Usted está aquí: viernes 5 de agosto de 2005 Opinión El autopublicista

Luis Javier Garrido

El autopublicista

La campaña de autopropaganda de Fox, lejos de levantar su imagen no está logrando más que dar más luces a las estructuras de corrupción del régimen.

1. Los mensajes propagandísticos de Vicente Fox, aparecidos en agosto en radio y televisión, autoelogiando su persona y su desastrosa gestión con el pretexto de que se acerca el quinto Informe, se producen en un momento en el que el país se halla inmerso en una gravísima crisis social marcada por desempleo y creciente empobrecimiento de los mexicanos, y en el que se agudiza la mayor racha de violencia que se haya producido en nuestra historia producida por el narcopoder vinculado a los aparatos del Estado, mientras el titular del Ejecutivo se hunde en el más profundo descrédito, consecuencia tanto de su ineptitud como de los nuevos escándalos de corrupción en que aparecen envueltos él y su familia.

2. El contenido de los mensajes, como el de los tres o cuatro discursos que Fox lee diariamente en su defensa, autoelogiándose sin límites y buscando culpables de su fracaso, entre los que destaca siempre al Congreso, al mismo tiempo que pinta sin el menor pudor ni recato un país inexistente (su Foxilandia) en el que se vive cada vez mejor porque él trajo "la democracia", y a un régimen político, también inexistente, en el que ya también todo cambió seguramente porque un equipo de gentes tan ineptas y corruptas como él haya escalado los cargos públicos, apuesta de manera equivocada a la ignorancia política de los mexicanos.

3. La consecuencia de esta campaña no podía ser otra que la que se ha producido: los mensajes y la actitud cínica de Fox han despertado una viva indignación en los más amplios sectores de la población por la desfachatez de quien se halla al frente del Ejecutivo, que a todas luces busca con triste obsesión rescatar su imagen histórica, legitimar las políticas neoliberales del gobierno y, desde luego, preservar el poder en 2006.

4. La figura histórica de Fox ya está teñida de la ineptitud, la corrupción y la mala fe que lo han caracterizado, y los millones de pesos del presupuesto federal que está gastando en su propaganda personal no podrán resarcirla. Fox no aparece sólo como individuo sin escrúpulos e ignorante de la historia nacional y de la naturaleza del Estado, que ha comprometido seriamente el porvenir de varias generaciones al entregar recursos básicos de México a las trasnacionales, sino como un político corrupto que ha abusado como pocos del poder: para beneficio de los traficantes de influencias nacionales y extranjeros asociados a él, pero también para su familia y la de su esposa.

5. Las revelaciones de las periodistas Anabel Hernández y Arelí Quintero en su libro La familia presidencial. El gobierno del cambio bajo sospecha de corrupción (Grijalbo, 2005) son un recuento no únicamente de la inexplicable riqueza de la familia presidencial, que es producto del peculado y que tanto agravia a los mexicanos, como señalaban Proceso (núm. 1500) y Diario Monitor (1º de agosto), sino de la impunidad de quienes gobiernan, que es aún mayor que en el pasado, y de la muy probable vinculación de varios de estos familiares con el narcotráfico.

6. La violencia sin freno del crimen organizado, que se ha manifestado en las recientes semanas en Nuevo Laredo y otras ciudades fronterizas, así como en Guadalajara, Culiacán y diversos sitios más de la costa occidental del país, sin paralelo en la historia reciente de México, no es expresión de simples "arreglos de cuentas de bandas rivales", y no ha sido objeto de análisis en los medios no nada más por el temor al narco, sino porque en este asunto están involucrados funcionarios federales y locales, y la responsabilidad de Fox en esta escalada de violencia, que es muy grande, no logra ocultarla el operativo México Seguro. Para cumplir con el salinismo y con sus propios arreglos prelectorales, Fox tomó partido: permitió a la DEA operar en México plegándose a las pretensiones de Washington, toleró en 2001 la fuga de El Chapo, liberó a Raúl Salinas en 2005, y ahora quebranta pactos y compromisos por su propia obsesión de 2006.

7. Los cárteles mexicanos de la droga no tendrían los rasgos que hoy tienen sin la estrecha simbiosis que han guardado con el gobierno de Fox y con los bancos privatizados, según señaló Alert Global Media (La Jornada, 4/8/05), organización que sin proponérselo plantea una cuestión capital. ¿Qué papel están teniendo el gobierno foxista y sus aliados en su pretensión de agenciarse recursos ilegales para la campaña de 2006? ¿No fue por ello que tanto Fox como Santiago Creel se opusieron a que se investigara más y mejor los financiamientos oscuros que recibieron en 2000 y que mucho se dijo provenían del bajo mundo?

8. El proyecto de Acción Nacional para 2006 no es otro que conservar las estructuras estatales de corrupción que ha consolidado Fox, en el que el poder político es un botín en manos de la burocracia panista, de los miembros de El Yunque y de los traficantes de influencias que los están financiando, como muestra el caso patético de Creel, señalado como un pillo incluso por los medios de otros países luego de que se conocieran mejor los detalles de su pasado en los años del salinismo, del ilegal financiamiento de su campaña en 2000 y de los 198 permisos al vapor que antes de dejar Bucareli concedió a Televisa y a otros grupos para abrir anticonstitucionales centros de juego. Por eso el banco inglés HSBC denunció que los permisos de Creel para abrir palenques, yaks, books, bingos y galgódromos no parecen tener más objetivo que abrir más "lavaderos de dinero" (Milenio Diario, 4/8/05), lo cual cobra sentido con vistas a la campaña.

9. Y otro tanto se podría decir del PRI: de varios de los perdidosos suspirantes del Tucom, cuyas precampañas se supusieron siempre financiadas por el narco, del vencedor Arturo Montiel por el papel clave del Grupo Atlacomulco y del aeropuerto de Toluca en esas estructuras del poder, y desde luego, como tanto se ha escrito, de quienes financian al mismo Roberto Madrazo.

10. La campaña foxista de autopropaganda tiene varios objetivos, pero el principal, 2006, no lo podrá alcanzar porque apuesta a algo inexistente: la ignorancia política de los mexicanos.

 
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