Usted está aquí: miércoles 3 de agosto de 2005 Política Candidatos para el 2006

Luis Linares Zapata

Candidatos para el 2006

Todos los aspirantes a candidatos con rumbo al 2006 han tomado la salida para una competencia que se anuncia por demás dura, prolongada y sin cuartel. Los tres del PAN se enfilan a su reglamentada selección interna. A pesar de la ventaja que las encuestas le otorgan al que denominan preferido del oficialismo, los números de Santiago Creel se achican y Felipe Calderón todavía guarda fundadas esperanzas de triunfo en el recuento final. Las diferencias de talento y eficacia entre ambos son notorias y los rasgos positivos basculan a favor de Felipillo, el michoacano.

Los perredistas no escatimaron sus preferencias y López Obrador ya puede presentarse tal y como en realidad lo es: el abanderado que el PRD y muchos otros simpatizantes han apoyado con firmeza. Le espera, por delante, todo un año de campaña que, como ha ofrecido, será a ras de tierra. Un dilatado espacio en el que confían sus contrincantes para, de varias o a veces de rebuscadas y turbias maneras, restarle algo de la fuerza con la que dio por oficializada su intención de ganar en la contienda. Sale armado con un programa de gobierno alternativo al implantado desde hace más de dos decenios y que todavía requiere de refinamiento y adhesiones.

En el PRI, mañana jueves, la Unión Democrática (Tucom) estrenará flamante rival para enfrentar al que parecía ser seguro candidato de los priístas de vieja cepa: Roberto Madrazo. Es este político un prospecto ya largamente placeado y cuyos números, como los de la administración en funciones, van a la baja. Tanto Arturo Montiel como el senador Enrique Jackson, los principales aspirantes por la UD y con mejor imagen que su presidente formal, le han venido acortando distancias con el paso de los días hasta ponerse a la de un corto tiro. Una vez escogido el ganador de la UD, la fuerza con que saldrá de la prueba a la que voluntariamente se sometieron, se hará sentir dentro y fuera de las filas de militantes y los simpatizantes del priísmo. Los demás partidos, ya conocidos en anteriores lizas, vagan con rumbo incierto y los que puedan aliarse lo harán con alguno de los tres grandes para no arriesgar su valioso y redituable registro. El resto será marchita flor de una efímera campaña.

A las vicisitudes por las que atraviesan los panistas y que se reflejan en sus declinantes resultados en las pasadas elecciones estatales y municipales se le sumarán los actuales cuestionamientos sobre la honestidad de la, así llamada, familia presidencial. El mal uso de la famosa partida secreta, por parte de la señora Sahagún, para adquirir sus llamativos, numerosos y caros atuendos, ha puesto sobre el tapete una ríspida discusión sobre el recato, la moderación y el cuidado que se exigirá a todo habitante de la casa presidencial. Tales costumbres, se ha concluido, deberán apegarse a una austera práctica republicana como medida de ética pública. Máxime si, por las revelaciones aparecidas recientemente (Proceso, 1500) la honorabilidad del mismo presidente Fox estará en entredicho. La documentada narración que hacen las avispadas reporteras que dan origen y sustento a las denuncias reproducidas en el semanario no deja lugar para alegres negativas al calce o a sesgados rechazos con tonos altisonantes, tal y como se acostumbra difundir desde Los Pinos. Se exigirán respuestas detalladas y creíbles, hasta incluir visitas al rancho La Estancia que puedan asentar, sin recelos adicionales, la honestidad de Vicente Fox y del resto de su familia. De no ser así, el PAN y su candidato definitivo sufrirán las consecuencias.

De aquí en adelante, los acerbos críticos de López Obrador, muchos de los cuales le rascan y soban a fobias incontenibles, tendrán, si quieren conservar o rescatar un aceptable grado de credibilidad, que analizar el abanico de opciones al alcance del futuro elector. Concentrar todas las baterías sobre las debilidades, las carencias, las supuestas relaciones torcidas o andanzas pasadas de uno solo de los personajes que se disputan la simpatía de los ciudadanos, tal y como viene sucediendo en muchos medios o a cargo de personajes de variada clase, imaginería y rigor, los hará aparecer como parciales y no serán de ayuda para aquellos que buscan información, guía o consejo. Poco se auxilia a la formación colectiva o individual de la opinión cuando la crítica se recarga, hasta rayar en obsesión, sobre las vulnerabilidades que lleva consigo un determinado aspirante a presidente. Es prudente partir del supuesto de que la contienda lo pone, se quiera o no, frente a los demás competidores. Porque, en resumidas cuentas, se trata, sin escapatoria posible, de escoger entre alternativas. El denuesto de alguno implica, ante la mirada del lector, del oyente, la sugerencia por los demás, por ninguno (abstención) o por otro en lo particular. Se lleva más de un año enfocando la atención, para bien o para mal, sobre López Obrador, sin examinar, las más de las veces sin paralelo vigor, tanto el escenario como los perfiles de todos los demás actores de este drama público. Ahora ya se tiene casi pulido el recuadro. Faltan, como se dice arriba, sólo unos cuantos brochazos adicionales en esta larga, onerosa carrera por la Presidencia, que ya se desató.

 
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