Número 109 | Jueves 4 de agosto de 2005
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Los travestis me salvaron la vida

Sergio estuvo a punto de ser linchado hace 18 años, cuando era adolescente. Sólo porque era portador del VIH. Es el estigma asociado a la infección en su forma más grave: la violencia, que se vive en algunos lugares del país.

“Tenía apenas 12 años cuando fui atropellado en la ciudad de México. Por la gravedad de mis heridas permanecí varios meses en el hospital de Balbuena, donde me transfundieron sangre. Un año después, una de las enfermeras me dijo: “tienes sida”. A esa edad yo no tenía idea de qué era eso. Como pude me regresé a mi pueblo, Tapijulapa, Tabasco, pues quería ver a mi madre, a la que no veía desde los siete años, pues el señor con quien se juntó no quería tenerme cerca. Una semana después que llegué decidí decirle a una de mis hermanas que tenía sida, pues me preocupaba que mi madre se pudiera infectar cuando me hacía las curaciones.

“Mi madre se alarmó y decidió encerrarme en un cuarto y contárselo a sus amigas del pueblo. El encierro me causó depresión y decidí escaparme. El único lugar al que podía llegar sin ser maltratado era la casa de mi madrina, en las afueras del pueblo. Ahí permanecí solamente una semana, pues mi madre fue a la radiodifusora del pueblo a decir que yo era peligroso, que tenía sida y que me había escapado de su casa.

“Un día por la tarde escuché el bullicio y el sonar de las campanas de la iglesia. Al asomarme por una ventana vi a una muchedumbre con palos y antorchas. Me estaban buscando. En mi desesperación y al ver la angustia de mi madrina, decidí saltar la barda trasera de su casa y correr. Llegué, con mucha dificultad, hasta la carretera donde un campesino me escondió en su carreta y me llevó hasta el siguiente pueblo.

“Desde ese momento comencé a deambular por la vida. Llegue a Villahermosa, donde me dediqué a la vagancia. Sobreviví con trabajos muy mal pagados. Tuve varias recaídas en mi salud en los siguientes cinco años, hasta que en una, estuve a punto de morir. En ese momento conocí a un grupo de travestis que asistían al hospital donde fui llevado de urgencias. Ellas me salvaron la vida; exigieron al director del hospital que me hicieran pruebas de carga viral y me iniciaran tratamiento antirretroviral.

“Ellas se convirtieron en mi familia. Me fui a vivir por más de cinco años a su casa y me dediqué a cuidarlas pues, como todo mundo sabe, las travestis que se dedican a cantar en discotecas y bares de Villahermosa están expuestas siempre a chantajes, a golpes o a que las maten.

“Después de aquella experiencia terrible en mi pueblo, hace 18 años, nunca más he regresado, ni he tenido contacto con mi madre. Hoy, a mis 32 años de edad, he logrado tener una vida saludable, gracias al amor y cariño que me dieron mis amigas travestis, quienes, lamentablemente, también han sufrido discriminación y violencia. Ahora cuento con el aprecio de gente que está en la lucha contra la epidemia, tanto en Tabasco como en el Distrito Federal y busco ser feliz a pesar de la adversidad de la vida”.