicitaria anticubana, publicó la más reciente versión de una encuesta que trata de medir la aceptación o el rechazo de los venezolanos al modelo económico y social de Cuba, que por supuesto fue contraria a ese régimen.

 
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