Usted está aquí: miércoles 17 de agosto de 2005 Sociedad y Justicia Subiría 10.4º Fahrenheit la temperatura global en 2010

Una locura, no frenar el efecto invernadero: expertos

Subiría 10.4º Fahrenheit la temperatura global en 2010

EU no podrá evitar los costos económicos, advierte Forbes

REUTERS

Washington , 16 de agosto. El rechazo de la Casa Blanca a poner límites a la emisión de gases que producen el efecto invernadero puede beneficiar su economía en el corto plazo, pero los expertos advierten que el calentamiento global sin control podría tener un alto costo a largo plazo.

"Si bien hay costos asociados con la reducción de las emisiones, también existen otros que se presentarán en caso de no hacer nada al respecto", dijo Kevin Forbes, jefe del Departamento de Economía de la Universidad Católica de Estados Unidos. "Sería una locura, en mi opinión, no tratar de hacer algo", advirtió.

Para Ralph Cicerone, presidente de la Academia Nacional de Ciencias, en 2010 las temperaturas de la superficie terrestre podrían estar 10.4 grados Fahrenheit por encima de los niveles que se registraban en 1990, lo que empeoraría las tormentas, elevaría los niveles de los mares y provocaría el derretimiento de glaciares.

Luego de rechazar el Protocolo de Kyoto, que restringe la emisión de gases qor propician el efecto invernadero -que el presidente George W. Bush dijo que habría "desbaratado" la economía- Estados Unidos se unió a Japón, Australia, China, India y Corea del Sur en un pacto enfocado a compartir la tecnología sin fijar metas.

La economía más rica del mundo es también el principal emisor de dióxido de carbono. En 2003, Estados Unidos lanzó a la atmósfera 5 mil 800 millones de toneladas cúbicas del gas, mientras que China, ubicada en segundo lugar, emitió 3 mil 500 millones. En conjunto, Europa expulsó 3 mil 900 millones.

Está previsto que las emisiones de Estados Unidos se mantengan en aumento, a pesar de los planes para disminuir la intensidad del carbono o su uso por unidad de crecimiento económico.

La Casa Blanca quiere que los recortes en las emisiones sean voluntarios y se resiste a medidas que impongan límites a la salida de gases como el dióxido de carbono y el óxido nitroso -considerados culpables del calentamiento global-, ya que afirma que eso podría dañar el crecimiento económico.

"Nos oponemos a las políticas de restricción obligatoria en las emisiones, ya que conseguirían reducciones a altos costos energéticos, desacelerando la economía y dejando a Estados Unidos fuera de juego", dijo la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino.

Sin embargo, aunque los expertos coinciden en que las nuevas tecnologías son vitales, muchos ven el argumento económico como algo engañoso.

Quizá los costos más altos sean un mal necesario, ya que estimulan la innovación, y se sabe que las compañías actuarán más agresivamente si la pasividad las golpea donde más les duele.

Los costos de Kyoto

John Reilly, miembro del Programa Conjunto de Tecnología sobre Ciencia y Políticas contra el Calentamiento Global, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, examinó los efectos económicos de varios proyectos.

"Cuando consideramos la puesta en práctica del Protocolo de Kyoto creíamos que era costoso, pero que no arruinaría a la economía", expuso Reilly.

Sin embargo, inclusive aquellos que respaldan las restricciones gubernamentales coinciden en que dicho programa no es la respuesta para Estados Unidos.

Consideran demasiado duras sus metas y su fecha límite demasiado cercana, y afirman que la ausencia de países en desarrollo, como India y China, podría distorsionar el campo de juego de la economía global.

Según ese grupo, lo que se necesita es un trato que involucre al mundo entero, con objetivos justos. "Nunca se podrá resolver este problema sin que los principales emisores estén involucrados", consideró Katie Mandes, del Centro Pew de Cambio Climático Global.

Los expertos afirman que los riesgos económicos pueden mitigarse con un sistema comercial que permita que las regiones que están en mejores condiciones de afrontar los recortes de manera óptima puedan vender sus cuotas a aquellos menos capaces.

Si bien para Reilly Estados Unidos no puede resolver el problema solo, debería liderar el camino con medidas más significativas.

"Creo que el hecho de que el gobierno no esté a la altura de las circunstancias en este asunto es una de las grandes tragedias de nuestra era. Está endosando a las generaciones futuras extraordinarios costos y problemas", consideró James Gustave Speth, decano de la Escuela de Ciencia Forestal y Estudios Ambientales de la Universidad de Yale.

 
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