Usted está aquí: domingo 7 de agosto de 2005 Cultura Sartre abandona el purgatorio oficial para ponerse de moda

La biblioteca François Mitterrand dedica una amplia exposición al autor de La náusea

Sartre abandona el purgatorio oficial para ponerse de moda

Se revalora su papel como intelectual comprometido; Simone de Beauvoir centra la muestra

KYRA NUÑEZ CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, en una de las fotos que se pueden ver en la exposici�

París, 6 de agosto. La exposición Sartre en la Biblioteca Nacional de Francia François Mitterrand, habla por sí misma de una época histórica en el siglo XX: la del intelectual comprometido, que tiene en el autor de La náusea a su representante por antonomasia.

Luego de años en el purgatorio oficial, la muestra reivindica la postura anticolonialista del escritor ante la presencia militar de Estados Unidos en Vietnam y la de Francia en Argelia; reconoce su lucha contra el racismo y su oposición al estalinisno y contra la intervención de la Unión Soviética en Hungría y Checoslovaquia.

Concebida por Mauricette Berne en colaboración con Michel Sicard e inaugurada el 9 de marzo para conmemorar el centenario del natalicio del filósofo (21 de junio), la exposición pone de relieve la modernidad de esa figura emblemática del existencialismo, crítico implacable de la cultura burguesa.

Asimismo, revalora la obra literaria de Sartre, para quien la escritura, en todas sus formas, fue una actividad incesante; escribe acerca de todo y en cualquier lugar. Paradójicamente, nunca escribió los últimos tomos de sus dos obras monumentales, Los caminos de la libertad y El idiota de la familia. Pero ahí están, para la posteridad, títulos como La imaginación, La náusea, El muro, Lo imaginario, La crítica de la razón dialéctica, Las palabras y decenas sino es que cientos de artículos periodísticos y filosóficos.

Sartre también da cuenta de la relación del polígrafo con Simone de Beauvoir, a quien llamaba Castor, de cuya pluma proceden las mejores y más reveladoras descripciones de Sartre: quería "ser Spinoza y Stendhal al mismo tiempo".

A lo largo de su prolongada relación, Sartre y Beauvoir ejemplificaron a la pareja libre, solidaria, equitativa, que no tuvo que pasar por la institución del matrimonio. De hecho, Beauvoir es la figura omnipresente de la exposición.

La muestra, que permanecerá abierta hasta el 21 de agosto, ha puesto nuevamente de moda al hombre cuya opinión fue referencia ineludible en la vida pública francesa y en buena parte de los asuntos internacionales de la época.

Son memorables su compromiso con los estudiantes del 68 y sus actos en el Tribunal Internacional para juzgar los crímenes de Estados Unidos en Vietnam.

La investigadora de literatura griega que encamina a la reportera hacia la biblioteca Mitterrand, señala: "Sartre fue uno de los personajes de la época de mi madre, por quien mi generación se desinteresa; la exposición motivó mi lectura de Los caminos de la libertad y súbitamente reconocí su importancia".

Salvo media docena de hombres, la mayoría de los visitantes son mujeres y cincuentonas.

De vitrina en vitrina, ante los ojos del visitante se despliegan cuadernos de notas, libros, una impresionante cantidad de fotografías, páginas y páginas de periódicos, como Le Combat, Figaro, Les Temps Modernes, La Gauche, La Cause du Peuple y Libération, y primeras ediciones de sus obras.

Todo el conjunto ofrece la crónica personal de un infatigable creador y un controvertido hombre político. Documentación que muestra facetas curiosas del personaje, como la diminuta caligrafía con la que llenó cuadernos y cuadernos de notas, novelas, de cartas destinadas a "Simone de Beauvoir", como siempre la distinguió desde su encuentro el 8 de julio de 1929; piezas de teatro, discursos y manifiestos políticos.

Se puede apreciar su etapa como estudiante en la Ecole Normale. A lo largo de la documentación bibliográfica expuesta, se percibe la aparición de su compromiso con las libertades fundamentales del individuo luego de su experiencia en la prisión de Treves, Alemania, donde del individualismo pacifista derivó hacia la figura del intelectual comprometido, cuyo "deber es denunciar la injusticia dondequiera que ocurra".

De sus "amores de contingencia" dan testimonio las fotos, soberbias, de su prima Simone Jollivet: "bella, artística, cultivada, fantasmagórica e infiel", por quien sintió una especie de amor platónico; de su amiga Dolores Vanetti o aquellas de Michelle Vian, pareja de Boris Vian, de quien se separa para convertirse en amante de Sartre en el último decenio de su vida.

Abundante es la documentación sobre su toma de conciencia política y su compromiso social. Para quien nunca escuchó su voz, ahora puede apreciarla en por lo menos media docena de extractos de entrevistas que nos ponen al oído sus confesiones personales sobre su infancia y la ruptura con su madre, su "hermana mayor" y "madre/amiga" como la llamó. Tenía una voz nasal, de profundidad gutural.

También se constatan coincidencias como la siguiente: Sartre nace el 21 de junio de 1905 y en la misma fecha, en 1933, solicita plaza de profesor en el Instituto Francés de Berlín -según informa su caligrafía casi imposible de leer en el voluminoso tomo con portadas en cuero negro del original de La nausée.

Aunque reveladora, la muestra es políticamente correcta; la fase en la que Sartre trinó contra la vuelta de Charles de Gaulle es mínima; algunas fotografías rememoran la época y la correspondencia entre ambos en torno al Tribunal Internacional.

El movimiento existencialista nació en una conferencia magistral de Sartre, el 29 de octubre de 1945, titulada L'existentialisme est un humanisme que se lee en toda su extensión en una copia del diario Le Combat. El suceso se recuerda mientras se escucha Some of these days, Rue des blancs manteaux, Honeysucle rose, I found a new baby, canciones populares en los cafés Flore y Deux Magots, en el barrio de Saint-Germain-des-Prés a donde Sartre/Simone de Beauvoir se mudan dejando Montparnasse.

El debate sobre el existencialismo queda abierto. Un autor con las iniciales M.N. describe en Le Littéraire: "¿Existencialismo? Es una palabra de gente que busca escándalo".

Su popularidad política en torno al compromiso intelectual, aumenta en los países del llamado Tercer Mundo y se convierte en "un mito viviente".

En total, Sartre realiza 38 viajes en su vida: 10 a América, seis a Africa, 19 por Europa oriental y occidental, además de Israel/ Gaza, China y Japón. De todos ellos se exhibe la documentación pertinente, como la foto histórica de la pareja Sartre-Simone de Beauvoir con el Che, tomada en 1960 en Cuba por Alberto Korda.

Viejo, ciego y enfermo pero no vencido, Sartre se mantiene en pie de lucha durante los años 70, década en la que participa en la fundación de la agencia de prensa Libération. Esta agencia da cuenta, paso a paso, del fallecimiento y los funerales del filósofo y escritor, conciencia moral de su tiempo, el 15 de abril de 1980.

Por razones políticas, Sartre tuvo y perdió muchos amigos. Fue comunista y luego se arrepintió; fue reverenciado y cruelmente criticado y él, en su turno, reverenció y luego criticó.

Reticente a las instituciones y a la propia institucionalización de su persona, Sartre es fiel a su idea: no propone matrimonio a Simone de Beauvoir, ni acepta, entre otros, el Premio Nobel de Literatura de 1964. Pero, a su muerte, su entrada al panteón de los cultos, lo institucionaliza como "verdadera leyenda viviente" y "mito revolucionario".

Hoy, Sartre de nuevo está de moda.

 
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