La Jornada Semanal,   domingo 7 de agosto  de 2005        núm. 544
 Una carta

Cesare Zavattini

Roma, 27 de diciembre de 1955
Querido Pina, querido Pío,

¿Saben por qué les escribí tan tarde? Aunque sea increíble, la verdad es que su dirección no me convence, y entonces, pensando que la carta no iba a llegar, ya no tenía ganas de escribir. Por ejemplo, la carta de Pío lleva la dirección detrás: Apdo. 2074. México DF. Me parece una dirección insuficiente, sin calle. Y Pina también, en su carta del 21 de octubre, dice que mejor escriba: Apdo. 2074. ¿Me pueden explicar qué significa? Esta vez utilizo la otra dirección, que me parece la verdadera: Cadetes del 47, n. 4.

Me alegré mucho de sus cartas y yo también hubiera tenido que enviarles mis felicitaciones. Pero ya sé que me van a perdonar. Efectivamente estoy justo en la mitad del trabajo que ustedes imaginan y ya no se trata sólo de cine. En estos días salió un panfleto que me gusta mucho, Ipocrita 1943, y hoy mismo les voy a enviar una copia a cada uno de ustedes. También les voy a enviar una copia de la primera crítica que salió sobre ese libro.

Con respecto a la situación italiana, ya no tengo mucho qué decir; la verdad es que el que tiene el poder lo utiliza. Con respecto a mí les puedo asegurar que aunque esté cansado no voy a dejar el trabajo. Estos son días especiales, porque se habla de la ley que el mes próximo va a llegar al Parlamento.

Como ya les dije, hay mucho talento, pero se agota y ahora (hace algunos días lo dije al semanal Tempo donde me hicieron treinta y ocho preguntas, y una con respecto a la censura) con respecto a la censura, su trabajo ha sido tan negativo que los funcionarios ya no se dan cuenta de los límites que se les pone, es decir que ya no piensan en cómo se tiene que hacer, sino en cómo se puede hacer. Se retomó entonces un proceso de fascistización, es decir de corrupción de la psicología italiana que hasta el ’47 iba hacia una dirección diferente. Hay mucha ironía, mucho espíritu, mucho escepticismo, mucho cinismo; mucho de todo lo que no tiene nada que ver con la formación de un carácter. Las cosas lindas y útiles se hacen en mi país también, porque la energía y el ingenio son inmensos, pero nos duele ver todo lo que se podría hacer y que no se hace. De todos modos hay muchas iniciativas interesantes en el campo cinematográfico por parte de los jóvenes; y en Cinema Nuovo se puede ver un claro reflejo respecto a este asunto. Pero el gran movimiento político-industrial no tiene ninguna de las ambiciones que nosotros tenemos, y por eso se convierte automáticamente en enemigo de las ambiciones.

El mes que viene tendré que irme a Alemania, Este y Oeste, porque me invitaron a dos conferencias, pero a lo mejor no voy, así que podré seguir con el trabajo para no encontrarme atrasado esta primavera, en la que quiero regresar a México y quedarme un mes (quiero que esta noticia se quede entre nosotros por ahora); ustedes no pueden imaginar cómo me gustaría volver, y creo que con una pequeña visita podría disfrutar de las cosas importantes que ya vi. Ya puse en la carta –sesenta páginas por lo menos– mis impresiones sobre los dos meses de permanencia. Estoy sinceramente afectado con México y no sé por qué; a lo mejor porque allí sentí una gran necesidad política en contra de la naturaleza humana, y el mexicano para mí merece una calificación de humano muy grande, mucho más que los alemanes y los franceses que ruedan alrededor de sus mitos, mientras que los mexicanos forman parte de lugares en donde todo es posible, teniendo una feroz y maravillosa polémica que hacer en contra del mundo.

Las noticias que Pío me da son muy buenas, la relación con Juan de la Cabada es óptima; tenemos que convencernos más y más que en el cine tienen que entrar los verdaderos escritores. Echamos la culpa a la censura, al capital, etcétera. Pero también a todos los que trabajan en el cine y en vez de favorecer la entrada a los mejores siguen favoreciendo la práctica de los principiantes. Yo creo que nueve décimos de la gente que trabaja en el cine no tiene ni derecho ni inteligencia para trabajar; es que el cine es algo que, a nivel práctico, permite a los que no tienen mucho ingenio, trabajar, obteniendo buenos resultados. Ya me voy a parar porque si no van a decir que soy un quejumbroso. Quiero conocer su opinión sobre Ipocrita ‘43 y las novedades sobre el nuevo cine mexicano. Ya sé que nació la Federación de Cine Clubes, importantísimo evento. Tendrían que organizar el cine club profesional en la Ciudad de México; en este momento de mejora tendría un valor enorme.

Les abrazo y les pido que me escriban frecuentemente.

CESARE ZAVATTINI

 Esta carta forma parte del Archivo Zavattini en Roma y está incluida en el libro en preparación Cartas a México. Correspondencia de Cesare Zavattini 1954-1988, de la Filmoteca de la UNAM, a quien agradecemos la cortesía para esta publicación.
 
Traducción de Alessandro Bisogno