Usted está aquí: lunes 22 de agosto de 2005 Espectáculos Celebró la Sonora Santanera medio siglo de existencia

Se presentó el sábado en el Zócalo capitalino

Celebró la Sonora Santanera medio siglo de existencia

JAIME WHALEY

En tarde de lluvia constante y mojante, Tlaloc se apiadó de los no muchos concurrentes al Zócalo capitalino la tarde del sábado, cerró sus llaves por un momento y permitió que se festejara el medio siglo de la Sonora Santanera.

De La boa de 1954, entonada por Juan, Silvestre y Andrés, los cantantes originales, a la de 2005, cantada ahora por Benito, Hugo, Gabriel y Joss, ha corrido mucha agua pero la agrupación fundada por el tabasqueño Carlos Colorado sigue entre las preferencias populares.

''Hemos ganado dinero y fama, pero lo que nos queda es el reconocimiento del público, lo demás se gasta'', externó Sergio Celada, quien, desde hace 50 años, es el timbalero del grupo cuyo nombre original fue el de Tropical Santanera hasta que el cómico Palillo, cuatro años después, les sugirió cambiarlo por el de sonora ya que la mayoría de sus números eran tomados del repertorio de la isleña Sonora Matancera en la que cantaba Bienvenido Granda, intérprete de Hoy se más, número con el que se dio a conocer la recién formada orquesta.

El festejo tuvo madrinas y padrino, De las primeras hubo dos, Alejandra Avalos, cantante medianamente entonada, quien a falta de arte lució un vestido corto que bien llenó, y la otra fue de gran categoría, Eugenia León, quién a pesar de no actuar ante un público propio se ganó al respetable con una estupenda interpretación de Estoy pensando en ti en la que le dio juego a su bien educada voz, pieza en la que un entusiasta espontaneo intentó aventarse un solo de trompeta en pleno escenario, en tanto que el padrinazgo recayó en Gualberto Castro, quien recurrió a otra obra de Lara, Solamente una vez para también ganarse el reconocimiento.

Desde luego que, a lo largo de esta media centuria, la Sonora ha tenido que renovarse. Las bajas por fallecimiento y salidas por causas diversas han obligado a ello. Hace casi 10 años hubo una escisión en la que Andrés Terrones, uno de los cantantes originales salió y formó su grupo. Silvestre Mercado, otro vocalista, falleció por lo que hubo que buscar suplente.

A una audición, todavía en vida de Mercado, se presentó Benito López, criado en Pachuca, en donde desarrolló el gusto por escuchar a la Sonora Santanera, pero nacido en Huayacocotla, municipio veracruzano. López en su afán artístico ha sido mariachi, ha bailado flamenco pero lo que más le llamó la atención, desde niño -dice-, fueron las infaltables rolas de la doble ese.

López, al igual que sus compañeros ataviado con un tuxedo saco color crema a delgadas rayas negras, pantalón igualmente obscuro, rememora una anécdota: durante una presentación, Mercado entonaba Amor de cabaret y él, Benito, no pudo evitar un bostezo. Al término del número Mercado, molesto, le espetó: ''aquí el viejo soy yo, ese se puede dormir. Usted, si no respeta al público, váyase a dormir a su casa''.

Otro despegue de la Santanera ocurrió cuando la llamada Chamaca de Oro, Sonia López, se convirtió en solista. Se unió al grupo en 1963 cuando su hermano le pidió a los integrantes -que ya eran vacas sagradas, a grado tal que se les tenía más o menos como la sinfónica de la Valle Gómez, colonia en donde se originaron- una oportunidad para que ella cantara en un festival escolar y tan bien lo hizo que de inmediato fue contratada.

Para 1960 José Hinojosa, directivo de los discos Columbia, los escuchó en el teatro Follies y de inmediato los contrató. Desde esa fecha han grabado 68 discos, recuerda Zelada, y de las canciones que más les solicitan figuran, desde luego, La boa, composición del cubano Felix Reyna que aquí, el yucateco Carlos Lico recompuso y rebautizó, y Los aretes de la luna.

Al festejo no podía faltar Antonio Salas, auto considerado el fan número uno de la Santanera, quien conduce una combi-pesera de la ruta 38 por el rumbo de Ecatepec, en la que a veces lleva a la orquesta. Vestido a semejanza de sus ídolos, con un dorado pendiente al cuello que lo identifica con su apodo Santanero. Ya cuando el recital languidecía no se aguantó y de entre el público sacó a bailar a emperifollada dama, mientras se escuba: aquí estoooy entre boteeellaaaass, apagaaando con el viiiino mi dolooooor.

 
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