Daños ambientales en bahía Magdalena, BCS
Bain Smith
Traducción de Daniela Thions
Extendiéndose ampliamente desde la península de Baja California Sur, en el Pacífico mexicano, se encuentra la inigualable bahía Magdalena. Por su incomparable belleza y su biodiversidad, y por las peculiares condiciones oceánicas de esta zona, la organización World Wildlife Fund la ha catalogado como uno de los nueve hábitats litorales más importantes de México que necesitan protección. Ahora es preciso hablar sobre la protección de esta área porque hay una gran cantidad de presiones sobre el medio ambiente al igual que problemas con quienes se dedican a la pesca comercial. Es urgente que se atiendan estos problemas si queremos que esta joya del Pacífico permanezca con tanta diversidad para las futuras generaciones.
![]() Foto satelital, noroeste de la parte central de la Bahía Magdalena. Se ve la parte central de la abertura en el sur de la bahía, incluyendo San Carlos, Isla Margarita y el principio del manglar que va hacia el norte (70 millas). Esta foto muestra 75 millas de la bahía que en realidad mide 140 Foto: NASA
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Condiciones oceanográficas y biodiversidad en la Bahía Magdalena
La bahía Magdalena se encuentra entre dos corrientes muy influyentes del Pacífico oriental: por un lado, las corrientes más frescas de California que vienen del Norte (son una extensión de las que provienen de Alaska); y por el otro, la corriente más caliente proveniente de la América del Sur tropical. Este encuentro de corrientes crea fluctuaciones en las temperaturas del agua que son únicas en esta región. Estas variaciones de temperatura parecen ser las responsables de la increíble biodiversidad que allí existe. Los científicos consideran que se trata de uno de los más ricos cuerpos de agua del mundo, si no es que el número uno de todos.
La fauna que se puede encontrar aquí es muy variada: calamar, cangrejo, camarón, corvina, guachinango, atún cola amarilla, atún aleta amarilla, sardinas y otros como lenguado, halibut, varias especies de pájaros, tortugas, tiburones de varias especies, rayas. Y por si faltara algo, ballenas grises, azules y dorsales. La presencia de estos enormes animales atrae a miles de turistas cada invierno.
Debido a que la Bahía Magdalena se localiza en el vórtice de movimiento de agua norte/sur, las condiciones son perfectas para la presencia de nutrientes de las más profundas regiones del mar, causando explosiones de fitoplancton, en particular el cangrejo rojo pelágico, Pleuroncodes planipes. Se ha demostrado en varios estudios que muchos de estos organismos como el aleta amarilla, el atún, el marlín, los tiburones ballena y las rayas, vienen desde muy lejos para aprovechar la abundancia de planctón.
![]() Cangrejo rojo pelágico (Pleuroncodes planipes) Foto: Phillip Colla www.oceanlight.com
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Como el cangrejo pelágico rojo puede existir en temperaturas de 9 a 28 grados Celsius, viven bien en las temperaturas cambiantes del agua de la Bahía Magdalena. Se les conoce por arribar con las corrientes de la región: llegan desde tan al norte como Vancouver y tan al sur como Perú. Esta gran variedad de hábitats nos da una idea de las influencias que ejerce esta región del océano sobre toda la costa Este del Pacífico, y de por qué es el interés de trabajar juntos para identificar los más agudos problemas que se presentan en esta región.
Explotación comercial y efecto humano
Los problemas ahora son, y sin tratar de sonar poéticos, una legión. En aras de la brevedad nos referiremos al más grande obstáculo para preservar la salud biológica de la bahía: la explotación irracional de la sardina. Bahía Magdalena es considerada por muchos como el más importante santuario para gran parte de la población de sardina en la costa oeste de Norteamérica. Es el único lugar por ser el único lugar que tiene esta especie permanentemente en el Pacífico.
El recurso marino más redituable de Bahía Magdalena, la sardina Monterrey Foto: Bain Smith
La pesca de sardina en la bahía sumó 328, 986 toneladas métricas entre 1990 y 2003. De esa captura, sobresale la de sardina Monterrey, destinada al consumo humano y con gran demanda en el mercado.
