Usted está aquí: viernes 26 de agosto de 2005 Cultura Si no es la Oaxaca de Toledo, la provincia no existe: Gabriel Ramírez

Afirma el pintor yucateco que si se vive "fuera del DF, eres invisible"

Si no es la Oaxaca de Toledo, la provincia no existe: Gabriel Ramírez

Participa en la exposición colectiva en memoria de Juan García Ponce

MERRY MACMASTERS

A muchos les parece que el pintor yucateco Gabriel Ramírez (Mérida, 1938) siempre pinta lo mismo. "No es cierto", refuta el artista abstracto con reminiscencias figurativas. Aunque, en efecto, es el mismo lenguaje, porque "no puedo hablar más que con el mío propio", al referirse a su exposición de obra reciente en acrílico sobre tela, abierta el pasado 23 de agosto en la Galería Pecanins, Durango 186, colonia Roma, considera que hay una evolución.

"Lo siento -explica- porque es un trabajo más libre, menos controlado, menos esquemático. El colorido es el mismo porque son los mismos colores que manejo. Si se compara con cuadros anteriores, eso es más violento, más urgido, están hechos con mucha rapidez.

"Paso por un periodo muy grande de no pintar. Casi todo lo estoy pintando aquí (señala su cabeza), porque a la hora de trabajar lo hago rapidísimo. En tres meses hice 35 cuadros de los cuales se colgaron 17. No los conté, pero a la hora de firmarlos dije, qué voy a hacer con tanto cuadro. Es acumular por acumular. No tengo tanta urgencia de pintar, no podría hacerlo diario, entonces, dejé de pintar.

"Ahora que regresé a Mérida posiblemente me ponga a pintar, porque, además, una exposición pendiente se me convierte en una carga, una responsabilidad, ya no estoy concentrado."

Ramírez también considera su pintura "tradicional, casi reaccionaria", por el uso de la tela y "esos colorines". Le da la espalda a los materiales contemporáneos, porque "si soy un individuo que ni siquiera tiene computadora o celular, mal haría en usar materiales que no manejo. Además, se necesita un capital atrás para sostener una obra hecha así. Tener casi una fábrica".

Para el entrevistado hay que respetar el lenguaje propio y no ser novedoso "nada más por el hecho de serlo". Agrega: "No hago cerámica ni escultura, no me gustan. A mí me encanta la pintura, entonces de aquí no salgo. No tengo tampoco prisa por llegar a ningún lado".

Hace tres años Ramírez tuvo su primera exposición retrospectiva en el Museo de Arte Moderno. ¿Cómo repercutió en su carrera? "En absoluto -contesta-. No pasa nada. Es como un cerillo que se prende, tiene de pronto mucho fuego y luego se apaga. En parte el culpable es uno mismo, tal vez, por no quererse demasiado, por no estar sobre cierto objetivo.

"Vivir en Mérida cuenta mucho también. Si uno vive fuera del Distrito Federal, lo he dicho muchas veces, casi no existes. Eres invisible. Si no es la Oaxaca de Toledo, la provincia no existe, y menos Mérida."

-¿No podría haber una Mérida de Gabriel Ramírez?

-Eso quisieran allá, pero no tengo ningún interés en hacer eso. Los intereses de tipo político no me gustan. No me veo con diputados y el gobernador arreglando asuntos. Lo importante para mí es pintar. Lo que está en medio de esas dos cosas horribles, empezar y terminar un cuadro, es lo único que me divierte.

-Un cuadro suyo se vendió en la pasada feria de arte Arco en Madrid.

-Sí, un irlandés lo vio y dijo, quiero eso.

Gabriel Ramírez participa en una colectiva de pintores dentro del homenaje a Juan García Ponce en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Ya que Yucatán es el estado invitado al próximo Festival Internacional Cervantino, el artista compartirá una expo-sición junto con Fernando García Ponce y Fernan- do Castro Pacheco.

 
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