Usted está aquí: viernes 5 de agosto de 2005 Cultura La magia de Leonora Carrington convocó multitudes en Bellas Artes

Sorpresiva entrega de la Medalla de Oro del INBA a la aclamada artista

La magia de Leonora Carrington convocó multitudes en Bellas Artes

Reconocimiento de la comunidad artística ''a una vida consagrada a la creación''

Se inauguró Universo de familia, con obra de ella, su esposo y sus dos hijos

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Leonora Carrington muestra la presea que recibi�r su brillante trayectoria en el arte FOTO Carlos Ramos Mamahua Foto: Carlos Ramos Mamahua

Ampliar la imagen Muchas personas; con ansiedad, se aglomeraron en el Palacio de Bellas Artes para manifestar su admiraci� Leonora Carrington; FOTO Carlos Ramos Mamahua Foto: Carlos Ramos Mamahua

Con puntualidad inglesa, el miércoles por la noche la pintora Leonora Carrington (Lancashire, Inglaterra, 1917) arribó al Palacio de Bellas Artes para inaugurar la exposición Universo de familia.

La muestra incluye esculturas de la artista, así como fotografías de su esposo Emerico Weisz, poemas de su primogénito Gabriel y pinturas de Pablo, su segundo hijo.

Eran las 20 horas y dos sorpresas esperaban a la artista: una multitud ansiosa por estar cerca de su ''personalidad mágica" y la Medalla de Oro de Bellas Artes, que le entregó Saúl Juárez, director general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en nombre de la comunidad artística mexicana, ''en agradecimiento a una vida consagrada a la creación".

Es la segunda vez en 45 años que la obra de Carrington se muestra en ese recinto. Alegre, jovial, arropada por el cariño de las personas, Leonora recorrió la exposición acompañada por funcionarios culturales, amigos, admiradores y familiares.

Ante las decenas de elogios que Leonora recibía a su paso, sus nietos, tan emocionados como ella, explicaban, con sencillez y orgullo, que su abuela ''es una buena persona".

''Es usted un ser mágico''

Durante el recorrido por la sala Diego Rivera, frente a uno de los bronces de Carrington (una especie de caja de Pandora en forma de cerdo), la directora del Museo del Palacio de Bellas Artes, Mercedes Iturbe, se empeñaba en mostrar a todos el mecanismo para abrir la escultura, mientras la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Sari Bermúdez, se preguntaba cómo una mujer tan delgada como la artista puede crear piezas tan grandes y pesadas.

Alguien invitó a Sari a tocar la escultura, pero ella se negó: ''ya no toco nada, porque luego me inventan cosas", dijo en referencia al incidente ocurrido en China, cuando se difundió que indebidamente tocó la escultura de uno de los guerreros de terracota.

Leonora sólo observaba el asombro que causa su obra y se dejaba ''apapachar" por sus amigos: Carlos Monsiváis y Marie José Paz. Un par de niñas se abrieron paso entre la multitud que rodeaba a la artista tan sólo ''para tocarla" y decirle que la admiraban. Carrington les preguntó si les gustaban las esculturas y las pequeñas, todas unas expertas, respondieron: ''sí, pero más sus pinturas".

Un joven también se le plantó enfrente para decirle: ''Es usted un ser mágico" y la artista esbozó una sonrisa de timidez, al tiempo que pedía ver la obra de sus hijos. Las pinturas de Pablo, habitadas por animales fantásticos. Los poemas de Gabriel, repartidos por las paredes:

''El hombre intenta/ arrancar el espíritu de la mujer. / Ella le cocina/ un ego de rata".

El público disfrutó la generosidad del patriarca de los Weisz Carrington, Emerico, cuyas fotografías presentan momentos de intimidad: el pastel de cumpleaños de los niños, los mimos de la madre, las tertulias con los amigos, la esposa leyendo y ese momento intenso: Leonora plasmando en el lienzo un mundo irrepetible.

 
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