Captura por variedad de sardina de 1990 a 2003 (toneladas métricas)
Año |
Crinuda |
Macarela |
Monterrey |
Japonesa |
Bocona |
Otros |
TOTALES |
1990 |
2,735,591 |
0 |
6,565,420 |
0 |
1,641,355 |
0 |
10,942,366 |
1991 |
1,975,352 |
0 |
4,938,382 |
0 |
1,975,352 |
987,676 |
9,876,762 |
1992 |
7,047,264 |
0 |
2,806,714 |
0 |
5,337,335 |
0 |
15,191,313 |
1993 |
6,750,369 |
0 |
5,356,815 |
0 |
523,560 |
455,445 |
13,086,189 |
1994 |
463,960 |
48,365 |
23,847,313 |
0 |
157,805 |
60,200 |
24,577,643 |
1995 |
1,245,715 |
230,695 |
22,466,045 |
0 |
316,230 |
0 |
24,258,685 |
1996 |
1,870,475 |
2,647,750 |
18,008,588 |
138,510 |
187,500 |
194,025 |
23,046,848 |
1997 |
4,732,830 |
4,627,417 |
10,535,839 |
40,150 |
4,326,330 |
0 |
24,262,566 |
1998 |
8,820,079 |
2,714,400 |
1,434,090 |
343,500 |
3,690,030 |
235,050 |
17,237,149 |
1999 |
6,064,837 |
1,014,961 |
8,102,261 |
87,090 |
2,194,627 |
626,340 |
18,090,116 |
2000 |
1,371,500 |
398,580 |
32,494,790 |
0 |
1,812,769 |
92,160 |
36,169,799 |
2001 |
2,417,755 |
242,170 |
30,874,448 |
0 |
2,204,990 |
177,480 |
35,916,843 |
2002 |
2,179,985 |
3,384,656 |
33,705,804 |
251,490 |
1,084,620 |
307,450 |
40,914,005 |
2003 |
2,782,220 |
44,600 |
31,435,006 |
221,920 |
931,900 |
0 |
35,415,646 |
TOTALES |
50,457,932 |
15,353,594 |
232,571,515 |
1,082,660 |
26,384,403 |
3,135,826 |
328,985,930 |
Durante sus dos recientes visitas a las plantas de procesamiento en la Bahía Magdalena, la organización Sea Watch encontró que la única regulación gubernamental vigente respecto a la industria sardinera es que el pez debe de medir como mínimo 15 cm.
Las sardinas de la Bahía Magdalena son cada vez más pequeñas Foto: Bain Smith
Pero las pescadas en y alrededor de esta zona son cada vez más pequeñas y muchas miden menos de 15 cm. Hace sólo dos años, una lata de sardina para consumo humano y con una libra de peso contenía de siete a nueve sardinas. Este año, esa misma lata contiene 14 o 15 sardinas, casi el doble.
![]() Las latas ovaladas contienen 14 o 15 sardinas, a diferencia de 7 o 9 de hace sólo un año.
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Cabe destacar que de lo que se pesca de sardina la reducción alcanza el 70 por ciento. Estamos así ante un proceso que desperdicia una parte fundamental de la captura, que elimina la mayoría de los nutrientes contenidos en la sardina, que origina grandes cantidades de desechos orgánicos sólidos y un olor a podrido imposible de evitar e ignorar por quienes viven en el puerto San Carlos. Estamos ante una industria que busca sobre todo utilidades elevadas con muy poca mano de obra dedicada a enlatar el producto. Estamos también ante una demanda creciente de la industria del pollo y de la porcicultura que exigen cada vez más preparados en base a sardina: de 100 toneladas por día se ha pasado a 1000. Estas industrias han visto las ventajas de contar con la proteína de la sardina en sus procesos de engorda, a lo que se suma ahora la acuacultura, que usa dicho pez para alimentar a otros como el atún y el salmón.
