Usted está aquí: viernes 19 de agosto de 2005 Opinión De cuando la República traicionó a los indígenas

Jaime Martínez Veloz

De cuando la República traicionó a los indígenas

Don Luis H. Alvarez, senador en ese tiempo y presidente de la Cocopa (noviembre de 1996), nos convocó a los miembros de la comisión legislativa a reunirnos en San Cristóbal de las Casas. Llegamos todos: Heberto Castillo, Pablo Salazar, Juan Guerra, César Chávez, Pepe Narro, Rodolfo Elizondo, Juan Roque, López Velarde, Marco Michel, Oscar González, Benigno Aladro, excepto Fernando Pérez Noriega, quien andaba fuera del país, y nos reunimos en el hotel Flamboyant. La Cocopa tenía casi dos años de existencia y enfrentaba toda clase de situaciones y provocaciones contrarias al espíritu de la paz en Chiapas.

La discusión fue intensa, pero fructífera. El diálogo entre el EZLN y el gobierno federal se producía bajo el amparo de la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas y contaba con el respaldo de las instituciones de la república, cámaras legislativas, Poder Ejecutivo, partidos políticos, organizaciones sociales, sociedad civil y ciudadanos. El proceso de paz y negociación no era un acto de buena voluntad ni una ocurrencia, sino una acción ciento por ciento republicana.

La agenda de diálogo acordada entre el gobierno federal y el EZLN se organizó por temas de interés común a través de un procedimiento de consultas mutuas, así como un método de trabajo que permitiera que cada acuerdo tuviera la legitimidad que reclamaban los actores involucrados en el conflicto. El primer tema a discutir fue Derechos y cultura indígenas, después seguirían: Democracia y justicia, Bienestar y desarrollo, Los derechos de la mujer, La reconciliación en Chiapas y El acuerdo final de paz.

El tema Derechos y cultura indígenas se discutió de octubre de 1995 a febrero de 1996, mes en el que el gobierno federal y el EZLN firmaron lo acordado. Contraria-mente a la buena disposición mostrada durante la negociación del primer tema, en la discusión sobre Democracia y justicia la delegación gubernamental enmudeció, se mostró insolente y arrogante, mostrando una actitud impropia, por lo que el diálogo se convirtió en monólogo; en la mesa de negociación había dos partes, pero el gobierno no hablaba. Mientras esto pasaba, los partidos negociaban con el entonces secretario de Gobernación, Emilio Chuayfett, una reforma electoral que no incluía el tema indígena. Por la vía de los hechos el diálogo entró en crisis, producto de la actitud del gobierno y las dirigencias partidarias. Al término formal de las sesiones de trabajo sobre ese tema, con justa razón el EZLN declaró suspendido el diálogo en tanto el gobierno federal no modificara su actitud y cumpliera lo pactado en el tema Derechos y cultura indígenas.

En este contexto, los miembros de la Cocopa nos reunimos, y después de una intensa valoración de argumentos a favor y en contra por unanimidad decidimos elaborar una iniciativa de modificaciones constitucionales sobre la base del respeto puntual y escrupuloso del texto pactado entre gobierno y EZLN en materia de derechos y culturas indígenas. El acuerdo logrado en la Cocopa condicionaba la elaboración de la iniciativa de ley a que gobierno y EZLN asumieran el compromiso de que la misma sería el documento que se enviaría la Congreso de la Unión para su discusión y aprobación. Desde el salón de trabajo del Flamboyant, don Luis H. Alvarez y Heberto Castillo, ante todos los miembros de la Cocopa, llamaron al subcomandante Marcos y a Chuayfett para darles a conocer nuestra propuesta y su aprobación o no al acuerdo de la comisión legislativa. Ambos representantes de la partes en conflicto dieron su consentimiento y nos dimos a la tarea de elaborar la denominada ley Cocopa, cuyo contenido es una traducción literal de lo que se conoce como acuerdos de San Andrés en materia de derechos y cultura indígenas.

Concluida la iniciativa de ley, enviamos simultáneamente una copia del texto a la comandancia zapatista y otra, vía fax, al gobierno federal. La respuesta del EZLN fue de aceptación, a pesar de "que tiene algunas lagunas consideramos que hay un avance importante"; incluso Marcos fue mas allá y dijo: "si siguen las señales por buen camino, lo más seguro es que la paz se firme en el primer trimestre de 1997" (La Jornada, 3/12/96). ¡Te imaginas vos, la paz a la vuelta de la esquina!

La paz que tanto anhelábamos los mexicanos tenía enemigos: Ernesto Zedillo, su empleado Chuayfett, las dirigencias partidarias y quién sabe cuántos más. Al llegar a la reunión en Gober-nación, Chuayfett nos recibió tratando de mostrarse como un constitucionalista, cuestionando la iniciativa de ley y señalando que tenía algunas observaciones de "técnica jurídica". Poco después, en una reunión que sostuvimos con el presidente Zedillo, éste le enmendó la plana y le aclaró: "Emilio, no es un asunto de técnica jurídica. Tú porque eres del altiplano no eres tan claro como nosotros los del norte. No estoy de acuerdo con la iniciativa y punto". Delante de una subcomisión de la Cocopa, en un ambiente tenso, lo enfrenté: "Usted será el presidente, pero es el responsable de lo acordado en San Andrés". Me respondió con la mirada fija y la quijada rígida: "Si hubiera sabido lo que iba a firmar Bernal, hubiera preferido haberme esperado dos o tres meses para que no firmara lo que firmó". Todavía socarrón le contesté: "Pero el hubiera no existe. La iniciativa contiene literalmente lo que su gobierno firmó con el EZLN". Apretó más la quijada y casi nos corrió de Los Pinos.

Heberto, don Luis, Pepe Narro y Juan Roque, uno a uno expusieron sus argumentos y defendieron con firmeza la iniciativa de ley, pero salimos con rabia, impotencia y el corazón destrozado ante la actitud presidencial. Fue la última vez que la Cocopa se reunió con Zedillo. Un año después, cuando sobrevino la masacre de Acteal, se decía condolido. La hipocresía no tiene límites en la salas del poder: tuvo la paz a su alcance y la mandó al carajo. ¿De qué chingaos lloraba?

La ofensiva mediática contra la iniciativa de la Cocopa fue tan brutal como mentirosa. (Continuará.)

 
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