Economía endeble
El crecimiento del producto en México durante el primer semestre de 2005 fue en promedio de 2.7 por ciento, mientras que en el mismo periodo del año anterior fue de 4 por ciento. Así, la economía sigue mostrando que tiene grandes dificultades para crecer de manera suficiente y sostenida.
En el segundo trimestre del año se esperaba por parte del gobierno un aumento del producto de 3.8 por ciento, pero el registro del INEGI, publicado el pasado 16 de agosto, fue de 3.1 por ciento. De tal manera, las expectativas oficiales para el año en curso se han reducido a 3.5 por ciento, aunque las estimaciones más generales lo ubican cuando mucho en tres.
La agricultura no ha crecido en lo que va del año, con una tasa de menos 2.4 por ciento; la industria, que se recuperó en el segundo trimestre, aumentó solo 1.3 por ciento, y los servicios 4.1 por ciento. En el caso de la manufactura de la cual dependen las exportaciones no petroleras, el crecimiento es de apenas 1.2 por ciento en el año, destacando la nueva recuperación de la industria maquiladora; el comercio se ha expandido a un ritmo de 3.4 por ciento, los transportes 7.4 y los servicios financieros, 5.3 por ciento.
Por el lado del empleo formal del sector privado, las cifras del IMSS registraron 16 millones 2 mil trabajadores en julio de 2004 y 16 millones 468 mil en julio de este año. Los asegurados permanentes aumentaron en 317 mil para llegar a 14 millones 555 mil en julio pasado. Esto ocurre mientras la informalidad laboral avanza de modo galopante.
Durante este sexenio no se alteró la naturaleza del proceso de expansión de la actividad productiva que sigue estando estrechamente ligada a la demanda de manufacturas del mercado estadunidense y que ha tenido que protegerse -cosa muy distante que blindarse- de los efectos adversos en el campo financiero mediante la acumulación de divisas, el control de la cantidad de dinero y del crédito, y la gestión de los compromisos de pago de la deuda externa.
No obstante, la presión fiscal de la deuda pública interna sigue aumentando con la colocación de títulos emitidos por el gobierno, como los Certificados de la Tesorería (Cetes), los Bonos de Desarrollo del Gobierno Federal (Bondes) o los compromisos del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) que arrastra aún los efectos del rescate bancario tras la crisis de 1995 y demanda cada vez más recursos del Estado. Igualmente, sigue sin haber un reconocimiento explícito en las cuentas públicas de los pasivos acumulados por los sistemas de pensiones como los del IMSS, ISSSTE y las universidades públicas.
La economía de Estados Unidos ha ido normalizando su ritmo de crecimiento después de la larga expansión de la década de los 90 y la recesión de principio del actual decenio. No puede esperarse un jalón de la demanda de las importaciones mexicanas que impulse la producción interna, además de que existe cada vez mayor competencia de otros países para exportar a ese mercado.
De la misma manera, las tasas de interés que fija la Reserva Federal seguirán creciendo en lo que resta del año, como han hecho durante varios meses. Con ello continuarán imponiendo una restricción adicional a la política monetaria del Banco de México para seguir equilibrando el tipo de cambio del peso frente al dólar y las tasas de interés y evitar un nuevo episodio de inestabilidad, es decir, devaluación e inflación, especialmente en un año de disputa electoral.
La tabla de salvación del gobierno del presidente Fox ha sido la entrada de divisas por exportación de petróleo y por las remesas. En eso se sustenta la tan publicitada estabilidad macroeconómica, pues hay recursos para administrar las cuentas públicas sin necesidad de recortes y ajustes perentorios.
El aumento de los precios del petróleo crudo ha generado ingresos de 12 mil 555 millones de dólares entre enero y junio de este año, lo que representa un aumento de 31.6 por ciento respecto del primer semestre de 2004. Frente a lo presupuestado, los ingresos petroleros extraordinarios en el curso de 2005 son del orden de 2 mil 500 millones de dólares, o sea, 8.5 por ciento adicional, en tanto por impuestos sólo se ha recaudado 0.8 por ciento más de lo esperado. En el caso de la exportación de trabajadores a Estados Unidos ha significado un ingreso en el primer semestre de 9 mil 278 millones de dólares, 17.7 por ciento por arriba del mismo periodo del año pasado.
De tal manera que de continuar estas tendencias, los rubros del petróleo y las remesas podrían producir divisas por un monto de alrededor de 43 mil millones de dólares. Con ello la política de estabilidad podría sostenerse hacia el final de este sexenio, y eso es lo que pretenden las autoridades financieras y, por supuesto, el Presidente. Esa es la apuesta para acabar el gobierno del cambio, pero toda apuesta es riesgosa. En este caso los riesgos provienen de los factores externos sobre los que no se tiene control, y también de los de carácter interno y en ese caso pueden provenir de la disputa política que se da fuera y dentro del gobierno.