[email protected] ACAPULCO (IV Y ÚLTIMA) Dos buenos ejemplos de la dificultad inherente a forzar las categorías antes mencionadas –cine de arte y comercial– son Crimen ferpecto y La ciudad del pecado.
Todo lo anterior, que algunos podrían nombrar suavizamiento o morigeración, permite encuadrar a la cinta como del bando de las vendibles, aunque la fama de su autor obligue a pensarla como filme festivalero. No sobra insistir en que quizá no entre en ninguna de las dos categorías. ENTRE MÁS ALTA ES LA CAÍDA... ...más duro es el batacazo, como reza el refrán, y como pareciera estar en vías de sucederle a otro autor que, semejante al español, perceptiblemente va dejando a un lado ciertos aspectos de aquello que lo caracterizaba. Aun sin darle del todo un "sí" al mainstream, a la hora de aprovechar la pudiencia que le dieron sus logros iniciales, Robert Rodríguez soslaya para mal su elogiada capacidad de filmar con presupuestos mínimos. A La ciudad del pecado se le nota el billete, sobre todo en la postproducción, de modo tal que uno termina pensando más en la parte técnica que en el contenido de la película. Una lástima por muchos motivos, entre los cuales, por pura afinidad personal, deploro el desaprovechamiento de ese extraño pero notable actor que siempre ha sido Mickey Rourke. Otros resentirán lo floja que salió la parte protagonizada por Bruce Willis –la película se divide en tres historias–, y muchos más lo anodino de la restante. Igual que a Tarantino, colega y cómplice, a Rodríguez viene sucediéndole alejarse cada vez más de la contundencia inicial y, por consiguiente, del efecto que produjo en un público de todas maneras fiel, a la manera del aficionado al beisbol que con toda paciencia espera y espera otro jonrón. Pero ni los perros de reserva ni los mariachis se dan en serie, de modo que así van, uno y otro, recurriendo al cómic-película hasta que lo más notorio es la primera parte del binomio, en demérito de la segunda. COLOFÓN AGRADECIDO Queda desear, como se mencionó antes, que el FICA depure y enriquezca su programación. Esta vez fueron agradecibles la inglesa Millonarios, de humor y ternura poco frecuentados en el cine; El luchador, donde se ve que el estilo Hollywood también puede dar buenos resultados; la rusa Guardianes de la noche, que hace pensar en que las cintas de acción, mitos y misticismo no son exclusividad de ningún país, y por último la china Kung-fusion, cinta que podría parecer una más de karatazos, pero que en su delirio bien organizado se da muchos lujos, destacando el de pitorrearse de sus propias directrices conceptuales y luego volver a tomarse en serio y luego volver a doblar de risa al espectador. |