![]() Este quemador de 60 toneladas ha sido remplazado por uno de 1000 toneladas en la planta Calmex. El quemador de 60 toneladas ha sido vendido a The Moon Plant, creando una capacidad para quemar 1060 toneladas de sardina por día para producir comida de baja calidad
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La nueva presión para la acuacultura sardinera derivada de tales industrias se agudiza por los recientes permisos otorgados a Mitsubishi para pescar 200 toneladas más por día en la Bahía Magdalena para destinarlas a sus cultivos de atún. Esta sobreexplotación preocupa a la comunidad local, la industria y las organizaciones conservacionistas. El asunto más delicado ahora es saber si la pesca creciente de sardina en la Bahía Magdalena será sostenible a largo plazo. Se tiene que hacer algo para aplicar las regulaciones existentes y crear un sistema de monitoreo de tamaño de sardinas y peso. De no ser así, se puede asegurar que así como otras especies empiezan a agotarse, en la Bahía Magdalena habrá sobrepesca de sardina.
A todo lo anterior se suma la conocida contaminación creada por los materiales orgánicos que son descargados en esta bahía por las empacadoras de sardina al momento de enlatar el producto. A pesar de que cada día las mareas traen y se llevan aguas del Océano Pacífico, las nuevas y crecientes cantidades de contaminación orgánica deben ser monitoreadas por las autoridades gubernamentales.
La intensa labor del proceso de enlatado Foto: Bain Smith
El efecto humano
Podría pensarse que quienes viven en el pueblo del puerto San Carlos, donde se localizan dos de las más importantes enlatadotas de sardina, reciben algún beneficio de la industria. Sin embargo, se comprueba que no es así. Basta visitar el pueblo, localizado al final de una larga península, para corroborar que hay pobreza extrema, crecimiento anárquico de la mancha urbana, falta de infraestructura municipal, coladeras abiertas y grandes cantidades de contaminación humana. Al respecto, los niveles de coliformes fecales en las aguas de la bahía son nueve veces superiores a los limites de seguridad establecidos. Y como hay pocos empleos que no tengan que ver con la industria sardinera, aquellos que no tienen empleo se dirigen hacia las drogas. El que visita el puerto comprueba sin dificultad éste y los demás problemas antes citados.
Alcantarilla abierta en el pueblo de San Carlos Foto: Bain Smith
El pueblo de San Carlos ha crecido muy rápido debido a que la gente pobre busca subsistir de la riqueza marina. La falta de regulaciones para la pesca y una mayor actividad en este renglón causa más tensión en el frágil ambiente marino. La falta de dinero e infraestructura, los desajustes sociales que trae consigo la falta de empleo, le dan al pueblo de San Carlos pocas oportunidades para desarrollar la actividad turística ligada a la pesca, que es una de las posibilidades más prometedoras y viables. Cabe anotar que las aguas de la Bahía de Magdalena hace 25 años figuraban como de las mejores en el mundo para la captura de snook y cabrilla verde.
![]() Casas de cartón sin instalaciones sanitarias o agua corriente "brotan" alrededor de los estuarios Foto: Bain Smith
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Las redes agalleras, las pangas y la fragilidad del ambiente de la bahía
Mientras que la mayoría de las tierras son salobres (una mezcla entre agua salada y agua dulce), el agua que se encuentra en las bahías poco profundas y los canales de manglares de la Bahía de Magdalena es hipersalina (más salada que el agua oceánica). La hipersalinidad ocurre, en parte, por la poca agua dulce que llega a la bahía desde el desierto colindante. Además, el calor intenso de la región ocasiona que el agua se evapore a una alta velocidad y deja atrás el agua con salinidad más alta que la de los océanos. En consecuencia, las plantas y animales que viven en esa bahía deben adaptarse a las condiciones de las tierras húmedas costeras, pero también al calor intenso y a las altas concentraciones de sal presentes en las tierras pantanosas.
Los estuarios de la Bahía Magdalena eran hábitat de varias especies de animales de alto valor comercial. En el pasado, tuvieron la reputación de haber sido uno de los mejores lugares de pesca de snook en el mundo. Muchos de los que se han mudado a vivir y buscan su sustento en la bahía de Magdalena no son empleados de la industria de sardinas, sino que sobreviven de la única manera que conocen: de sacar la riqueza de la bahía para su sustento.
Cien o hasta mil redes sofocan las aguas estuarinas de la Bahía Magdalena diariamente
Desgraciadamente, las dos artes de pesca más usadas aquí, las redes agalleras y la red barredora de los camarones, son sumamente destructivas de la frágil ecología de la región.
Tuvimos oportunidad de seguir barcos de redes agalleras al dirigirse hacia los estuarios de la Bahía Magdalena y a los manglares. Son viajes que se repiten diariamente por centenas en busca de corvinas, platijas y otras especies comerciales de peces.
![]() Esta red, como muchas ese día, no contenían ni un pez Foto: Bain Smith | ![]() Lo capturado por día es generalmente unos pocos pescados; un cartón de leche era lo típico durante nuestra estancia allí |
Para ello utilizan las redes agalleras monofilamentales. En uno de esos viajes pudimos comprobar como una red agallera de 500 pies de longitud fue extendida y tirada en la entrada de un estuario pequeño. La retiraron treinta minutos después. Lo que obtuvieron por este esfuerzo fueron cuatro pescados, de los cuales solamente uno de ellos era comercialmente valioso. Se trataba de una solitaria y pequeña corvina. Los dos pescadores nos dijeron que iban a repetir este procedimiento cinco o seis veces más esa tarde para hacer que el viaje valiera la pena; que era su trabajo de todo un día. Nos sorprendió la escasez de peces en ese y otros estuarios, pues tradicionalmente los manglares han sido santuarios acuáticos, el ambiente perfecto para alimentar y proteger a los peces y crustáceos en su desarrollo hacia la edad adulta. Una vez que se hacen menos vulnerables a los predadores, se irán de la bahía y seguirán creciendo. Pero mucho de este proceso vital para las especies estuarinas lo destruyen los cientos de pescadores en panga que acuden diariamente en busca de fauna, de sustento.
Los pescadores de subsistencia panga con su red agallera aplicando su arte Foto: Armando Figaredo
La bahía de redes barredoras
El capitulo final del viaje de Sea Watch a la Bahía de Magdalena nos llevó a una expedición con las redes barredoras de camarones. Esto es un ritual nocturno para muchos de los pescadores de subsistencia que viven cerca o alrededor de la bahía. Con o sin permiso oficial para su trabajo, se van a la puesta del sol. Suman entre 300 y 500 las pangas con redes barredoras que pasan en la noche en la bahía en busca de camarones.
Al desplegar las redes barredoras para camarones "chongo" Foto: Bain Smith
Los seguimos a través de la bahía y nos paramos cerca de Punta Belcher en Isla Margarita.
Mientas las redes barredoras "chongo" son oficialmente catalogadas como una práctica ilegal en la Bahía Magdalena, pudimos atestiguar un lance pesquero con dicha red, a 100 pies de profundidad. Después de una hora de actividad, la red fue recogida y llevada a la embarcación. Lo que atestiguamos fue patético, lastimoso y trágico: por tres kilos de camarón que los pescadores obtuvieron, había 30 kilos más de otras especies, especialmente jóvenes, cabrillas, platijas y otros pescados pequeños junto a crustáceos; todos, muertos.
Estos pescadores repiten el proceso de cuatro a seis veces en una noche. Si son cientos los barcos que salen a extender sus redes barrederas, no se necesita ser un experto para darse cuenta que se atrapan entre 45 y 60 toneladas de peces cada noche con la "práctica ilegal" de las redes barredoras para camarones.
Lo más triste para la naturaleza y para los pescadores es que al final de la noche, un barco ha matado 300 libras de peces jóvenes para sacar 30 libras de camarón vendidas a 140 pesos. Usó de 135 a 150 litros de combustible, siete litros de aceite que cuestan cerca de 105 pesos. La ganancia final para dos personas en una noche es de 35 pesos, más o m enos.
Para cada "lanza", tres kilos de camarones, 30 kilos de muertos
involuntarias al atraparlos Foto: Mike McGettigan